Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 3 Planes

 

Punta Dorada, agosto 2013

Una vez que los recién casados se marcharon, las cosas en Aravera comenzaron a retornar a la relativa normalidad, porque siendo que los chicos estaban de vacaciones, durante todo el día se escuchaban gritos, se veían niños corriendo, peleando o alborotando por toda la casa, de manera que esto mantenía a Kelly muy ocupada y no le permitía resentir la ausencia de su hija. En anteriores ocasiones y cuando Damila se había ido de vacaciones con JC, esto había afectado mucho a Kelly, pero aparte de lo anterior, el hecho de que Damila la llamase casi a diario y que la supiese bien y feliz, había contribuido mucho a su tranquilidad.

Ángelo por su parte, había retornado a sus antiguas costumbres, es decir, casi no dormía, se levantaba temprano, hacía una hora de ejercicio y luego se iba a las oficinas del Consorcio sumergiéndose en los mil y un asuntos que siempre estaban pendientes. A pesar de que ya hacía un tiempo que Giulio y Antonio se ocupaban de casi todo y él solo se encargaba de revisar las cosas, no le supuso un gran esfuerzo retomar sus actividades puesto que era algo que había hecho toda la vida, pero si bien esto lo mantenía ocupado durante el día, las noches se habían vuelto catastróficas. Ángelo abandonaba las oficinas del Consorcio muy tarde, se iba a casa y rara vez cenaba, sino que se encerraba en el estudio y ni siquiera le permitía a Alessandro hacerle compañía.

Enzo se había trasladado a Monte Alto a pesar de que Ángelo se había opuesto argumentando que aquella sería una situación temporal y que no había necesidad de sacar a Camelia y al bebé de su entorno, pero Enzo no lo escuchó y se instaló allí con su pequeña familia. Ciertamente para Camelia no estaba resultando sencillo habituarse a aquella soledad, pues ya se había acostumbrado al bullicio y al constante entrar y salir de chicos y jóvenes de la casa, a los pleitos de Giulio por cualquier cosa imaginable y al calor familiar de los Rossi, pero aun así y entendiendo la situación de Ángelo, no había objetado el traslado. Pero a pesar de las buenas intenciones de Enzo, tampoco a él se le permitía acompañar a Ángelo durante aquellas largas noches de soledad y alcohol, lo que hizo que todos comenzasen a preocuparse.

Ángelo le escribía todas las noches a Kelly, al igual que lo había hecho años atrás cuando no era suya, de manera que era lo primero que ella veía al encender su portátil, aunque aún no le había contestado ni una sola vez. Después del primer mes en aquella situación, Ángelo retomó lo que llamaba la medieval costumbre de ir a Aravera cada día para cenar, y aunque no todas las veces Kelly se dignaba a bajar, él tenía que conformarse con las veces que lo hacía.

Otra cosa que hubo que modificar, fueron los planes que había hecho con relación a Samuel, y para ello tuvo que procurarse la ayuda de Albano.

  • ¿Me llamaste? – le preguntó su hermano un par de días después que la parejita se había marchado
  • Sí. Nunca te he pedido nada Albano, pero…
  • Lo que sea dalo por hecho – lo interrumpió él muy consciente de lo mucho que le costaba a Ángelo pedir algo

Aparte de lo anterior, Albano también recordaba que aunque Ángelo nunca había sido del tipo sentimental o cariñoso, siempre había estado allí apoyándolos y eran muchas las veces que Ángelo los había sacado a él, a sus hijos y a Fedele de los más horrorosos líos. De manera que si ahora tenía la oportunidad de retribuirle en algo, aunque solo fuese una milésima parte de lo que él había hecho por todos ellos, estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario. Ángelo se lo agradeció y pasó a explicarle lo que necesitaba. Aunque Albano quería ayudarlo y sabía además el mal momento por el que estaba pasando, al escuchar su planteamiento encontró algunos fallos de importancia en el mismo.

  • No tengo problemas en hacer lo que me pides, pero Kelly no es tonta Ángelo, así que no tardará en notar que en verdad yo no conozco  a ese individuo y no se sostendrá la versión de que es mi amigo – le dijo

Ángelo juntó las cejas, porque él sabía incluso mejor que Albano que engañar a su mujer era un asunto difícil y complicado, pero más allá de eso, sabía también, que cuando Kelly descubriese todo el asunto y eventualmente lo haría, podía emprenderla en contra de Albano y no quería eso tampoco. Sin embargo, como Albano entendía a Ángelo y realmente quería ayudarlo, puso a trabajar su cerebro que si bien quizá no era tan bueno como el de Ángelo para inventar cosas, ante la necesidad hizo su mejor esfuerzo y lo consiguió.

  • ¡Lo tengo! – exclamó un poco más tarde ese día y entrando cual vendaval en el despacho de Ángelo
  • ¿El qué? – preguntó éste que de momento se había olvidado de lo que habían hablado en la mañana
  • El cómo haremos para llevar al individuo ese a casa – le dijo

Ángelo elevó una ceja y Albano comenzó a exponer su idea, misma que suponía involucrar a Luigi en todo el asunto. A Ángelo no le gustó mucho eso último, porque él parecía seguir pensando en todos sus sobrinos como en niños y que era su responsabilidad protegerlos, sin embargo, tanto insistió Albano en que era la mejor manera que terminó por convencerlo y llamaron a Luigi.

La primera cosa que se preguntó Luigi al entrar al despacho, era si había hecho algo mal, porque encontrar a su padre y a su tío esperándolo no le parecía un buen augurio. Desde hacía un tiempo, las estrictas normas que Ángelo le había impuesto se habían relajado un poco, así que ahora se le permitía salir, aunque Hans se mantenía atento. Luigi se había alegrado mucho cuando su tío lo había llamado a su despacho para decirle aquello, pero después de un par de visitas al club, se encontró preguntándose qué le había encontrado de divertido a aquello, y la primera vez se había pasado más de la mitad del tiempo que estuvieron allí, pensando en los proyectos que tenían en marcha, y en la segunda ocasión, y aunque estaba en compañía de una linda señorita, su mente había estado ocupada buscándole solución a un problema de espacio que tenía con los planos del nuevo proyecto habitacional, así que cuando la solución pareció abrirse camino, se despidió  toda prisa de la chica y corrió hacia el edificio del Consorcio, para extrañeza de Hans, y se pasó casi toda la madrugada terminando los planos. Hacía un par de noches y siendo que había estado trabajando sin descanso ya que la lesión en su brazo lo había mantenido inactivo unos cuantos días, había decidido distraerse un rato, pero con la mala suerte de que aquella noche se efectuaba en uno de los salones del club una fiesta que sus organizadores habían llamado “Orgullo Gay”. Hans lo había mirado sin expresión alguna cuando se detuvieron ante las puertas del salón, pero a pesar de la mencionada falta de expresión, Luigi casi podía ver lo que el GA estaba pensando, así que juntó las cejas en un gesto harto familiar para todos los que trabajaban para los Del Piero-Genovesse.

  • Deja de mirarme así, porque no soy Gay
  • Yo no he dicho nada – dijo Hans
  • Ni falta que hace – dijo él girándose y comenzando a caminar hacia otro de los salones




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