Destino de Sangre (libro 11. Sicaria)

Cap. 38 Tormentoso regreso

 

La Isla-Punta Dorada, febrero 2013

Giulio y Damila despertaron tarde el domingo, así que tomaron un desayuno ligero y bajaron a la playa; después de eso regresaron para almorzar, descansaron un rato, y aunque Giulio quería dar un último paseo por la isla, Silvano lo detuvo.

  • Es mala idea, Giulio
  • ¿Por qué?
  • Tenemos reporte de mal tiempo hacia occidente, de modo que deberíamos regresar temprano o tendremos que diferir la salida hasta mañana.

Siendo que ambos sabían lo poco que gustaba a Damila volar, hacerlo en condiciones desfavorables estaba fuera de consideración, y por otra parte, Giulio debía estar en Punta Dorada al día siguiente sin falta para una reunión importante y no podría quedarse esa noche en la isla, de manera que cambió sus planes y le dijo a Damila que regresaban de inmediato. No obstante, y a pesar de las precauciones de Silvano, igual tendrían que hacer frente a los problemas climáticos.

  • KWH-1237-P a torre de control Almenar – dijo Evander
  • Aquí torre de control Almenar, adelante KWH-1237-P
  • KWH-1237-P solicitando cambio de rumbo

Aquella petición obedecía lógicamente, a que habían detectado en el radar de la aeronave, la actividad climatológica desfavorable. La torre autorizó la modificación del rumbo y fueron transferidos a control DF. Sin embargo, el mal tiempo parecía decidido a alcanzarlos de una u otra manera y Silvano emitió una muy grosera exclamación.

  • Vamos Ícaro, nos las hemos visto en peores circunstancias y no eres precisamente tú él que…
  • Cierra la boca, Ares – lo interrumpió Silvano – en esta ocasión no se trata de nosotros, sino que llevamos pasajeros ¿recuerdas? – agregó del peor humor en opinión de Evander

Aunque ciertamente él sabía eso, igual no veía motivos para la preocupación de su compañero a quien además tenían como uno de los mejores pilotos del equipo. De lo que Evander no estaba enterado, era de la aversión de Damila a volar y que era lo que en realidad preocupaba a Silvano. Sin embargo, éste tampoco se lo aclaró, sino que se quitó los auriculares y levantándose de su asiento abandonó la cabina dejando a Evander preguntándose qué demonios le sucedía. Todos ellos sabían que Silvano era el ser menos inclinado a preocuparse por nada, de manera que aquel repentino ataque lo había desconcertado. Silvano por su parte y una vez que abandonó la cabina, se fue derecho a hablar con Damila.

  • ¡Carlo! – exclamó ella al verlo acercarse – ¿Qué estás haciendo? ¿No se supone que manejas esta cosa?
  • No te preocupes, CC – dijo él sentándose frente a ella
  • No me digas que lo dejaste en piloto automático, porque ciertamente no creo que a eso le preocupe encontrarse una montaña de frente
  • No, pero llevamos otro piloto – le aclaró y luego sujetó sus manos para desagrado de Giulio – ¿Confías en mí, CC? – le preguntó
  • Aja – dijo ella con cautela – ¿Por qué me lo preguntas?
  • Porque necesito no solo que lo hagas, sino que me creas, ya que en breve esto va a moverse mucho y no podré evitarlo, pero te aseguro que no tienes nada de qué preocuparte, porque igual voy a llevarte a casa sana y salva

Damila compuso expresión de angustia y él invirtió unos minutos en explicarle el por qué, de lo que acababa de decirle, así como también en asegurarle que aquella aeronave era muy segura y podrían atravesar la tormenta sin mayores daños. Después de eso se puso de pie y miró a Giulio.

  • Colóquense los cinturones

Dicho esto volvió a su lugar mientras que Gianpaolo arrastró a Fredo para cambiar de sitio y ocupar los asientos frente a la pareja. Fredo había estado en desacuerdo, pero pronto entendería lo acertado del asunto, porque en cuanto el avión comenzó a moverse en forma amenazante, Gianpaolo se lanzó a hablarle a Damila de mil un cosas para distraerla, y aunque tuvo en éxito limitado, algo era algo.

No obstante, las cosas iban a complicarse, porque cuando ya llevaban mucho tiempo meciéndose de aquella infernal manera, en opinión de Damila, un rayo alcanzó el fuselaje haciendo que la aeronave perdiese aún más estabilidad y que ella emitiese un grito agudo, aunque no sabía lo que había sucedido.

Ambos GA que sí lo sabían, se miraron, porque, aunque estaban al tanto de que Silvano era un gran piloto, algo que le habían escuchado decir incluso a Luciano, también sabían que aquello era un poco más problemático debido a que si bien la habilidad de los pilotos era un factor importante, por mucho que la tuviesen, y aunque las aeronaves estuviesen diseñadas para resistir ciertos embates del tiempo, no podían permanecer por largos períodos sin registrar daños estructurales peligrosos. Sin embargo, Gianpaolo decidió que Damila no tenía por qué saber aquello, y lo que sí era importante que supiese, era que estaban en las mejores manos.

  • No te preocupes, Montiel, Ícaro es el mejor piloto del programa, y esto es solo un juego de niños para él. Antes de que lo notes estarás en casa sana y salva como te lo dijo él mismo.

Él no sabía si ella lo había escuchado o no, porque Damila tenía la cabeza enterrada en el pecho de Giulio que la tenía abrazada. Aquello se prolongó por unos minutos más y luego el avión fue recobrando la estabilidad, aunque no del todo, pero un poco después y cuando Silvano anunció que estaban por aterrizar, los chicos agradecieron en silencio que así fuese o Damila sufriría un colapso.




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