Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 10 Primera impresión

 

Punta Dorada, septiembre 2013

Si bien Kelly se había avenido a prestar su colaboración para hablar con Luigi y “convencerlo” de que no se pusiese difícil y aceptase ser tratado por otro psiquiatra, lo que no había esperado era no tener ningún problema con ello.

  • ¿Por qué habría de oponerme? – le había preguntado Luigi
  • Entiendo que algunas personas no se sienten muy bien teniendo que cambiar de terapeuta – dijo ella con rapidez intentando ocultar la sorpresa – Pero me alegra que estés dispuesto a aceptarlo – agregó y Luigi la miró durante unos segundos
  • Si tío Gianni consideraba a este sujeto bueno en lo que hace y confiaba en él – puntualizó – entonces yo también estoy dispuesto a hacerlo, porque también sé que tío Gianni nunca haría nada para perjudicarnos

Albano que se había mantenido alerta, pensó que su hermano era un excelente mentiroso, mientras que Hans que sabía que al menos en eso no estaba mintiendo, y lo que sí estaba era dispuesto a hacer lo que decía, deseó que aquel individuo fuese tan bueno como Giancarlo parecía haber creído, tanto por el bien de Kelly como por el de Luigi.

El asunto era que por una parte Kelly estaba contenta de que Luigi no hubiese puesto objeciones, con lo que no lo estaba era con tener que tratar ella misma con aquel individuo. En principio y bien mirado no habría tenido que ser así, porque aquella casa era enorme, pero dada la educación que ella había recibido, había cosas de las que resultaba difícil desprenderse, y una de ellas era su deber como anfitriona, y aquel sujeto era un invitado aunque fuese a realizar un trabajo, y debía ser tratado como tal.

  • Eres sin duda una Del Piero, aunque no lo seas de sangre – le dijo Marino mientras le acercaba la taza y ella expresaba su idea
  • ¿Por qué dices eso? – preguntó con expresión de disgusto – Ni siquiera recuerdo haber aceptado serlo – agregó y Marino sonrió, aunque consideró mal asunto seguir por ese camino
  • Lo digo, porque Don Giuseppe opinaba igual y en realidad todos los Del Piero
  • ¿De qué hablas?
  • De ese asunto de que todo invitado debe ser tratado con la mayor cortesía, aunque sea un enemigo
  • No seas necio, Marino Rossi, ese señor no es un enemigo – aclaró – ¿Cómo podría serlo si ni siquiera lo conozco?
  • Entonces no hay motivo para que te sientas tan miserable
  • Sí, sí lo hay
  • ¿Y es? – preguntó él ignorando olímpicamente la mirada de advertencia de Bianco
  • Precisamente eso – dijo ella – no lo conozco, pero no puedo evitar…
  • Veamos, signora Del Piero – dijo interrumpiéndola y ganándose una mirada venenosa – tu problema es que el pobre desdichado es psiquiatra y los odias a todos ellos

Por principio Kelly no odiaba a nadie, y era algo que todos sabían, y al menos Marino había sido testigo de que aun teniendo motivos para odiar a Gianni por lo que le había hecho, no había sido así, del mismo modo que recordaba bien a la desgraciada Némesis y lo mucho que la había lastimado en diversos sentidos, y aun así Kelly no solo no la odiaba, sino que le había arrancado el juramento a Ángelo de que jamás haría nada en contra de ella.

Y en el caso de Bianco por la naturaleza de su trabajo, sabía muchas más cosas y estaba bastante seguro de que aunque había una buena cantidad de personas que se habían hecho acreedoras al odio justificado de Kelly, esto no había sucedido, y aunque Luciano y él mismo habían cobrado algunas cuentas pendientes, las que nunca pudieron cobrar fueron dos, una era la de Némesis, porque Kelly era la única persona en el mundo y ahora tal vez Damila, que habrían podido arrancarle a Luciano una promesa que estaba muy lejos de querer cumplir. Y la otra lo involucraba directamente a él mismo, porque se trataba de JC Montiel a quien había jurado respetar la vida, aunque en verdad quería destrozarlo pedazo a pedazo.

De manera que tanto Bianco como Marino sabían que la afirmación que el último acababa de hacer era completamente desacertada, y como Bianco creía tener un mejor motivo para lo que Kelly sentía, sintió el violento deseo de golpear a Marino, pero en lugar de ello, tecleó con el mayor disimulo en su comunicador.

  • Que alguien haga que este infeliz desaparezca antes de que lo deje necesitando cirugía
  • ¿Qué sucede contigo, Raider? – escucharon a Piero – El “infeliz” es un Rossi, y si lo tocas, tus huesos terminaran en el calabozo si tienes suerte
  • Es posible que Lucky ya no sea el comandante del GA, ¿pero cuánto crees que vivirás cuando se entere que atacaste a un miembro de esta familia? – escucharon a Astor
  • Eso por no mencionar a los gemelos o a Cray – acotó Piero

Mientras ellos hablaban y le recomendaban prudencia a Bianco, Kelly, aunque había compuesto expresión de tristeza, intentaba explicar a Marino una situación que a juicio de Bianco no necesitaba explicación y aquel necio tenía que saberlo.

  • No los odio, Marino, es más bien como… como una especie de… ¿fobia? Cuando pienso en ellos y recuerdo… – en este punto sus ojos se llenaron de lágrimas y mientras Marino se sentía miserable, las ganas de Bianco de apalearlo cambiaron violentamente a las de matarlo




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