Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 2 Recién casados

 

Europa, agosto 2013

Cuando Damila despertó, lo primero que vio fueron los brillantes ojos verdes de su marido.

  • ¿Acaso me salió un ojo en la frente? – le preguntó
  • Si así fuera, sería tan hermoso como los otros dos, il mio amore – le contestó él besando la punta de su nariz

Damila sonrió y se estiró en la cama tapándose luego hasta la cabeza como solía hacerlo siempre. Uno de los pleitos de Kelly durante toda la vida de Damila, había sido precisamente por la reticencia de su hija a abandonar la cama en las mañanas, y como Giulio sabía esto, al verla enrollarse en las mantas sonrió e intentó destapar su cabeza.

  • G, seguramente es madrugada, déjame dormir cinco minutos más

A diferencia de lo que solía ocurrir con su madre, Damila escuchó a Giulio reír.

  • No tengo problemas con eso, bebé – le dijo – con lo que los tengo es con que no me dejes mirarte mientras lo haces, así que por mí puedes dormir todo el día si quieres siempre y cuando no me prives de mirarte

Damila se descubrió la cabeza y abrió un ojo, pero sintió el ya muy familiar vacío en el estómago al ver la radiante sonrisa de Giulio. Damila se había preguntado muchas veces si siempre iba a sentir lo mismo cuando lo mirase, pero como no tenía una respuesta para eso, se dijo que no le quedaba más remedio que esperar para enterarse, aunque esperaba que siempre fuese así. Se giró un poco acurrucándose contra el cuerpo de Giulio.

  • ¿Cuál es tu prisa por levantarte? – le preguntó
  • Absolutamente ninguna – contestó él

Y ciertamente si antes no la había tenido, ahora la tenía mucho menos, porque en cuanto su piel entró en contacto con la de ella, cualquier posible e improbable otro interés se había ido a paseo, siendo sustituido por otro mucho más urgente y definitivamente a su alcance.

Damila no tenía ni la más remota idea de la hora que era, y posiblemente Giulio tampoco, porque no se había molestado en averiguarlo, de manera que a eso de las tres de la tarde y siendo que ya hacía más de veinticuatro horas que habían llegado, Kelly consideró prudente que por lo menos comiesen algo y envió a Anita con comida.

Como los chicos se habían quedado dormidos de nuevo, la empleada tuvo que llamar en varias ocasiones, aunque no estaba obteniendo ningún resultado.

  • Pierdes tu tiempo – escuchó que decía Fredo que seguía del peor humor – Ese infeliz no despertará aunque la casa se esté cayendo

A pesar de que en otras circunstancias Fredo simplemente habría seguido de largo, estando como estaba no se paró en consideraciones y se dispuso a abrir la puerta. Dinka y Giove que estaban de guardia en el pasillo, se miraron con sorpresa, pero siguiendo las recomendaciones de Piero y no por obediencia precisamente, sino porque habían visto cómo le había ido a Leonardo la noche anterior, guardaron prudente silencio, aunque les parecía que Fredo iba derecho a meterse en un gran lío. No obstante, bien fuese por consideración y respeto, o porque todavía le quedaba un mínimo de instinto de conservación, Fredo solo asomó la cabeza con cautela y llamó.

  • ¡Giulio!

Sin embargo, la primera en despertar fue Damila quizá más acostumbrada a que su madre la llamase casi siempre desde la puerta, y aunque no la estaban llamando a ella, lógicamente la voz que en primera instancia le había resultado inusual aunque familiar, pareció descorrer el velo del sueño y se incorporó con rapidez.

  • ¿Qué sucede?

Fredo no tendría ocasión de contestar, o al menos no antes de que Giulio se incorporase también pero con más violencia y aferrase el cuerpo de Damila.

  • Tranquila bebé, yo estoy aquí

Si bien Giulio no había despertado con los golpes en la puerta ni con el llamado de Fredo, sin duda el sentir el repentino vacío en sus brazos sí lo sacó del sueño en forma inmediata.

  • Giulio… – estaba diciendo Fredo casi al mismo tiempo, pero se detuvo al escuchar la voz de Giulio

El susodicho pareció registrar finalmente lo que estaba sucediendo y la emprendió en contra de Fredo.

  • ¡G! – lo detuvo Damila y miró hacia la puerta que permanecía entornada – ¿Qué sucede, Fredo? – preguntó de nuevo
  • Nada – dijo él – es solo que alguien consideró que debían comer
  • ¡Eres un…! – comenzó Giulio de nuevo pero su mujer le colocó la mano en la boca
  • De acuerdo, gracias – dijo Damila – Bajaremos en un momento
  • No es necesario, ordenaron que les subiesen la comida

Dicho esto empujó la puerta y le hizo señas a la azorada Anita para que entrase. La chica lo hizo, pero se esforzó por no mirar hacia la cama; dejó el carrito con las bandejas y abandonó la habitación a toda velocidad. Después que Damila riñó a Giulio por haberle gritado a Fredo, salió de la cama dirigiéndose hacia el baño, algo que no hizo precisamente más feliz a su malcriado esposo que enseguida fue tras ella.

  • Fuera de aquí, G – le ordenó – quiero bañarme
  • Yo también – dijo él
  • Bien, pero tendrás que esperar a que yo lo haga
  • No veo razones para ello, hay suficiente espacio para ambos – dijo con una sonrisa maligna y mirada lasciva
  • G…
  • Y en realidad no se necesita de mucho espacio para lo que tengo en mente – agregó interrumpiéndola




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