Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 36 La isla

 

Guadalupe, julio 2013

Damila se sentía en una especie de limbo y no veía ni sentía nada a su alrededor, pero poco a poco las sensaciones fueron haciéndose más tangibles. Su primer pensamiento consciente fue el de suponer que ya habían partido, porque debido a su aversión a volar, la sensación de vacío en el estómago le indicó que no estaba convenientemente en tierra. No obstante, cuando abrió los ojos, la sensación antes descrita empeoró mucho, pero ahora por efectos de la impresión visual, ya que al ver a los sujetos a su alrededor, los recuerdos recientes saltaron a su memoria.

Si bien hasta hacía relativamente poco, Damila había vivido una vida normal y sin mayores sobresaltos, en los últimos años la misma había cambiado mucho y la amenaza perenne se había instalado en su cotidianidad, de modo que hizo su mejor esfuerzo por no exteriorizar sus muchos temores, de entre lo que destacaba el estado de Giulio y de Ángelo por lo que sabía de la manía que les tenían.

  • Bienvenida – dijo una voz que le resultaba vagamente familiar a Damila, aunque estaba segura que no conocía a nadie allí

Aunque ella no dijo nada, lo que sí hizo fue mirar con atención al sujeto. Tenía buena estatura, edad indefinida y rasgos comunes, de manera que no difería en mucho de cualquiera a quien ella hubiese podido encontrarse en un centro comercial o en el teatro de no ser, porque vestía de una manera bastante similar a los miembros del GA. Sin embargo, y teniendo la experiencia que ya tenía, y después de lo que había sucedido, estaba segura que ninguno de los que estaban en aquella nave calificaba en el rango de común.

  • Parece que nuestra invitada perdió la lengua – dijo el hombre y comenzó a acercarse, con lo que Damila se tensó – A ver bonita, es de buena educación saludar

A pesar de que Damila estaba lógicamente asustada, aquella criatura era sin duda alguna hija de su madre, porque miró al individuo de arriba abajo con sumo desprecio antes de abrir la boca.

  • En primer lugar, mi educación ha sido inmejorable, pero solo la exhibo ante quien la merece, lo que nos lleva al segundo punto, y es que lo cuestionable aquí es la suya por interrumpir tan groseramente mi boda – puntualizó

En ese momento tanto quien le había hablado como el resto de los que estaban allí, rieron.

  • Acabas de perder tu lugar como el tipo más hablador, Vince – dijo otro

Damila pensó que aunque no conocía a este, dudaba que alguien le ganase a Dante o a Gianpaolo.

  • ¡Cierra la boca, imbécil! – exclamó otro
  • Vamos hombre, sabemos que esta chica nunca podría identificarnos – dijo el anterior – Y en cualquier caso, no se supone que regrese de…

Sin embargo, no pudo concluir, porque el que lo había mandado a callar no parecía tener buen carácter, y lo sujetó por el cuello colocando a continuación una filosa hoja en el mismo.

  • Dije-que-te-callaras – silabeó
  • Vamos a calmarnos – dijo el supuesto hablador y luego la miró de nuevo – ¿Ves lo que causas, linda? – preguntó, pero como ella consideró innecesario responder, no lo hizo y él continuó – Veamos, tenemos un aburrido viaje por delante, así que… ¿qué te parece si…?
  • Si da un paso más, o si se atreve a ponerme una mano encima, le aseguro que tendrá dificultades para utilizarla de nuevo – dijo con voz helada causando la hilaridad de los presentes
  • ¿Ah sí? – preguntó él mirándola en forma evaluativa – ¿Y más o menos qué crees que puede hacerme una cosita delicada como tú?
  • Yo tal vez nada, pero hay varios sujetos de muy mal carácter que van a perseguirlo, y le aseguro que van a encontrarlo – dijo con más confianza de la sentía en ese momento y el individuo volvió a reír
  • Veamos muñequita, suponiendo que estés pensando en el pequeño ejército que tiene tu familia, y por si no lo has notado, quienes te tenemos somos nosotros y no ellos, así que eso deja claro quiénes somos los mejores

Damila lo miró con ira manifiesta, porque para ella, y aunque no era una Del Piero de sangre, los miembros del GA eran sus chicos y no estaba dispuesta a aceptar o a tolerar que nadie menospreciase sus habilidades. Sin embargo, bien fuese por la convivencia con individuos tan fríos e hirientes como Ángelo, Piero o Luciano, o porque lo traía en la sangre, ya que Kelly podía serlo en grado extremo en algunas circunstancias, controló su ira y exhibiendo una sonrisa gélida lo miró como quien examina un producto de dudosa calidad.

  • Si estoy aquí ahora es por una combinación de suerte y estupidez, suerte de ustedes y lamentable estupidez mía, que en medio de la confusión, no noté que eran una mala imitación de hombres mucho más inteligentes y eficientes que ustedes. Sin embargo, como dije antes, lógicamente yo no puedo contra esa mole de músculos que deben haberte costado muchas horas en el gym, pero como lamentablemente para ti, claro está, lo seguro es que no ejercitaste con la misma eficiencia el cerebro, suponiendo que la naturaleza haya sido generosa y te haya dotado de uno, vas a sufrir las consecuencias de tus actos.

Cabe suponer que aquellos hombres habían tenido un entrenamiento similar al del GA si se dedicaban a una actividad como aquella, así que sin duda no sería asunto fácil molestarlos, pero Damila pensó, al ver sus rostros, que lo que posiblemente no habían tenido era una educación como la de sus chicos, opinión ésta que se acentuaría al escuchar a uno de ellos.

  • Guao, no estoy muy seguro de que hable nuestro idioma – expresó dejando claro, al menos para Damila, que había entendido poco o nada de lo que ella había dicho




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