Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 21 Claridad

 

Punta Dorada, julio 2013

Luciano a diferencia de Ángelo, no se había cuestionado el cómo, por qué o el sí Tornattore sabía o no que Emilio era su hijo, él lo que había visto con claridad meridiana era la posibilidad de que aquel imbécil hubiese decidido asociarse a los Madonia en su cruzada contra los Del Piero-Genovesse. No obstante, después de ese rápido análisis, concluyó que no demoraría casi nada en obtener los detalles tanto si era cierto como si no, porque los Tornattore tenían un férreo perseguidor en la persona de Favio, de manera que más demoraría él en llegar al GA que Favio en saber todo cuanto hubiese que saber.

  • Emilio – dijo y este casi se sorprendió de verlo pero prestó atención – ¿El sujeto que te visitó aportó alguna prueba de lo que decía o dijo algo más de relevancia?
  • No, pero la verdad es que yo no quise escucharlo. Aun así no creo que haya dicho nada realmente importante
  • Y eso no nos sirve – escucharon que decía Gianpaolo, algo con lo que Luciano estaba plenamente de acuerdo y lo intentó de otro modo
  • Entiendo, pero aun así ¿te importaría acompañarme?
  • ¿A dónde? – preguntó a su vez el chico
  • Solo haz lo que te dice, Emilio – le ordenó su padre, pero luego agregó con más suavidad – Podemos confiar en estas personas, hijo

El chico asintió y se dispuso a seguir a Luciano, después de lo cual Camilo miró a Ángelo.

  • No te lo estoy reclamando y supongo que hay cosas que no se pueden mantener ocultas para siempre, pero haré lo que ordenes si con ello puedo proteger la vida de mis hijos

Ángelo se sentía terriblemente mal y por varias razones, comenzando por el hecho de que Tornattore no tenía por qué haber sabido de la existencia de su hijo. Sin embargo, se tragó su malestar como siempre para poder hacer frente a aquello.

  • Si mal no recuerdo, mi padre sostenía que eras uno de los individuos más independientes que había conocido, y muy reacio a recibir órdenes de nadie, así que no, Camilo, no seré yo quien te las de. En todo caso puedo sugerirte varios cursos de acción y que nos permitas hacer lo que esté en nuestras manos para protegerte a ti y a tu familia
  • Y te lo agradezco, pero en este caso quienes importan son los bambini
  • Entiendo que sea lo único importante para ti, pero para nosotros, tú también lo eres – aunque no había dicho nada incómodo a su juicio, Ángelo notó que Camilo estaba sintiéndose mal
  • Recuerdo que Don Carlo me dijo que hacía mal quedándome con Emilio, y que algún día era posible que llegase a lamentarlo – dijo con tristeza

Ángelo sabía que una de las cosas por las que se había destacado su padre, era por su desconfianza, algo que le había heredado. Sin embargo, algo había faltado en su código genético, porque con relación a los niños, él se negaba a verlos como una amenaza y Luciano era una prueba de ello. Era verdad que le había dado, y en realidad le seguía dando, muchos dolores de cabeza, se peleaba con él un día sí y otro también, pero si de algo estaba seguro, era de que a pesar del hipotético trauma emocional o de cualquier especie que hubiese podido causarle al chico, y aun por encima de los posibles trastornos mentales que Alessandro aseguraba sufría Luciano, si había alguien a quien podía confiarle no solo su vida, sino la de todos aquellos a los que amaba, era a él. Y aunque no conocía de trato a Emilio, estaba bastante seguro que aunque según sus genes, era un Tornattore y todos ellos eran por definición unos criminales desgraciados, la crianza que el chico había recibido al lado de Camilo, tenía que haber dado algún resultado positivo si ni siquiera había querido escuchar al enviado de su padre. Por todo lo anterior, iba a responder de acuerdo a sus pensamientos, pero Camilo estaba hablando de nuevo.

  • Pero no lo lamento ni me arrepiento de lo que hice, porque Emilio es un buen chico, Ángelo
  • Estoy seguro de eso
  • No puedo negar lo obvio, pues ambos sabemos que biológicamente hablando, no es mi hijo, pero lo amo igual que a Emilia y no quiero perder a ninguno de los dos

Si había alguien que podía entender a Camilo era Ángelo, porque aunque no había tenido jamás un hijo, amaba a sus sobrinos como si lo fuesen independientemente de sus diversos comportamientos.

  • Camilo, no puedo prometerte que no van a fastidiarnos de la manera que puedan, lo que sí puedo jurarte, es que se lo haremos muy difícil, pero para eso necesitaremos contar con la ayuda de los tres. Tú nos has conocido toda la vida y sabes cómo son las nuestras. Tus hijos y tú mismo están acostumbrados a una libertad que nosotros desconocemos, pero de ahora en adelante, tendrán que someterse a las medidas de seguridad que Luciano les indicará, por lo menos hasta que se resuelva este asunto, si es que realmente esto es obra de los Tornattore, y tal vez mucho más si por el contrario se lo debemos a los enemigos de mi familia. Repito que estoy consciente de que no será fácil, pero es lo único que puedo ofrecerte para proteger sus vidas.

Camilo entendía perfectamente el punto, pues como Ángelo acababa de decirle, no solo los había conocido toda la vida, sino que había sido testigo de primera fila de las muertes de muchos de ellos. De manera que sin importar si le gustaba o no, el cómo se presentaba el futuro, estaba dispuesto a cualquier cosa si con ello evitaba que sus hijos tuviesen un final como el de Franco o Emiliana.




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