Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 6 Luciano

 

Punta Dorada, agosto 2013

Una vez que Luciano había recobrado la consciencia, y aunque ésta no era plena, Silvano se había apresurado a rendir el primer informe a sabiendas de la inutilidad de esto, sin embargo, y si bien Luciano no había sido capaz de retener toda la información, Silvano se sorprendería por la precisión con la que recordaría algunos detalles. De modo que cuando Dante rindió su informe completo, Luciano elaboraría un plan de acción en forma inmediata. Lo primero que hizo fue ponerse en comunicación con Misael para asegurarse qué tan mal le había ido, porque, aunque sabía que el chico seguía en una sola pieza, el informe incluía el hecho de que éste había tenido que noquear a Damiano para retenerlo y evitar que saliese corriendo para estar con Kelly, pero cuando había despertado y siendo que no había olvidado a quien le debía el sueño, se lo había cobrado con la resultante para Misael de un brazo fracturado y una leve conmoción cerebral, y si no le había ido peor, era porque los demás estaban de vuelta y habían evitado males mayores. A pesar de que Damiano no era del tipo que iba por ahí apaleando a sus compañeros ni siquiera a incordios como Dante, era de la clase que veneraba su trabajo, y en el caso de Kelly, era más que simple trabajo para él. Aun así, soportó con estoicismo la reprimenda de Luciano y no protestó por el arresto severo que éste le impuso.

Después de eso, Luciano hizo venir al AF y escuchó la parte del informe que correspondía a su participación en la operación, misma que no se había limitado al trabajo de rescate, sino a la recolección de evidencia relevante y destrucción de la que no lo era. Una vez hecho esto, informó a los Dallano su nueva asignación ordenándoles permanecer en el refugio hasta que ésta diese inicio.

En cuanto llegó la silla que había ordenado, todo el GA supo que había concluido el brevísimo tiempo de descanso, si es que podía denominarse de aquel modo, pues aunque fuese sobre ruedas, Lucky estaba en activo de nuevo.

Aunque casi todos habían hecho groseras apuestas sobre quién sería el primer objetivo de Luciano, quienes ganaron las mismas fueron Dante y Albano, demostrando que conocían mejor al personaje en cuestión, porque mientras la mayoría de los chicos habían apostado que iría por Ettore, los anteriores dijeron que lo haría por el sujeto al que Damila había sentenciado. El único que no estaba especialmente feliz con eso era Silvano, porque, aunque él no había apostado ya que sabía con la misma seguridad que Dante y Albano por quién iría Luciano, era algo que quería hacer él mismo, de modo que cuando Dante y Luciano desembocaron en el pasillo de las celdas, se lo encontraron recostado de la pared. Como Dante solía apostar sobre todo lo imaginable, miró mal a Luciano.

  • Eres un aguafiestas, Lucky – le dijo con fingido disgusto
  • Lo conozco tan bien como tú y quizá mejor – contestó él y luego se dirigió a Silvano – Fuera de aquí, Ícaro
  • ¿En serio? – preguntó y Luciano elevó una ceja – Prometo controlar mi genio
  • Eso no te lo crees ni tú, porque sabemos que tu genio parece tener vida e independencia propias, así que largo.
  • Si quieres, puedes esposarme
  • Ah sí, es algo que siempre querré hacer, el problema es que no tengo tiempo para perderlo cargándote de cadenas y sabemos que es la única manera de que el resto de tu persona no haga estupideces
  • ¿Estupideces? Darle una buena sacudida a ese mal nacido no califica como estupidez
  • Tu concepto de sacudida es enviarlo directo al sepulcro
  • Algo que sucederá lo mismo, porque es justamente donde lo enviarás
  • Claro, la diferencia es que conmigo le costará algo más de tiempo llegar a él
  • Diez a uno a…
  • ¡Cierra la boca, Speedy! – exclamaron ambos

Mientras Luciano y Silvano seguían su discusión, el comunicador de Dante colapsó, porque todos los chicos estaban preguntando a quién, pero ni bajo tortura lo habrían hecho por sus DTR, así que Dante tecleó con rapidez: Ícaro. En aquella oportunidad las ganancias de Dante no serían tantas, porque a pesar de que tenía razón y Silvano se saldría con la suya, muchos de sus compañeros le apostarían también al joven señor Del Piero, y no porque Luciano fuese del tipo que se dejaba convencer, sino porque aquel chico era un Del Piero.

Aquella primera entrevista fue un tanto problemática, y quien más trabajo tuvo fue Dante, porque Luciano había tenido razón y Silvano tuvo todos los problemas del mundo para controlarse, ya que si bien tenía el mejor entrenamiento, lo que no tenía era paciencia y menos estando Damila de por medio, de manera que en conjunto, y aunque alguien habría podido pensar que el infeliz prisionero había tenido suerte de que Silvano no le quitase la cabeza ese día, bien mirado la suerte habría estado en que lo hubiese hecho, porque aparte de que eventualmente terminaría perdiendo la mencionada cabeza, no lo haría antes de perder otra buena cantidad de partes de su cuerpo y con el mayor sufrimiento, convirtiéndose así en otro de los muchos testigos del pésimo asunto que era caer en manos de Luciano, aunque nunca podría decírselo a nadie.

El próximo en recibir la visita de Luciano fue Milos. Una vez que Milos se había recuperado, algo que había sucedido con bastante rapidez debido a que su herida no había sido muy seria, fue trasladado a una celda, y aunque estaba en mejores condiciones que su primo Ettore, seguía estando prisionero y no muy seguro con respecto a su futuro. Él se había pasado casi media vida entrando y saliendo de prisión, pero nunca había estado en sus cinco sentidos cuando entraba a ellas, de manera que en esta ocasión estaba auténticamente preocupado. Durante el brevísimo tiempo que duró su estadía en el área médica, tuvo oportunidad de escuchar algunas cosas con respecto a Damila, y aunque en realidad no la conocía pues su trato con ella había sido de cortísima duración, le quedó claro que en verdad aquella chica era muy importante para los Del Piero, así que se alegró de haber tomado la decisión correcta al intentar ayudarla, aunque ni él mismo tenía muy claro por qué lo había hecho, pero en las presentes circunstancias, eso podía hacer la diferencia entre vivir o morir. Aunque Milos nunca se había visto inmerso en un asunto tan peligroso como el reciente, y de hecho, se había negado a tener nada que ver con la ancestral guerra que sostenían sus parientes con aquellos anónimos enemigos, no le había pasado desapercibida la peligrosidad de los sujetos que trabajan a las órdenes de los Del Piero, especialmente la del que parecía uno de los jefes a quien la pequeña señora Del Piero había pedido la cabeza de uno de los hombres de su primo. De manera que, y aunque tenía la esperanza de poder salir de allí entero, cuando lo vio aparecer en su celda, las anteriores disminuyeron mucho.




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