Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Antecedentes

 

Mesina, abril 2013

Cuando Tomasino Madonia asumió el poder a la muerte de su padre, todo el mundo, incluidos los Del Piero a pesar de que estaban al otro lado del Atlántico, supieron que las cosas iban a ponerse mal, porque estaban perfectamente al tanto de que el sucesor como Don de la familia Madonia sería Pietro. No se trataba de que Tomasino no fuese peligroso, porque lo era, pero Pietro lo era diez veces más.

Pietro Madonia a diferencia de su hermano Donato que había sido un niño mimado y malcriado tal vez por ser el menor, no exhibía por ninguna parte lo que llamaba las almibaradas formas de su hermano y estaba muy lejos de poder ser considerado un caballero, pero lo que sí era, sin lugar a dudas era un loco peligroso cuya inestabilidad parecía haberse exacerbado con la muerte de su hijo Gino a manos de los odiados Del Piero.

Durante un tiempo, se había opuesto con vehemencia a que se autorizase a Ettore a hacer nada, pero no por eso él dejó de hacerlo y a espaldas de su progenitor. Siendo que ellos habían sido informados de la existencia del GA, y de hecho, habían sufrido el ataque de éstos que había acabado con la vida de Gino, Pietro decidió que ellos necesitaban la misma clase de fuerza, de manera que se dedicó a hacerse con una, algo que pensaría también Ettore un poco más adelante, pero como Pietro disponía en forma inmediata de lo que Ettore no, se hizo con una fuerza de mercenarios que serían los que darían muerte a Francesco Del Piero, pero a pesar de sus esfuerzos, aún no había podido cazar a Ángelo y se vio en la necesidad de detener momentáneamente su cacería debido a que había quedado al descubierto cuando recibieron el cadáver de Orsetti. Aun así y como ya los planes estaban en marcha, los mismos siguieron adelante y fueron éstos mismos individuos los que no solo secuestrarían y matarían a Emiliana Del Piero, sino que serían los autores materiales de la masacre que se efectuó un poco después y que casi exterminó a la familia. No obstante, había tenido que detenerse allí, porque aparte de que Tomasino lo tenía muy vigilado, ya no tenía el mismo acceso al dinero para pagar a los mercenarios, y adicional a eso, Tomasino finalmente le había permitido a Ettore salir de Sicilia y todos sabían por qué.

Pasado un tiempo y como no habían sido víctimas de ningún otro ataque, la vigilancia sobre Pietro se relajó, algo que resultaría en su directo perjuicio, porque en oportunidad de un viaje en yate con su familia y algunos de sus amigos, fueron brutalmente asaltados y ni siquiera la mascota de la hija menor de Pietro había sobrevivido.

Aunque ningún Madonia pudo ver la escena del crimen, lo que sí vieron fueron las fotografías y Tomasino estuvo a punto seguir los pasos de su padre y casi por el mismo motivo, ya que sufrió un violento infarto que lo mantuvo al borde de la muerte por varios días después de ver la masacre que habían llevado a cabo con su hijo, sus nietos y en realidad con todos los que se encontraban a bordo de aquel yate.

Aquel fatídico día y aunque ellos ni lo sabían ni lo sabrían nunca, Pietro disfrutaba de una agradable travesía por las aguas de la costa oriental de la península ibérica, en compañía de su familia y unos cuantos amigos, pero había uno que le interesaba de forma particular pues tenían un par de cosas en común. La primera, la falta de escrúpulos, y la segunda, una rencilla personal en contra de sus ancestrales enemigos. Los Del Piero.

La madrugada del hallazgo, y después de una noche de juerga, Pietro había salido a la cubierta y mantenía una animada charla con su invitado en la que se jactaba de todo lo que había hecho para fastidiar a los Del Piero. El macabro relato lo estaba haciendo con el deliberado propósito de impresionar a su acompañante, ya que éste poseía mucho dinero y mucho odio en contra de sus enemigos, de manera que Pietro tenía un enorme interés en convencerlo de que él sabía cómo hacer las cosas y así poder valerse de los recursos del otro y de los que por el momento él carecía. No obstante, su conversación fue interrumpida por Bernardino, el hijo de Pietro que con la muerte de Gino había pasado a ser el mayor.

  • Padre – dijo el chico que venía tambaleándose ya que obviamente había estado bebiendo mucho – este sujeto va a enseñarme a volar – anunció señalando al piloto del invitado de su padre
  • Ve a dormir, Bernardino – dijo Pietro
  • Vamos papá, no voy a desaprovechar esta oportunidad
  • No digas estupideces Bernardino, a esta hora…
  • Vamos Pietro – intervino el invitado – la vida es corta, deja que el bambino se divierta un poco
  • Pero está oscuro y…
  • Escucha – lo interrumpió de nuevo – en primer lugar ya va a amanecer, y en segundo, te aseguro que Carlo es un excelente piloto.

Como la última cosa que quería Pietro era contrariar a su nuevo amigo, dio su consentimiento, después de lo cual se dedicaron a ver la maniobra de despegue, y como ciertamente ya comenzaban a verse las primeras luces del alba, Pietro ahogó una exclamación ante lo que le pareció una exhibición circense y con un aparato que, aparte de costar mucho dinero, porque era una nave debidamente preparada para acuatizar y de hecho había sido en ella que había llegado su invitado, a su juicio era del todo inapropiado para lo que el piloto estaba haciendo.

  • Debes confiar mucho en ese sujeto como para permitirle hacer esa clase de cosas con un juguete como ese.
  • ¡Ah sí! – dijo el sujeto riendo – Tengo muchos motivos para confiar en él, mientras que tú no tienes ninguno para hacerlo ni en él ni en mí




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