Destino de Sangre (libro 12. La Boda)

Cap. 57 Después

 

Punta Dorada, agosto 2013

Giulio miró la hora y arrugó el entrecejo haciendo que Damila lo mirase a él con preocupación.

  • ¿Qué sucede G?
  • Es tarde
  • ¿Tarde? ¿Tarde para qué?
  • Normalmente a esta hora ya Fredo está aquí
  • Tal vez se quedó dormido
  • No, eso no es posible – dijo él y ahora fue el turno de Damila para juntar las cejas
  • Vamos G, ninguno de ellos es una máquina y perfectamente pudo haberse quedado dormido, el hecho de que sean entrenados para…
  • No se trata de eso mi amor – la interrumpió él – lo que sucede es que a pesar de que le dio mucho trabajo a sus padres porque ciertamente o nació siendo madrugador, al final se habituó, pero más allá de eso y en las presentes circunstancias, no es normal que se haya quedado dormido.

Aunque a Damila seguía pareciéndole que independientemente de las circunstancias como había dicho Giulio, cualquiera podía tener más sueño de lo habitual cualquier día. Aun así, no dijo nada cuando Giulio le dijo que iría a ver qué le sucedía.

  • ¿Cabarella, ha visto a Fredo? – le preguntó al salir
  • No señor
  • Averigüe dónde está
  • Sí señor – contestó – Bite, dame la ubicación de Atila
  • En su habitación – contestó Mauro con rapidez, porque en cuanto había escuchado a Giulio, le había pedido la información a Aniello que era el informático del Alfa 4
  • Aún está en su habitación, señor

Aquello no gustó en lo más mínimo a Giulio pues eso confirmaba sus temores en cuanto a que algo le sucedía a Fredo.

  • ¿Y dónde está eso?

A pesar de que lógicamente Giulio ya había estado en aquel lugar en anteriores ocasiones, no tenía ni la más mínima idea de dónde dormía Fredo, de manera que Piero solicitó la presencia de un BA que sería quien conduciría a Giulio hasta el área de descanso del personal.

Bianco que había escuchado la conversación y que había estado muy preocupado por la necedad de Fredo de ponerse a beber estando medicado, la emprendió en contra de Astor que había sido quien decidiese no inmiscuirse.

  • Déjame en paz Raider, no soy su nana y si el infeliz tenía deseos de destruir su hígado, no iba a obedecer a nadie
  • Vamos hombre, está en una silla de ruedas y…
  • Ya deja de fastidiar Raider – intervino Piero – ese individuo es peligroso hasta dormido, y si está furioso y lo estaba después de la injusta diatriba que le largó AG, que tú escuchaste por cierto, créeme que no era juicioso que nadie se interpusiese entre él y lo que quisiese hacer así fuese lanzarse por un precipicio
  • Estás diciendo estupideces Ice, porque un buen puñetazo suele acomodarle las ideas al más necio
  • Claro, pero te recuerdo que cuando yo transité ese camino, la criatura se lo cobró en cuanto le fue posible

Mientras ellos discutían por sus DTR, Giulio había sido conducido hasta la habitación de Fredo. Como ya se ha dicho con anterioridad, Giulio solía preocuparse más bien poco por los demás y la mencionada preocupación se circunscribía a un reducido círculo de personas del que Fredo formaba parte, de manera que al comprobar que seguía en la cama, se fue derecho hacia esta.

  • Fredo – dijo sacudiendo su hombro – ¡Fredo! – repitió un poco más alto
  • ¿Mmmm?
  • Vamos hombre, despierta
  • Succede?

Si Giulio hubiese sido alguno de los padres de Fredo, un tío o incluso alguno de sus compañeros de trabajo, se habría alarmado porque en condiciones normales y cuando Fredo era sacado del sueño en forma intempestiva, su primera pregunta siempre era: ¿Giulio está bien? Sin embargo, cabría suponer que como quien lo estaba despertando era el individuo en cuestión, tal vez su adormilado cerebro tuvo oportunidad de notar esto.

  • ¿Te sientes mal? – preguntó Giulio
  • Me duele…
  • ¿Qué? ¿Qué te duele? – preguntó comenzando a desesperarse
  • La cabeza
  • Voy por…
  • Espera bambino – lo detuvo intentando incorporarse – ¿Quieren callarse todos? – preguntó y Giulio lo miró con extrañeza aunque le tomo solo unos segundos entender que se dirigía a sus compañeros

Y así era, porque en cuanto estuvo bien despierto y siendo que no se había quitado el DTR, comenzó a escuchar a los demás que seguían en su discusión. Después de eso volvió a mirar a Giulio que se había quedado en actitud de espera cuando él lo detuvo.

  • ¿Podrías alcanzarme la silla, por favor?

Giulio asintió y se dirigía hacia donde estaba la silla cuando prestó atención al desorden de ropas y fue cuando vio también una botella en el piso.

  • ¡Alfredo Rossi!
  • Te agradecería… – comenzó pero el otro lo ignoró
  • ¡Estuviste bebiendo!
  • Giulio, la cabeza me está matando, así que…




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