Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 12 Conociéndola

 

Punta Dorada, septiembre 2013

 

Los días comenzaron a pasar y Samuel estableció una rutina. En las mañanas después del desayuno, se encerraba con Luigi en el estudio y se dedicaba a atenderlo, pero si bien estaba logrando avances con el chico, su verdadero trabajo estaba estancado, pues fuera de las horas de las comidas, tenía poca oportunidad de conversar con Kelly. Con las cosas así y siendo que ya llevaba dos semanas en Aravera, decidió recabar la ayuda de alguien, solo que no sabía a quién acudir.

Marino a pesar de ser una persona afable y conversadora, miraba a Samuel con suma desconfianza, y aunque este no tenía idea de la razón, le quedó claro que no podía acudir a él.

Ángelo estaba descartado de antemano, pues Samuel estaba perfectamente al tanto de cómo estaban las cosas entre la pareja. Luigi se había negado en redondo desde un inicio alegando que ya él había cumplido con su parte y no pensaba intervenir de ningún otro modo en el engaño. De manera que Samuel pensó que la llave para acercarse a Kelly era Luciano, y decidió hablar con él; el asunto era que si bien Luciano siempre sabía cómo o dónde localizarlo, no era su caso. Pero como Samuel no era estúpido y había notado que Luciano formaba parte del cuerpo de seguridad de la familia, se fue derecho a hablar con Bianco.

  • ¿Podemos hablar un momento? – le preguntó cuando lo vio dirigirse hacia el estudio de Kelly
  • ¿Lo puedo ayudar en algo?
  • Ciertamente

Bianco era normalmente simpático y de trato fácil, siempre y cuando no se tratase de un enemigo, y aunque Samuel no lo era, sabiendo lo que sabía de él y por qué estaba allí, no era que calificase como una de las personas favoritas de Bianco.

  • Necesito comunicarme con Luciano – le dijo y Bianco elevó una ceja
  • Y yo no soy él – le dijo
  • ¡Wow! – escucharon una voz burlona, y aunque Bianco la conocía bien, no era el caso de Samuel – ¿Qué le hiciste a este sujeto para que…?

Quien venía por el pasillo era Silvano y había escuchado la conversación entrometiéndose en la misma, pero al ver al individuo hizo silencio, porque aunque no habían sido presentados, ciertamente estaba al tanto de quién era. En el caso de Samuel, tenía los ojos muy abiertos, porque estaba seguro de estar viendo una versión mucho más joven de Ángelo, así que concluyó que se trataba del hijo de éste.

La intención de Silvano y como de costumbre, había sido la de fastidiar, así que cuando escuchó la seca y poco habitual respuesta de Bianco, iba a preguntarle a su interlocutor qué le había hecho para ganarse su mala voluntad, pero al ver de quien se trataba, no necesitaba la mencionada respuesta.

  • Veamos, doctor Arancibia – dijo recuperando su tono burlón – ¿Para qué quiere ver a un individuo tan poco simpático como Lucky?
  • Ícaro, eso no…
  • Si vas a decir que no es asunto mío, te equivocas – dijo interrumpiendo a Mauro y haciendo que las cejas de Samuel se elevaran de nuevo – No se preocupe doctor, no estoy loco, así que no tendrá la agradable tarea de tratarme a mí. Y ahora si es tan amable, me gustaría escuchar su respuesta

Sin embargo, el desconcierto de Samuel debía ser muy evidente, así que Silvano rio, le pasó un brazo por encima de los hombros y comenzó a apartarlo de Bianco.

  • Aclaremos algunos puntos, Samuel – le dijo como si fuesen viejos amigos – No soy un fantasma, así que quita esa cara, hombre, convengo en que me parezco a mis parientes, pero eso no es motivo para tanto asombro. Por otra parte, y si me das un buen motivo para querer hablar con Lucky, es posible que yo pueda ayudarte.

Samuel solía llegar a varias conclusiones rápidas con respecto a las personas, pero a la única que llegó con relación al joven aquel, no era una conclusión en realidad, sino un calificativo. Peligroso. Sin embargo, intentó recomponerse y le sonrió.

  • Aunque no recuerdo haberte visto, supongo que eres hijo del señor Del Piero
  • Sin duda, lo dudoso es que estemos hablando del mismo señor Del Piero
  • ¿Disculpa?
  • Efectivamente mi padre es un Del Piero como es obvio, pero uno al que estoy seguro no conoces
  • De acuerdo – dijo él – pero me gusta llamar a las personas por su nombre, y aunque evidentemente tú sabes el mío, yo no conozco el tuyo
  • Silvano – le dijo
  • Bien Silvano, necesito hablar con Luciano de un asunto del que no estoy autorizado a hablar con nadie más
  • Entiendo, pero por ese camino no vas a llegar muy lejos, o al menos no con quien lo estabas intentando, pero como estoy de ánimo generoso intentaré ayudarte de otro modo. Si se trata de Kelly y suponiendo que lo que quieres decirle revista alguna importancia o urgencia, tendrás que decírmelo a mí, pues nadie más se sentirá inclinado a ayudarte

Aquella conversación le consumiría a Samuel casi toda la mañana, pero no consiguió hacer cambiar de opinión al crío aquel, de manera que terminaría por decirle cuál era su problema.

  • Haber empezado por ahí, hombre – le dijo Silvano




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