Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 20 Sí pero no

 

Punta Dorada, julio 2013

Después de mucho batallar, las Rossi se dieron por vencidas con Fabiano, y los niños lo elevaron a la categoría de semidios sin más trámite, luego de lo cual los gemelos Genovesse se unieron al desorden y Ángelo intentó huir, pero fue alcanzado por un proyectil cuya composición prefería ignorar.

Damila estaba conversando con las chicas Rossi mientras Cristian se hacía cargo del inquieto Ángelo, cuando Damila notó que faltaba alguien.

  • ¿Dónde está, Francesca? – preguntó
  • Teniendo en cuenta que Slava tampoco está a la vista… – dijo Cristian dejando la frase inconclusa, aunque no sabían si por la obviedad del posible paradero de Francesca, o porque su hijo acababa de tirar una mesita con todo lo que tenía encima

Damila juntó las cejas, porque si bien podía imaginar que la pareja estaba junta, solo esperaba que no les diesen otra sorpresita estilo Ana o Vittoria, ya que casi al igual que Ángelo, ella opinaba que había una superpoblación de niños. Lo que Damila no sabía, era que por esa misma razón, Ángelo había hablado con Gino Davia, el GA de Francesca, haciéndolo personalmente responsable por lo que pudiese suceder, de manera que aparte de las odiosas burlas de sus compañeros, Gino lo estaba pasando realmente mal con aquel trabajito. No obstante, y aunque en verdad Francesca estaba en compañía de Vladislav, la chica lo que estaba haciendo era ensayar.

  • ¿No te parece que exageras, Francis?
  • No, no me parece, porque si algo sale mal, el bambino sufrirá un colapso y luego ordenará mi muerte – le contestó y él compuso mala cara
  • Pues no veo que el señor Del Piero esté excesivamente preocupado
  • Vamos Slava, aunque Ángelo no se pase la vida sobre un escenario, es un concertista calificado y está perfectamente preparado, porque toca el piano con frecuencia

Aquello había sido en lo único que Damila había mostrado cierto desacuerdo con relación al matrimonio religioso, pues no le gustaba para nada la música que solían tocar en las bodas. Sin embargo, y aunque después de expresar su opinión no había vuelto a decir nada al respecto, Giulio decidió que si ella no había puesto objeciones para casarse por la iglesia, entonces él podía ceder en la cuestión de la música, solo que no se lo dijo para que fuese una sorpresa, así que se agenció la ayuda de quienes podían prestarla, es decir, Ángelo y Francesca. Pero si bien Francesca acogió la idea con entusiasmo e hizo varias sugerencias, fue Gianpaolo quien le dijo con exactitud lo que sin duda gustaría a Montiel. Ángelo por su parte protestó en forma ruidosa, pues por empezar, no tenía pensado hacer nada más que llevar a Damila ante el altar, y por otra parte, se imaginó que aquello de que fuese algo que gustase a Damila, no iba a gustarle a él, pero finalmente terminaría cediendo como todos sabían que sucedería en cuanto Kelly se uniese al equipo de Giulio, y, además, le asegurase a su recalcitrante marido, que lo que tocarían no sería rock. No obstante, también era cierto que él tendría la responsabilidad anteriormente mencionada y de ninguna manera podría hacer ambas cosas, o al menos no con la música de entrada, de manera que tenían un problema, pero esta vez quien aportó la solución fue Kelly, que recordó que Lisandro sabía tocar el teclado, y así quedó resuelto al menos eso.

A pesar de que habían planeado retirarse temprano, a medianoche aun estaban en el salón, de manera que Angélica se acercó al grupo en el que se encontraban Giulio y Damila.

  • Bambino scuse, ma Mila deve riposare per domani assomigliano una sposa dovrebbe fare [1] – dijo la mujer sujetando a Damila por un brazo
  • Entiendo – dijo él

Pero independientemente de lo que él entendiese y mientras se despedía de Alfredo, Angélica siguió conduciendo a Damila hacia las escaleras, de modo que Giulio se dio mucha prisa en seguirlas. Como Fredo conocía a su madre, pero conocía incluso mejor a Giulio, dejó lo que fuese que estuviera haciendo con los gemelos y corrió tras ellos.

  • No es necesario que te rompas una pierna, Atila – escuchó que decía Luciano – pues sin duda esto será largo y cansado
  • Si conocieras a mi madre como la conozco yo, sabrías que quien está a punto de terminar en la clínica es Giulio
  • Ya decía yo que de alguna parte debía provenir tu agresividad, y no precisamente de Alfredo – escucharon que decía Dante
  • No me refiero a eso, idiota – le contestó él

Luciano sonrió, porque él sí se imaginó con facilidad de qué hablaba Fredo, ya que no era verdad que no conociese a Angélica, pero aunque no hubiese sido así, subsistía el hecho cierto de que conocía a las mujeres de su raza, y no había forma de que le permitiesen a Damila compartir el lecho conyugal mientras no pasase por una iglesia, algo que vivieron en forma reciente con Enzo y Camelia. De manera que estaban seguros que en breve iba a desatarse un conflicto de proporciones épicas.

  • ¡Ey! – exclamó Giulio al ver que intentaban conducir a Damila a su habitación y no a la suya – ¿Dónde creen que van?
  • Vi ho detto che Mila dovrebbe
  • Ya lo sé, pero esta – puntualizo señalando la puerta – es nuestra habitación




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