Destino de Sangre (libro 11. Sicaria)

Cap. 47 Avanzando

 

Punta Dorada, marzo 2013

Como Gianpaolo ya se lo imaginaba, Damila ordenó a Tony que los llevase al consorcio, pero como Fredo no le había dicho nada cuando se lo informó, Gianpaolo asumió que Giulio no estaría demasiado ocupado como para recibir a Damila, de manera que no anunció su llegada, sino que subieron directamente al piso de los directivos, aunque se encontrarían con que Giulio estaba en una reunión.

Como los Del Piero no llevaban una vida precisamente pública, el personal de las oficinas si bien habían visto a Damila alguna vez, solo los más altos ejecutivos del consorcio sabían con exactitud quién era ella, así que cuando la chica pidió ver al señor Del Prete, uno de los chicos le dijo que eso era imposible si no tenía una cita. Damila entendió eso y se disponía a marcarle a Giulio por su móvil cuando escuchó la airada voz de Ignacio.

  • ¿Qué haces, estúpido? ¡Lei non solo è la figlia del presidente del consorcio, sino que es la prometida del señor Del Prete!

El chico ciertamente no lo sabía y quería que se lo tragara la tierra, pero, aunque Damila estaba intentando hacerse escuchar, Ignacio había caminado derecho hacia la puerta abriéndola mientras que Gianpaolo se había apresurado a advertir a Fredo, aunque este lógicamente había escuchado todo y se disponía a avisar a Giulio, aunque no tendría tiempo para ello.

A pesar de que Fredo estaba escuchando, al momento en el que se abría la puerta, por instinto se había colocado frente a Giulio y había extraído su arma haciendo que los presentes, con la posible excepción de Luigi, más acostumbrado a aquello, se sobresaltaran.

  • ¿Ignacio, qué demonios…? – estaba preguntando Fredo mientras que Giulio solo estaba mirando a la persona que Ignacio traía de la mano
  • ¿Mila?
  • Lo lamento, G – se disculpó ella

No obstante, Giulio se olvidó de todo y haciendo a un lado a Fredo, caminó a toda prisa hacia ella.

  • ¿Estás bien? – le preguntó sujetándola por la cintura y haciendo un veloz inventario visual
  • Sí, solo quería hablar contigo, pero no quería ser inoportuna, así que puedo esperar hasta que…

Sin embargo, Giulio estaba demasiado feliz como para preocuparse de algo tan nimio como la oportunidad, de modo que obviando el hecho de que estaban en un salón con más de veinte ejecutivos que aun los miraban con sorpresa, le dio un nada recatado beso y a continuación la condujo hasta su despacho mientras Alfredo se hacía cargo de concluir la reunión y Fredo quería apalear a su hermano.

  • ¿Qué sucede contigo, Ignacio Rossi? ¿Acaso quieres morir? – le preguntó saliendo de la sala
  • No veo por qué
  • ¿No ves por qué? Casi tiras una puerta tras la cual estaban dos miembros de esta familia, así que tienes suerte de no haber acabado con una bala en medio de la frente
  • Sei un exagerado, solo me ocupé de hacer pasar a la signorina, porque uno de los asistentes estaba poniéndose pesado con ella
  • Solo hacía su trabajo, Ignacio, no la conoce y…
  • Pues ahora no va a olvidarla – lo interrumpió él y se marchó

Entre tanto en el despacho, Giulio había continuado el saludo que había interrumpido mientras se trasladaban allí, pero después de un momento, se separó un poco.

  • Te eché mucho de menos, bebé – le dijo mientras acariciaba sus cabellos y su rostro
  • Lamento haber interrumpido, G – se disculpó ella de nuevo y él sonrió
  • No te preocupes por eso, nada puede ser más importante que tú, y aunque me encanta que vengas a verme ¿no deberías estar en la universidad?
  • Tenía algo importante que decirte
  • ¿Y es?
  • Que sí – le dijo, pero como él juntó las cejas, aclaró – Sí quiero casarme contigo cuando tú lo decidas

Giulio lanzó un salvaje grito de alegría que paralizó por un momento las actividades de los que estaban en la antesala, incluido Fredo que después de la partida de su hermano, la había emprendido en contra de Gianpaolo.

  • ¡G! – exclamó Damila, porque él la había alzado y le estaba dando vueltas en el aire

Pero cuando se detuvo, solo fue para apoderarse de sus labios y pasaría mucho tiempo antes de que considerase prudente soltarla.

Damila no solo faltaría a las clases de esa mañana, sino a las de todo el día, porque Giulio no se avino a dejarla marchar, y de hecho, suspendió lo que tenía pautado para ese día dejando al pobre Alfredo tapado de trabajo mientra que él se iba con su novia a planificar su próxima boda.

Damila lo dejó hablar y proponer las más locas ideas, en principio, porque la hacía feliz verlo feliz, y segundo, porque aun se sentía algo culpable por haberle dicho todas las cosas horribles que le había dicho, e incluso por las que había pensado. Sin embargo, al final de la tarde consideró que era hora de frenarlo un poco.

  • G, no podemos anunciar la boda hasta que Nino regrese
  • ¡¿Qué?! ¿Por qué? – preguntó
  • Nino es… bueno…
  • ¿Es qué? – preguntó de mal talante
  • Por favor G, Nino es como un hermano para mí, fue mi apoyo cuando tú no estabas y también te ama como si fueses su hermano, no podemos decir algo tan importante si él no está presente
  • ¡Pero… ese infeliz no regresará hasta dentro de dos semanas!
  • ¿Y no puedes esperar solo dos semanas para hacer el anuncio?




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