Punta Dorada, febrero 2013
Aunque Luciano ni siquiera había podido concretar su planteamiento ante Ángelo, él siguió adelante con sus planes y encargó a Danila la primera y más importante parte de los mismos, es decir, ocuparse de la psiquis de Aleksandra, y como él le dijo que se podía lograr lo que aspiraba, dio su consentimiento para proseguir.
El otro prisionero moriría finalmente casi un mes después de su reclusión, y luego de haber sufrido la más espantosa agonía.
JC por su parte seguía encerrado en una celda, y Luciano se complacía en pasar a diario única y exclusivamente para decirle que su hija seguía en peligro por su culpa, mientras que Dante se ocupaba de hacerle la vida miserable contándole las mil un formas en las que Damila podía ser asesinada, así como le había informado también, que él permanecería encerrado tanto tiempo como les llevase erradicar el peligro, y no porque fuese su vida la que corría el mencionado peligro y de hecho pensaban que no existía ninguno para él, y menos después de la muerte de Yánez, sino porque opinaban que era el justo castigo a su máxima estupidez.
El patrón según el que operaba el grupo de sicarios había quedado establecido con prontitud. En primer término había quedado claro que el intervalo de tiempo entre un intento y otro, iba de ocho a diez días, aunque no por eso se descuidaban durante el período intermedio. El segundo asunto que tenían claro casi desde el inicio, era que se trataba de francotiradores, razón por la cual el caso del que intentó atacar a Damila en la universidad, no volvió a repetirse. Esto fue confirmado por Danila y de acuerdo a las primeras sesiones con Aleksandra, pues la chica le había revelado que los entrenaban para despachar a sus objetivos a distancia, aunque esto no convencía mucho a Luciano y a Dante, porque de ser así, no se habría dado el caso del asesino de la universidad, y sostenían que posiblemente había de todo en aquel grupo, de modo que la orden de evitar adiciones al grupo habitual que podía acercarse a Damila, seguía vigente.
A pesar de que finalmente Francisco Javier le había dado la buena noticia del embarazo de su esposa a su madre, también le dijo que estaba al tanto de lo que sucedía con Damila, de manera que no le parecía que ella se trasladase hasta donde ellos se encontraban y que era mejor que esperasen a que el bebé naciera. Esto le supuso otro motivo de tristeza a Kelly, porque si bien le alegraba la noticia, el no poder ir a verlos, y aunque su hijo le había dicho que Fernanda estaba bien, la entristecía lo mismo.
Durante la primera semana de febrero, Ángelo daría una noticia que tampoco contribuiría en lo más mínimo a la tranquilidad de Kelly, pues anunció que debía viajar a El Valle. Esto obedecía a una reunión obligatoria de la Organización que él presidía, y que estaba muy retrasada, de manera que los otros miembros de la misma comenzaban a ponerse nerviosos y a dar más problemas de los habituales.
Luciano se ocupó de organizarlo todo tanto para la llegada y estadía de Ángelo, Albano y Nino en El Valle, como la seguridad de los que quedaban en Punta Dorada.
Entre tanto y esa misma noche, después que todos subieron a sus habitaciones, Giulio se presentó en la de Nino.
Nino juntó las cejas, pero suspendiendo el proceso de desvestirse, salió y le hizo señas a su primo para que tomase asiento.
Ciertamente Nino lo sabía, aunque tenía la impresión de que sus parientes pensaban que no era así, ya que el día anterior había sostenido una larga y tediosa charla con su padre. Esa mañana quienes se habían presentado de lo más inconvenientemente en su oficina, habían sido los gemelos, y a su modo habían intentado hacerlo entender la importancia de la posición que iba a ocupar ahora, y también le aseguraron que ellos no iban a permitir que nadie fastidiase a su fratellino.[1] Poco antes de la cena y cuando él volvía a casa, quien lo había detenido había sido Luigi, y como ya Nino se imagina con qué intención, se había sorprendido mucho, porque Luigi nunca había sido del tipo protector, o al menos no con él desde que se habían peleado siendo niños. En el caso de Luigi, le hizo más o menos las mismas advertencias, aunque con sus lindas maneras de siempre. De modo que, aunque Nino se preparó para escuchar de Giulio la misma clase de discurso que llevaba dos días escuchando, primero le aseguró que tenía claro el asunto.
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Editado: 24.04.2022