Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 50 Órdenes

 

Punta Dorada, agosto 2013

Cuando Ángelo despertó, lo primero que vio fueron los ojos de Alessandro que en aquel momento chequeaba su tensión.

  • Buongiorno pequeño Genovesse
  • Non mi chiamo così sciocco

A pesar de que Ángelo había dejado de discutir por aquello dese hacía mucho, tal vez acabando de despertar, eso fue lo primero que acudió a su mente.

  • Ey, con calma – dijo Alessandro en cuanto Ángelo intentó incorporarse

La discusión fue breve e inútil aunque sirvió para que Ángelo recuperase la estabilidad, después de lo cual se fue derecho al cuarto de baño y unos minutos después Alessandro lo escuchó quejarse por el escaso espacio del mismo. No obstante, como Piero se había encargado de que contase con todo lo que pudiera necesitar, no hubo más motivos de queja, y cuando Ángelo abrió la puerta para reclamar su ropa, Alessandro le alcanzó un perchero con la misma. Al salir caminó hacia la cama y acarició los cabellos de Kelly.

  • ¿Nada aun? – preguntó
  • No – le mintió Alessandro mientras le alcanzaba una taza

Kelly ciertamente había despertado un par de horas antes, pero según Bianco a quien Alessandro había hecho entrar a toda prisa pues recordaba la reacción anterior de Kelly al verlo a él, no había dicho mucho más allá de preguntar por Giancarlo, de modo que consideró poco juicioso decirle aquello a Ángelo.

Un poco después y pensando que ella no iba a despertar de forma inmediata, Ángelo se encaminó primero a la habitación de Damila, pero siendo que ella también seguía dormida, marchó hacia la UCI. En aquel momento y como ya a los chicos les habían permitido ver brevemente a Luciano, quedaban pocos allí.

  • ¿Alguna novedad? – preguntó Ángelo a uno de los gemelos
  • Según Javier se encuentra estable, pero no estoy muy seguro de qué significa eso fuera de que aun respira – dijo Albano que era el gemelo que estaba allí

Ángelo entendía a su sobrino pues a él tampoco le había satisfecho nunca aquella frase, y al igual que Albano la encontraba poco informativa, así que pidió hablar con Javier aunque esto le sirvió de poco ya que el galeno no agregó mucho más, pero al menos lo autorizó a entrar un momento. Ángelo suspiró con resignación mientras le colocaban el equipo estéril preguntándose cuántas veces tendría que pasar por aquello. Desde su más tierna infancia y a raíz de la operación de emergencia que habían tenido que practicarle, él había desarrollado una marcada aversión a las instituciones hospitalarias, pero aun así había tenido que estar en ellas más veces de las que habría querido. No obstante, y aunque como estaba pensando había tenido que estar muchas veces no solo en una clínica sino en la unidad de cuidados intensivos, al ver a Luciano tendido en aquella cama y conectado a una serie de aparatos de los que por el momento dependía su vida, lo hizo sentir terriblemente miserable y por primera vez se cuestionó el haberlo convertido en lo que hoy era, sin tener en cuenta que gracias a eso era que podía dormir tranquilo en las noches al saber que la seguridad de su familia y del Consorcio estaba en las mejores manos. Sin embargo, y como de costumbre, se refugió en la ira para esconder el dolor.

  • Me debes muchas explicaciones infeliz, así que tienes que salir de aquí lo antes posible o voy a apalearte como debí haberlo hecho cuando eras un bambino

Estuvo más tiempo allí del que le habían concedido en principio, pero el personal de la unidad se vio imposibilitado a sacarlo debido a que estaban allí Fabiano, Albano, Dante, Piero y Astor y con ninguno de ellos habría sido juicioso tener un problema.

  • Ci vediamo presto… figlio – dijo antes de marcharse

Pero desatendiendo a las normas que regían para estar en aquel lugar, Ángelo se bajó el tapabocas e inclinándose, hizo algo que no había hecho nunca antes ni siquiera cuando Luciano era un niño y en las ocasiones en las que  él pasaba por su habitación a verificar que estuviese en ella, pues depositó un beso en su cabeza e inmediatamente abandonó el lugar.

Mauro, Favio y Yuri que fueron los únicos testigos de aquello, tenían las bocas abiertas y una clara expresión de incredulidad, porque aunque no eran tan necios como para creer que realmente aquel sujeto odiase al infeliz, tampoco se imaginaron nunca que serían testigos de un gesto de tan familiar afecto como aquel.

  • Cassavacchi, venga conmigo – dijo Ángelo al salir
  • Sí señor – contestó él y con un suspiro de resignación lo siguió

Todos sabían que el informe de la operación estaba muy retrasado, pero teniendo en cuenta que quien lo diese enfrentaría las preguntas acerca de la inclusión de Nikita en el programa, nadie tenía especiales deseos de hacerlo, ya que ninguno de ellos era Luciano y muy posiblemente se haría acreedor como mínimo de un puñetazo y de una larga estadía en un calabozo. No obstante, y aunque no había ninguna operación en marcha, Ángelo se dirigió al centro de control sorprendiendo a los informáticos que aun intentaban procesar lo que acababan de ver.

  • Crak – dijo Dante – conecta el informe y…
  • No vine por el informe – lo interrumpió Ángelo y Dante pensó que las cosas serían peor de lo que imaginaba si iba directamente por el asunto Nikita – Lo que quiero son dos cosas. Primero que comience a organizar el traslado de los niños y de todos los que no requieren atención médica a Aravera, porque asumo que la seguridad de la propiedad ha sido reforzada. Y segundo, que reúna a todos los Rossi en una de las salas y se encargue de que Agostino e Isabella sean traídos aquí.
  • Sí señor – dijo Dante, pero como no se movió, Ángelo elevó una ceja – Con respecto al informe…
  • Olvide el maldito informe y ocúpese de lo que le acabo de ordenar – lo interrumpió él del peor humor
  • Bien, pero tenemos huéspedes y me gustaría saber…




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