Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 16 Hermanos

 

Punta Dorada, julio 2013

Si bien lo que había llevado a Fabiano a Punta Dorada había sido poder estar con su hermano el día de su boda, a mediodía aun ni siquiera había preguntado por él, de manera que cuando se dirigía al comedor rodeado de la nube de chicos, casi se sorprendió al encontrarse con Giulio.

  • ¡Bambino! – exclamó
  • ¡¿Biano?!

Aquello estaba a medio camino entre una pregunta y una exclamación de asombro, pues Giulio estaba perfectamente al tanto de lo que ahora hacía su hermano, y que dicha actividad era realizada no solo fuera del país, sino que la mayor parte del tiempo y desde su creación, el AF se hallaba al otro lado del mundo, de manera y siendo, que Luciano no le había informado que Fabiano regresaba al país, era lógico su asombro. No obstante, hizo lo anterior a un lado cuando sus verdes ojos captaron la compañía de Biano.

  • Descuida G, sabemos que no es el fantasma de papá – dijo Gianni ahogando la risa
  • ¿G? ¿Qué sucedió con aquello de tío Giulio? – preguntó Biano y todos lo niños rieron
  • Este sujeto no tiene aspecto de tío por ningún lado – dijo Franco
  • ¡Francesco! – exclamó Guido

Aunque a Fabiano seguía doliéndole el corazón cada vez que escuchaba el nombre que había portado su gemelo, era evidente que tendría que habituarse a escucharlo con mucha frecuencia, pues aquel caballerito formaba parte de los inseparables de Gianni.

Giulio por su parte estaba pensando que se había perdido de muchas cosas, en especial del estatus de padre que parecía haber adquirido su hermano y se preguntó en qué momento había ocurrido aquello. Sin embargo, tendría que esperar para enterarse, porque después de abrazarlo, Biano lo estaba mirando en forma extraña.

  • ¿Qué? – le preguntó
  • En mi opinión el matrimonio no es el más deseable de los estados, pero entiendo que quieres casarte ¿no?
  • ¡Por supuesto! – exclamó Giulio sin entender, aunque aquello no era especialmente novedoso tratándose de Biano cuya cabeza sería un reto para cualquier especialista ya no digamos para un simple mortal
  • ¿Entonces por qué la cara de funeral?
  • Diez a una a que se peleó con Mila – dijo Gianni
  • Pues si es así, el cielo te está dando una maravillosa oportunidad para retractarte, bambino – opinó Biano
  • Algo que nos beneficiaría a todos, pues Mila estaría más tranquila y mi madre – puntualizó Gianni – no enfermaría por causa de este infeliz – concluyó el chico

Giulio en verdad amaba a su sobrino, pero en momentos como aquel y que resultaban muy frecuentes, de veras deseaba sacudirlo. No obstante, y aunque ya llevaba dos años conviviendo con Gianni, por primera vez su cerebro lo paseó por los recuerdos que tenía de sus hermanos cuando estaban pequeños. Franco le había hecho la vida miserable con sus celos y recordándole cada vez que podía, que Pierina era de él y no suya, y en el caso de Biano, se dedicaba a destruir o a quitarle todo lo que le pertenecía con el único fin de escucharlo llorar, de modo que el comportamiento de sus hermanos era análogo al de Gianni, quien se peleaba con él por la atención de Kelly haciendo énfasis, cada vez que le era posible, en el hecho de que ella le pertenecía, y aunque ciertamente no iba por allí destruyendo sus cosas como lo había hecho Biano, sí parecía esforzarse mucho en destruir los momentos en los que estaba con Damila, pero Giulio había sustituido el llanto por el deseo de apalearlo. Por todo lo anterior, y aunque la opinión general siempre había sido que Gianni se parecía mucho tanto a Franco como a Biano, fue en ese momento en el que Gianni y Biano estaban fastidiándolo y que lo transportó a su infancia, cuando Giulio fue cabalmente conciente de aquel parecido.

De forma inconsulta, Giulio fue arrastrado por su hermano y seguido por los niños hacia el comedor, sin que ninguno prestase atención a lo que intentaba decir, porque todos parecían hablar al mismo tiempo. De modo que sus planes de ir a buscar a Damila para intentar que lo escuchase, y que era lo que en principio lo tenía tan afligido, quedaron interrumpidos por Biano que seguía instruyéndolo en la mejor forma de escapar del horroroso futuro que a su juicio le esperaba.

El Valle, julio 2013

Luciano había aterrizado en El Valle poco después de mediodía, encontrándose con la operación de rastreo ya en marcha. Los grupos Alfa 3 y Alfa 6 comandados por Fabrizzio y Gino respectivamente, y que eran los originalmente destacados en El Valle, habían quedado incompletos a raíz de la movilización de la casi totalidad de la familia a Punta Dorada, de manera que Luciano había decidido dejar solo al Alfa 6. Sin embargo, en aquella oportunidad y sabiendo lo que posiblemente tendría que enfrentar, lo acompañaban aquellos alfas que no tenían a su cargo ningún objetivo específico como eran los casos de Fabrizzio, Astor, Bruno, Emiliano, Paulo y Carmelo.

  • News – dijo Luciano en cuanto entró a la sala de operaciones
  • Jefe – saludaron varias voces
  • Situación – pidió Luciano acercándose a la mesa de trabajo
  • Hace apenas unos minutos nos llegó una localización y estamos esperando la confirmación – dijo el GA mientras Andrè ampliaba la imagen que había sobre la mesa




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