Destino de Sangre (libro 11. Sicaria)

Cap. 34 Giulio & Damila

 

Punta Dorada, febrero 2013

El rápido regreso de Ángelo supuso la alegría de Kelly y de los demás, pero a pesar de que él tenía todo perfectamente planeado, la ejecución del acuerdo al que habían llegado siempre exigiría mucho trabajo y Ángelo tendría mucho en los próximos días.

Aun el peligro para Damila seguía vigente, y aunque ella no se enteraba de todos los frustrados atentados, sí de algunos y esto terminó por colocarla en una peligrosa situación de estrés que los tenía a todos muy preocupados, de manera que el día de San Valentín, Giulio le hizo una propuesta que Fredo al menos, consideró muy problemática.

Esa noche y dada la inconveniencia de salir a ninguna parte, Giulio había mandado a preparar una de las terrazas para tener una velada romántica con su novia, y había ordenado tanto a Fredo como a Gianpaolo, mantener a los niños alejados de allí o él mismo les quitaría sus inútiles cabezas.

  • Bebé – le dijo una vez concluida la cena – quiero llevarte de paseo este fin de semana
  • ¿De veras? ¿No se supone que no puedo ir a ninguna parte?
  • No eres una prisionera, mi amor, solo nos ocupamos de mantener a salvo esta hermosa cabecita – le dijo acariciando sus cabellos – y el resto del conjunto, claro está

Aunque Damila preguntó a dónde la llevaría, Giulio se negó a decírselo, aunque le aseguró que no correría ningún peligro. Fredo si bien estaba de acuerdo en que la seguridad que de ellos dependía estaba garantizada, no estaba muy seguro en otros aspectos.

  • No me gusta – dijo Gianpaolo
  • No tiene que gustarnos y solo voy a pedirte que te asegures de que mis cenizas no terminen en un anaquel
  • ¿Qué?
  • Llevo meses interponiéndome en lo que sabemos va a suceder tarde o temprano, y solo porque el necio este no quiere llevársela a la cama antes de tiempo, según sus propias palabras, pero un fin de semana solos en ese lugar, ya sabemos cómo va a terminar, después de lo cual me matará por no haberlo impedido
  • Estás diciendo estupideces, Atila ¿lo sabes, no?

No obstante, y a pesar de todo lo que dijo Gianpaolo, Fredo seguiría pensando que caminaba derecho hacia el cadalso. La última esperanza de Fredo era que Kelly juiciosamente y actuando como madre, se negase a darle permiso a Damila para aquel viaje, porque ciertamente Nino como nuevo jefe de la familia y suponiendo que Giulio decidiese participarle su decisión, no lo haría. Obviamente había sido muy necio de parte de Fredo pensar eso, porque Kelly de ninguna manera le negaría algo así a su hija y menos si Giulio estaba involucrado. De manera que el sábado en la mañana y a primerísima hora, se pusieron en marcha hacia las instalaciones del GA donde abordarían el jet de Giulio, tripulado en esta ocasión por Silvano y Evander.

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Ángelo que había estado en el DF entrevistándose con los Giampaoli con motivo de su instalación como nuevos representantes de la Organización en aquel lugar, regresó el sábado en la noche, y cuando preguntó por la parejita, montó en cólera al ser informado.

  • ¿Cómo has dicho?
  • Fueron a pasar el fin de semana a la Isla – repitió Kelly

Marino y Enzo que lo conocían bien, casi cerraron los ojos al ver los de Ángelo, de modo que Marino se apresuró a sacar a los niños del salón con ayuda de su sobrino que había detenido el saludo a su esposa y la urgía a salir de allí también.

  • ¡Giovacchino! – gritó Ángelo, y sin duda donde quiera que estuviese Nino, lo tenía que haber escuchado
  • ¿Qué sucede contigo, abogado? – preguntó Kelly
  • ¿Conmigo? En todo caso es al revés – pero se olvidó de ella y volvió a gritar a su sobrino mientras abandonaba el salón

Kelly tuvo la intención de detenerlo, pero Bianco la detuvo a ella sugiriéndole de la manera más delicada posible, esperar un poco.

Nino que había estado en el salón de juegos con Leonardo, había salido en carrera y casi choca con su tío, pero este lo sujetó por un brazo y lo arrastró hacia el despacho.

  • Tío…
  • Creí que habías comprendido correctamente, cuáles eran tus responsabilidades, pero veo que me equivoqué – comenzó en tono peligrosamente calmado
  • Y lo hice – dijo el chico
  • ¿De veras? ¿Puedes explicarme entonces cómo es que Giulio y Damila no están aquí?

Aquella sería una larga e inútil discusión, y aunque Nino terminaría sintiéndose miserable, ya no había marcha atrás. En principio él no había visto nada de malo en aquel viaje, y de hecho estaba de acuerdo en que Damila necesitaba distraerse, en segundo término, Giulio ciertamente no había pedido permiso y se había limitado a decirle que estaría fuera el fin de semana, y no era como si aquel individuo fuera a pedir permiso para nada a nadie; y por último, él no entendía cuál era el drama de su tío, pues en su opinión, en aquel lugar estarían absolutamente seguros. La diferencia entre Nino y Ángelo, era que el segundo estaba en la creencia de que Giulio había respetado las formas y no se había pasado de la raya con Damila, mientras que Nino ni siquiera pensaba en algo que encontraba del todo natural.




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