Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 51 Difícil

 

Punta Dorada, agosto 2013

Los niños estaban tomando un tardío desayuno, pero a diferencia de lo que les era habitual, lo estaban haciendo de forma ordenada y casi en absoluto silencio, porque si bien era cierto que Franco evolucionaba mucho mejor de lo que incluso los médicos habían esperado, y según lo que les habían informado Damila también progresaba y Kelly solo estaba dormida porque necesitaba descansar, no era menos cierto que sus pequeños corazones seguían encogidos por la situación de Gianpaolo a quien con el trato cotidiano no solo se habían habituado sino a quien profesaban sincero afecto, y en el caso de Luciano y a pesar de que no lo veían todos los días, al menos la mitad de ellos lo que profesaban al señor simpatía era adoración. De manera que el cuadro era casi desolador y las madres de las criaturas comenzaron a preocuparse.

La situación de los jóvenes adultos no era mucho mejor y tal vez peor, porque a ellos les habían explicado con más detalle las condiciones en las que se encontraban los dos GA y las pocas esperanzas que tenían de que lo lograsen.

Ana había recuperado la calma, pero Camilo había ordenado reposo dada la facilidad con la que la chica se alteraba y eso podía ser perjudicial para su embarazo. Francesca, Vladislav y Cristian habían pasado las peores horas de sus vidas cuando se enteraron de cómo había llegado Damila, y fue a Vittoria a la que le tocó sostenerlos a los tres hasta casi el agotamiento. Lía y Aurelia de quienes se habían encargado era de sus hermanos y primos mayores, porque aquellos individuos lo único que querían era ir directamente por la cabeza de cuanto Madonia hubiese sobre la faz de la tierra y arrancársela con sus propias manos.

Una vez que todos habían llegado a la base y que los heridos habían sido ingresados a la unidad médica, fue necesario darle un sedante a Melisa ya que entró en estado de desesperación cuando le prohibieron ir tras Fredo. Gloria y Julián no se habían separado de ella, pero apenas la chica despertó comenzó de nuevo el calvario pues lo único que quería era que le permitiesen ir a ver al GA.

  • ¿Madre, me puedes explicar qué está sucediendo aquí? –  preguntó Julián de muy mal humor – Entendería esa actitud con Milita, pero ciertamente…
  • Hijo – lo detuvo Gloria – estoy tan sorprendida como tú
  • Vamos mujer, eres su madre y algo tienes que saber de ese tal Fredo
  • Julián, tú conoces a tu hermana, se pasa una semana hablando de cualquier chico guapo que conozca y sería una tarea ímproba llevar un listado, pero te aseguro que aunque habló mucho y de varios de los hombres de esta familia, no recuerdo que haya hecho especial mención a este

Y aquello era puntualmente cierto, porque Melisa y aunque en opinión de Damila, se había enamorado de Fredo nada más conocerlo, si bien a ella le hablaba tanto de él que Damila terminaba por acomodarle un porrazo en la cabeza y decirle que aterrizara, no lo hacía con nadie más, de manera que Gloria estaba en lo cierto cuando decía que su hija le había hablado mucho y en los términos más exaltados de los sobrinos del señor Del Piero y de este mismo, y aunque Gloria podía coincidir con su hija en la opinión que sustentaba en cuanto a la apostura y simpatía de los chicos, nunca soportó a Ángelo y encontraba a Giancarlo mucho más simpático y definitivamente cien veces más atractivo, pero aunque debió conocer a Fredo, sinceramente no le había prestado atención y siendo que Melisa nunca se lo mencionó, no tenía ni la más mínima idea de qué estaba sucediendo, y como la única que habría podido aclararlo todo no podía, seguirían haciéndose las mismas preguntas. No obstante, las cosas se le complicaron cuando Ángelo ordenó preparar los traslados a su lugar de origen de todos los que habían sido llevados al refugio, porque si bien Julián y Gloria no solo querían marcharse sino que tenían que hacerlo por cuestiones de trabajo, Melisa se negó en redondo y recabó la ayuda de Nino para irse a hablar con Ángelo. Evidentemente y siendo que Ángelo sabía que aquella era la mejor amiga de Damila, asumió que la chica no quería marcharse hasta estar segura que Damila estaba bien y fuera de peligro, así que la autorizó a quedarse. Gloria y Julián intentaron protestar, pero como legalmente ya no podían decidir por ella, tuvieron que marcharse dejándola allí.

El bebé de Enzo y Camelia había nacido en la madrugada del 31, es decir, cuando la operación de rescate estaba en marcha, de manera que si bien Alfredo y Angélica estaban al tanto de la desaparición de Damila, consideraron imprudente decírselo a Enzo. Sin embargo, en la mañana cuando Enzo encontró a sus padres llorando y como él acababa de estar con su mujer y su hijo, su cabeza se llenó de espantosas imágenes de su hermano gravemente herido o quizá muerto, pues él había visto a Ángelo en el refugio y sabía que estaba bien.

  • ¿Papá? – preguntó acercándose a la pareja

Alfredo y Angélica se miraron y aquello disparó aún más la preocupación de Enzo.

  • ¿Fredo está bien? – preguntó ahora
  • Sí, tu hermano está bien figlio
  • ¿Y entonces?
  • Se trata de…
  • ¡¿De quién?! – gritó sujetando a Alfredo al ver que vacilaba
  • Mila

Fue necesario que Alfredo lo sujetase, porque Enzo pareció perder la fuerza al escucharlo y las imágenes de un Fredo ensangrentado fueron sustituidas por las de Damila en iguales condiciones, pero las cosas empeoraron mucho a medida que Alfredo avanzaba en su relato, porque para Enzo eran inmanejables las situaciones en las que alguien a quien quisiese estuviese herido o aquejado de cualquier enfermedad que lo recluyese en un centro asistencial, pero de eso pasó a la más violenta de las iras al saber que la chica había sido secuestrada para caer de nuevo en la sensación de terror que le produjo el saberla gravemente herida. De los tres hijos de Alfredo, Ignacio era violento en casi cualquier circunstancia, Fredo era inquieto, volátil y siempre estaba metido en un lío u otro, mientras que Enzo era en apariencia tranquilo, ecuánime y poco dado a la violencia, pero era solo eso, en apariencia, porque aunque también era muy sensible, cuando lo molestaban mucho el causante podía descubrir de la forma más cruel, dolorosa y letal lo muy peligroso que resultaba una conducta como esa, porque Enzo seguía siendo un Rossi. Por todo lo anterior, Alfredo no la tuvo fácil para calmarlo, y una vez que recibieron la noticia de que Damila estaba en recuperación, Enzo quería irse a quitarle la cabeza a Luciano sin tener en cuenta que en principio eso era muy improbable tratándose de quien se trataba, y segundo que Luciano estaba mucho peor que Damila. No obstante, Alfredo logró mantenerlo en la clínica hasta que les avisaron que Damila había despertado y que ya podían verla, de manera que le pidió a su madre que se quedase con Camelia y él marchó al refugio junto con Alfredo.

  • Este no es un buen momento señor Rossi – dijo el BA que había sido rápidamente enviado en sustitución temporal de Piero y que se encontraba en el pasillo
  • ¿Por qué? – preguntó Enzo con preocupación aunque el chico se había dirigido a Alfredo – Nos avisaron que ya había despertado y que estaba bien
  • Así es, pero el señor Del Piero está conversando con ella ahora – dijo el BA




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