Punta Dorada, agosto 2013
Las silenciosas naves descendieron unos cuantos metros, y la mayoría de sus ocupantes se lanzaron corriendo a continuación hacia sus posiciones.
El informático hizo un gesto de asentimiento y comenzaron a avanzar. Aunque los ocupantes de la casa habrían podido pensar que la misma estaba convenientemente oculta por los árboles que la rodeaban, esta circunstancia lejos de representar una ventaja para ellos, para quienes constituía una era para los Alfa, ya que aquellos que tenían altas marcas en blancos a distancia, se posicionaron allí mientras sus compañeros se preparaban para el asalto.
Independientemente de lo que los Tornattore hubiesen pensado, o de si estaban preparados o no para defender aquel lugar, eso resultaría irrelevante ante el preciso y coordinado ataque, porque apenas unos minutos después de iniciado, los Alfa habían barrido en forma rápida y silenciosa a todos los vigilantes. Siendo que su información era precisa y completa, ubicaron a todos los miembros de la familia quienes fueron sacados de sus camas con escasa delicadeza, y fue con Genaro con quien se detuvieron un poco más, no por generosidad, sino por lo contrario.
Si bien Favio era frío, controlado y se apegaba a las órdenes, en aquel momento y cuando Genaro intentó decir algo, descargó un soberbio puñetazo en su rostro, pero eso no detuvo a Genaro.
Genaro Tornattore no era del tipo que iba haciendo amigos por ahí, y sí muchos enemigos, de manera que estaba haciendo un rápido repaso mental de los últimos, pero aquella era una tarea ímproba ni siquiera con ayuda.
Muchas personas que han pasado por situaciones peligrosas y han salido de ellas, suelen utilizar la frase: Vi la cara de la muerte. Este sin duda era el caso de Genaro, porque Favio se había ido acercando a él nuevamente mientras hablaba y había finalizado colocándole la boca de su automática en la frente. No obstante, no la accionó, sino que descargó otro golpe en el rostro de Genaro enviándolo a la inconsciencia, de manera que si bien el individuo no había muerto ni moriría ese día, no había modo de que su final fuese otro, el problema, o al menos para él, sería que aunque desearía haber muerto en aquel momento, el camino hacia su deceso sería largo, tormentoso, e inhumanamente doloroso en todos los sentidos posibles.
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Ángelo desistió de intentar comunicarse con Favio y llamó a Mauro. No era que no confiase en éste, pero por algún motivo que posiblemente estaba relacionado con el hecho de que Mauro hubiese sido amigo de Luciano desde antes de ingresar al grupo, una vez que Favio lo había hecho, siempre se comunicaba con este cuando necesitaba cualquier cosa, y esto podía ir desde un nuevo móvil hasta la ubicación del infeliz. Mauro cerró brevemente los ojos y maldijo para sus adentros preguntándose por qué demonios Ángelo había tenido que escoger justamente aquel día para necesitar a Favio, pero más allá de eso y estando bastante seguro del motivo de su llamada, quería apalear a Luciano.
Mauro emitió un exageradísimo suspiro y cogió su móvil, algo casi innecesario, porque apenas conectó, la voz de Ángelo se escucharía con claridad a varios metros de distancia.
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Editado: 26.06.2022