Punta Dorada, julio 2013
Aunque Kelly había pasado mucho tiempo organizando reuniones y asistiendo a ellas, no era una actividad que le hubiese gustado nunca y no le gustaba más ahora que antes, sin embargo, hacía su mejor esfuerzo y en cierta forma le causaba gracia que Ángelo pareciese mucho menos dispuesto que ella, porque mientras Kelly le sonreía con amabilidad a las personas a las que estaba saludando, Ángelo se limitaba a un firme apretón de manos en el caso de los hombres y un seco signora en el de las mujeres. Afortunadamente y después de lo que les pareció un tiempo larguísimo, la interminable fila de personas pareció terminar y pasaron al obligado brindis. Para ese momento ya Damila estaba con ellos, y tanto la madre como la hija tenían más o menos la misma expresión mientras miraban sus copas, aunque por distintas razones. En el caso de Damila, porque encontraba cualquier bebida asquerosa, aunque se tratase del inocente y popular vino que nunca faltaba en la mesa de los Del Piero, y en el de Kelly, porque aparte de lo anterior, debido a su medicación ella no podía beber nada. De modo que ambas se contentaron con acercar las copas a sus labios, pero sin beber el contenido.
Kelly conocía la afición al vino de aquel jovencito, pero si bien se lo permitía a la hora de la cena por insistencia de Ángelo y solo un poco, no estaba dispuesta a concedérselo fuera de la mesa.
Aunque Gianni ya se llevaba mejor con Alessandro, cuando hacía cosas como aquella se ganaba en forma automática una mirada venenosa del niño.
En otro lugar del salón, Cristian intentaba conversar con Vladislav, pero este no parecía estar prestando atención y Cristian se hartó.
Cristian se llevaba bien con Giulio, pero solía molestar mucho a Vladislav desde la célebre paliza que sufriese a manos de Giulio, algo que ciertamente molestaba mucho al chico.
Cristian abrió y cerró la boca varias veces, pero no fue capaz de construir ninguna oración, y en cualquier caso eso parecía irrelevante, porque Vladislav tomó dos copas de la bandeja de uno de los meseros y caminó hacia Francesca.
Sin embargo, la humanidad que parecía amenazada era la suya, porque en ese momento casi fue derribado por Franco y Aureliano que perseguían a Amelia.
Ya todos habían llegado a la resignada conclusión de que aquella niña era una amenaza pública y nadie se salvaba de ella, incluido su irascible padre, la cuestión era que Ignacio tenía un serio problema, porque siendo que Amelia era la única hembra, él tenía dificultades propias para castigarla, y las añadidas de diferentes frentes. Recientemente y a raíz de que Amelia estando furiosa por haber sido obligada a quedarse en su casa como correspondía, había quemado las cortinas del salón, y aunque juraba que había sido un accidente, Ignacio haciendo a un lado su debilidad por su hija, la había castigado encerrándola en su habitación. Aquella fue quizá una de las peores ideas que pudo haber tenido, porque el primero que intentó comérselo vivo fue Renzo, seguido muy pronto por Gianni y por Franco, pero como lógicamente no podía hacerle nada a Gianni, quien pagó su ira fue Renzo. Pero si Ignacio pensó que hasta allí había llegado todo, no podía haberse equivocado más, porque cuando Fredo se enteró, se fue derecho a su casa y no solo apaleó a su hermano, sino que se llevó a los chicos. Y si se salvó de la cólera de Ángelo, fue porque cuando él se enteró del asunto, ya Fredo le había ajustado las cuentas a Ignacio y todo volvió a la normalidad, o al menos lo que para ellos lo era. No obstante, y habiendo quedado establecido que nadie parecía autorizado a ponerle freno a aquellos pequeños demonios sin ganarse la ira de Fredo, cuando Aurelio y Franco vieron que Amelia había alcanzado a Fredo, los chicos detuvieron su carrera y volvieron sobre sus pasos difiriendo el cobro de la cuenta pendiente para más tarde.