Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 44 Extracción

 

Guadalupe, julio 2013

Una vez que Luciano vio que izaban a Damila, se desplomó, aunque no perdió el sentido, pero Valentino y Paulo se apresuraron a sujetarlo a él para subirlo también.

  • A…guarden – dijo
  • A1…
  • AL a equipo – continuó él sin prestar atención – Asegúrense de que no quede ninguna evidencia antes de abandonar este lugar
  • ¡Con un demonio, Lucky, sube al maldito helicóptero! – escucharon todos al furioso Mauro
  • Repito – siguió Luciano como si nada y efectivamente repitiendo la orden anterior
  • Copiado AL – dijeron los líderes de grupo
  • Speedy, Bianco – dijo específicamente – No… le toquen un solo cabello a… este hijo de perra ni a los que intentaban… escapar... hasta que…

Sin embargo, no podría concluir la orden, aunque en realidad no necesitaba hacerlo para que todos entendiesen, pero cuando el sonido de su voz se extinguió, fue la de Dante la que perforó los oídos de todos.

  • ¡Maldita sea Danger, sáquenlo de ahí ahora! – ordenó
  • Entendido – dijo Valentino que ya había colocado el gancho del arnés

No obstante, como Luciano estaba semiinconsciente, fue necesario actuar del mismo modo que lo habían hecho con Damila, así que fue sujetado por Valentino y Paulo para poder izarlo. El aire helado de la noche golpeó el rostro de Luciano mientras eran izados, y por un momento pensó que se estaba desprendiendo de su materia, pues la sensación de estar flotando por encima de todo, le resultó conocida y recordada. Mientras eran elevados hacia la nave y como las cosas nunca eran fáciles para ellos, fueron atacados por algunos de los que aún quedaban en tierra, lo que hizo que el entrenado cerebro de Luciano saliese de su corto letargo, y a pesar de su estado, elevase la cabeza para ver si ya los demás estaban a bordo, y como no era así, intentó sacar su arma.

  • ¡Por el amor de Dios, hombre, quédate quieto! – exclamó Paulo
  • ¡Eleva el maldito helicóptero, Zheni! – ordenó Valentino causando la extrañeza de Paulo para quien no era familiar aquel nombre
  • Tal vez no lo hayas notado, Ifrit, pero estoy en ello – le contestó Evangelo

Y efectivamente no solo se estaban desplazando, sino tomando altura. Finalmente y con ayuda de los que ya estaban a bordo, lograron subir a Damila, pero en el momento que Giulio la vio y como cabía esperar, su mundo pareció desplomarse.

Entre tanto en Punta Dorada, los que habían asistido a la transmisión de todo el drama, habían pasado por casi todos los estados de ánimo, desde el horror hasta la ira más violenta, comenzando por Ángelo.

En el momento que habían herido a Damila, él había sentido que el mundo dejaba de girar y que la tierra se abría bajo sus pies, sin embargo, había puesto el dolor en pausa para dar la orden de que Giulio fuese sacado de allí. Saber que Luciano estaba tan mal herido le sentó casi igual de mal, y ver el estado en el que se encontraba Silvano, solo acentuó el dolor que había estado sujetando. No obstante, la ira enmascaró con mucha efectividad lo anterior, y de hecho Alessandro tuvo que sujetarlo cuando Damila dijo que uno de aquellos sujetos le debía algo, porque independientemente de lo que esto fuera, quería ir él mismo a sacarle el corazón, y las cosas se complicaron mucho cuando el infeliz aquel abrió la boca, porque con ello logró que Alessandro estuviese dispuesto a secundar a Ángelo, y ya Luigi y Nino caminaban hacia la puerta sin tener en cuenta, ni ellos ni los otros dos, que aquel fulano estaba a kilómetros de distancia y nada podían hacerle, así que los más ecuánimes, aunque no menos furiosos, Mariano y Albano fueron los que detuvieron a los Genovesse, mientras que los BA presentes se hacían cargo de los otros dos energúmenos que vociferaban insultos en contra de Vince.

Cuando las cosas se habían calmado un poco, una sonrisa maligna y casi idéntica se dibujó en los labios de todos, al escuchar a Damila pedir la cabeza del desgraciado, pero no tuvieron tiempo de disfrutarlo mucho, porque fueron conscientes que tanto ella como Luciano se debilitaban. Cierta tranquilidad les llegó cuando vieron que ya la estaban subiendo al helicóptero, pero al menos en el caso de Ángelo, sintió el urgente deseo de darle una paliza a Luciano por su terquedad, aunque no pudo decir nada y en realidad todos miraron con cierta sorpresa a Mauro que se había puesto de pie y estaba gritando a Luciano, aunque como era natural, según pensó Luigi, aquella mata de arrogancia ni siquiera se molestó en contestar menos aun en obedecer. No obstante, aquel carnaval de emociones no había finalizado, porque cuando comenzaron a subir a Luciano, y aunque en un primer momento no entendieron por qué los informáticos habían jurado por lo bajo y comenzaron a dar perentorias órdenes, enseguida notaron la razón, y sus corazones volvieron a detenerse al comprender que les estaban disparando a los que estaban siendo extraídos. Finalmente aquel peligro fue superado no sin daños, porque varios proyectiles alcanzaron piernas y brazos, aunque no sabían con exactitud los de quienes, pero si creyeron que ahora solo era cuestión de esperar a que llegasen y fuesen atendidos por el personal médico, no podían estar más equivocados, porque al menos para Ángelo, fue un golpe brutal escuchar y ver la desgarradora expresión de Giulio que era una mezcla de ira, dolor y desesperación.




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