Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 42 Pesadilla

 

Guadalupe, julio 2013

11:59 pm

Luciano había recibido el mismo entrenamiento que sus compañeros, pero aunque las diferencias entre ellos y él eran varias, las más destacables y con relación a los primeros Alfa, era que Luciano era quien lo había iniciado más joven por una parte, pero, además, aquel chico había tenido una infancia violenta que lo había marcado de muy distintas maneras y era lo que en opinión de individuos como Bianco por ejemplo, que no se caracterizaba por su piedad, lo habían convertido en la máquina destructora que era.

Los hombres de Ettore por su parte, y aunque no eran tiernas criaturas, sino peligrosos individuos con una larga lista de cadáveres en su haber, y aunque no eran dados a creer en fantasías,  se dijeron lo mismo que le decían los miembros del grupo a Luciano, es decir, que se estaban enfrentando a alguna especie de producto tecnológico mientras veían con creciente espanto cómo acababa con quienes se le oponían, y lo más angustiante resultaba, que nadie podía hacer nada, pues debían ocuparse de sí mismos en un intento por protegerse del ataque de los otros.

 

Punta Dorada, julio 2013

00:20 am

Aquellos que habían sido admitidos a la sala situacional y que estaban viviendo los minutos más estresantes de sus vidas, fueron brevemente interrumpidos.

  • Señor – dijo el BA que había estado con Ángelo – Acaban de  avisar que la señora Rossi dio a luz un saludable varón.

En otras circunstancias aquello sin duda habría sido motivo de alegría y celebración, pero en las actuales, difícilmente.

  • ¿Ella está bien? – preguntó Ángelo
  • Sí señor, según la información recibida, tanto la señora Rossi como el niño se encuentran bien – dijo el chico y Ángelo miró a Mariano
  • Don Mariano, si lo desea…
  • No te preocupes, Ángelo, su esposo y sus padres están con ella, como debe ser – le dijo él

Ángelo asintió girándose hacia Guido, pero este le hizo un gesto negativo, de modo que pensó que quizá luego tuviese ocasión para alegrarse, pero no era en aquel momento y volvió a fijar su atención en lo que estaba sucediendo.

Ángelo y Alessandro ya habían asistido en una oportunidad anterior al seguimiento de una misión, pero en aquella ocasión a diferencia de la presente, solo habían podido escuchar, mientras que ahora estaban viendo todo el asunto como si se tratase de una película especialmente violenta.

  • ¡Jesús bendito! – exclamó Mariano en un momento determinado

Sin embargo, y aunque todos habían visto por una parte, cómo Luciano le cortaba la garganta a un sujeto y casi le arrancaba la cabeza en realidad, y en otra pantalla a Piero en el momento que lanzaba su cuchillo y lo clavaba en el ojo de otro, al menos a los que estaban en aquella sala, eso les importaba muy poco con tal de que lograsen el objetivo. No obstante, cuando Giulio apareció en primer plano, todo manchado de sangre y siendo que no podían determinar si era propia o ajena, Nino palideció y Ángelo emitió una muy grosera maldición en contra del infeliz, pues a su juicio él debía estar con Giulio, pero a diferencia de Nino, él había determinado que Giulio estaba ileso por la forma en la que estaba moviéndose, aún así, a continuación su garganta se secó al ver que otro sujeto se le acercaba por la espalda, sin embargo, éste cayó antes de poder alcanzarlo gracias a la intervención de Emiliano. A pesar de lo anterior, no tendrían ocasión de alegrarse y ni siquiera de pasar el susto, porque de seguido vieron como estaban siendo rodeados por seis hombres, y al menos Ángelo pensó que por muy bueno o hábil que fuese aquel chico, era imposible que pudiese proteger a Giulio de un ataque así, pero la idea no había terminado de formarse en su mente, cuando vieron a Emiliano tirar a Giulio al piso y cubrirlo con su cuerpo mientras una llamarada alcanzaba a los que los rodeaban. El único que identificó de inmediato a Gino fue Nino, pues lo veía a diario, mientras que a Luigi no le importaba quién era, aunque se encargaría de averiguarlo y recompensarlo por su certera intervención. Albano por su parte estaba seguro que nunca había visto ni vería nada parecido a lo que estaba viendo, pero cuando vio a sus propios retoños aparecer en otra de las pantallas y actuando con tanta violencia, estuvo más seguro aún de que sufriría un infarto si continuaba allí. Ángelo dejó de mirar la pantalla donde estaba viendo a Giulio al escuchar la voz de Mauro.

  • Es mala idea, Ícaro, no es una caída muy larga, pero no sabemos qué hay abajo

Ángelo intentó localizar a Silvano en alguna de las pantallas, pero aparte de que eran varias, los hechos estaban desarrollándose a tanta velocidad que resultaba difícil seguirlos todos. Optó entonces por seguir la dirección de la mirada de Mauro, aunque esto le sirvió de poco, porque él no sabía cómo, pero aquel chico parecía estar viendo todo al mismo tiempo.

  • ¡Maldición, Ícaro!

Mauro había emitido aquella exclamación justo cuando Ángelo estaba a punto de preguntar y Alessandro el señaló una de las pantallas, aunque  habría sido mejor que no lo hiciese, porque vieron a Silvano lanzarse por lo que parecía un tragaluz muy grande para ser recibido por una lluvia de balas. No obstante, Carmelo y Lisandro comenzaron a accionar sus armas al igual que Alberto y Fabrizzio a quienes no habían visto, pero que habían aparecido de pronto, después de lo cual los dos primeros saltaron tras Silvano.




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