Punta Dorada, marzo 2013
Como Gianpaolo ya se lo imaginaba, Damila ordenó a Tony que los llevase al consorcio, pero como Fredo no le había dicho nada cuando se lo informó, Gianpaolo asumió que Giulio no estaría demasiado ocupado como para recibir a Damila, de manera que no anunció su llegada, sino que subieron directamente al piso de los directivos, aunque se encontrarían con que Giulio estaba en una reunión.
Como los Del Piero no llevaban una vida precisamente pública, el personal de las oficinas si bien habían visto a Damila alguna vez, solo los más altos ejecutivos del consorcio sabían con exactitud quién era ella, así que cuando la chica pidió ver al señor Del Prete, uno de los chicos le dijo que eso era imposible si no tenía una cita. Damila entendió eso y se disponía a marcarle a Giulio por su móvil cuando escuchó la airada voz de Ignacio.
El chico ciertamente no lo sabía y quería que se lo tragara la tierra, pero, aunque Damila estaba intentando hacerse escuchar, Ignacio había caminado derecho hacia la puerta abriéndola mientras que Gianpaolo se había apresurado a advertir a Fredo, aunque este lógicamente había escuchado todo y se disponía a avisar a Giulio, aunque no tendría tiempo para ello.
A pesar de que Fredo estaba escuchando, al momento en el que se abría la puerta, por instinto se había colocado frente a Giulio y había extraído su arma haciendo que los presentes, con la posible excepción de Luigi, más acostumbrado a aquello, se sobresaltaran.
No obstante, Giulio se olvidó de todo y haciendo a un lado a Fredo, caminó a toda prisa hacia ella.
Sin embargo, Giulio estaba demasiado feliz como para preocuparse de algo tan nimio como la oportunidad, de modo que obviando el hecho de que estaban en un salón con más de veinte ejecutivos que aun los miraban con sorpresa, le dio un nada recatado beso y a continuación la condujo hasta su despacho mientras Alfredo se hacía cargo de concluir la reunión y Fredo quería apalear a su hermano.
Entre tanto en el despacho, Giulio había continuado el saludo que había interrumpido mientras se trasladaban allí, pero después de un momento, se separó un poco.
Giulio lanzó un salvaje grito de alegría que paralizó por un momento las actividades de los que estaban en la antesala, incluido Fredo que después de la partida de su hermano, la había emprendido en contra de Gianpaolo.
Pero cuando se detuvo, solo fue para apoderarse de sus labios y pasaría mucho tiempo antes de que considerase prudente soltarla.
Damila no solo faltaría a las clases de esa mañana, sino a las de todo el día, porque Giulio no se avino a dejarla marchar, y de hecho, suspendió lo que tenía pautado para ese día dejando al pobre Alfredo tapado de trabajo mientra que él se iba con su novia a planificar su próxima boda.
Damila lo dejó hablar y proponer las más locas ideas, en principio, porque la hacía feliz verlo feliz, y segundo, porque aun se sentía algo culpable por haberle dicho todas las cosas horribles que le había dicho, e incluso por las que había pensado. Sin embargo, al final de la tarde consideró que era hora de frenarlo un poco.
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Editado: 24.04.2022