Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 13 Apresurado viaje

 

Punta Dorada, septiembre 2013

El día del cumpleaños de Kelly, Ángelo estaba de un humor infernal, pues para él era inaceptable no poder ser el primero en felicitar a su mujer. No obstante, se aseguró de que Enzo se encargase de dejar sobre la veladora un estuche con un bonito brazalete.

Apenas Kelly abrió los ojos, se encontró con los grandes y azules de Federico.

  • Tantti auguri, bambina – dijo el niño
  • Gracias cielo

Kelly se incorporó mientras Federico intentaba acarrear una enorme caja que a todas luces superaba sus fuerzas, pero mientras esto sucedía y antes de levantarse por completo para ayudarlo, su vista periférica captó el estuche de terciopelo, así que estiró el brazo y lo tomó. Lo primero que vio fue la tarjeta en la que solo ponía: Ti amo, bambina, pero ignoró esta y abrió para encontrarse con el brazalete. Una de las pocas debilidades de Kelly eran las joyas, de manera que independientemente de quien había enviado aquella, no pudo suprimir la sonrisa de sus labios. La contemplación del brazalete quedó suspendida, porque Federico insistía en que abriese su regalo, de modo que ella lo hizo encontrándose con un descomunal oso de peluche. Aunque por su alergia a ella no le gustaban aquellos juguetes, mostró el adecuado entusiasmo, pero luego convenció a Federico de que el señor oso se sentiría mejor en la habitación de él, algo con lo que el chico estuvo de acuerdo y de hecho agregó que allí tendría más amigos. Siendo que Federico tenía solo cuatro años y medio, habría sido mucho esperar que escogiese un regalo que estuviese más en consonancia con los gustos de Kelly que con los propios, pero igual Kelly se lo agradeció y el niño se marchó muy contento.

Apenas Kelly había salido del baño, se encontró con la habitación invadida, pues todos los niños querían felicitarla y darle sus obsequios. Después de eso pudieron bajar a desayunar, pero antes de llegar al comedor, Giovanna ahogó una exclamación al ver el groserísimo ramo de flores que traía Marino. Pasado el alboroto de las flores, surgió otro y esta vez la más interesada en el presente era Amelia, pues en el lugar que Kelly ocupaba en la mesa, había una enorme caja de chocolates.

  • Tía bambina, eso es mucho chocolate para ti – le dijo Amelia y Kelly sonrió
  • Y tienes razón, así que necesitaré alguien para que me ayude a comerlos ¿te animas?

La niña sonrió complacida y comenzaron a servir el desayuno, pero mientras esto sucedía, Kelly estaba pensando en su hija que era una adicta al chocolate.

El día dio inicio con la rutina de siempre. Kelly recibió las llamadas de sus hijos, su padre y de Alejandro. Luciano también la llamó temprano y de nuevo en la tarde; con Giulio y Damila había hablado un largo rato, y aunque no lo dijo, la única llamada que le extrañó no recibir fue la de Ángelo. Nino y Ana se presentaron a la hora del almuerzo y no se marcharon en el resto del día, y los gemelos Genovesse llegaron al final de la tarde con su habitual escándalo.

  • Vamos cuñadita, dímelo de una vez – le estaba diciendo Arezio a Ana

Aquella era una pregunta que no había dejado de hacer desde que ella dijese que le tenía una sorpresa, pero hasta la fecha, el gemelo no había conseguido una respuesta.

Cuando estaban por pasar al comedor, se presentaron Ángelo y Alessandro, el primero se desembarazó con rapidez de los niños y caminó hacia ella.

  • Tantti auguri, bambina – le dijo dándole una rosa blanca
  • Gracias, abogado

Marino miraba la escena con expresión de tristeza, pues en su opinión, y aunque inicialmente no había podido apoyar aquella relación, porque iba en contra de la felicidad de Gianni, más adelante se había sentido contento de que al menos un Del Piero hubiese podido alcanzar la felicidad. Sin embargo, luego le había parecido que se había apresurado a sentirse feliz.

La cena se llevó a cabo con el alboroto habitual, algo por lo que ya Ángelo se había cansado de protestar, pero se sorprendió a sí mismo preguntándose qué habría opinado Fedele de aquel circo.

  • ¡Arezio Genovesse! – exclamó Ana

Aquel grito enfurecido lo sacó de sus pensamientos y miró en dirección a donde estaba el gemelo partiéndose de risa.

  • ¡Voy a romperte el alma, Arezio! – estaba vociferando Nino
  • Non prometas lo que no puedes cumplir, fratellino – le dijo él con suprema desvergüenza

Todo aquello obedecía a que Arezio y para variar, acaba de derramar algo sobre la humanidad de Ana. A la fecha nadie entendía cuál era la fascinación de Arezio por hacerle la vida miserable a su cuñada, aunque particularmente Ángelo opinaba que no necesitaba de un motivo, mientras que los chicos Rossi sostenían que era porque Ana le había echado el lazo a Nino.

Como a Kelly no le gustaban las celebraciones de su cumpleaños, no hubo una como tal, algo que no gustó nada a los más pequeños, pero aun así, Rosa le hizo un elaborado pastel, y aunque ella se lo agradeció, se negó a que le cantasen el tradicional cumpleaños.

Ángelo estaba a punto de asesinar a Federico, porque el chico se empeñaba en compartir con él su pastel y ya había arruinado su camisa, su corbata y si no lo sujeta, habría terminado con crema hasta en el cabello. Lo único que salvó a Federico de la reprimenda que Ángelo tenía en la punta de la lengua, fue ver que Kelly estaba riendo con verdadero regocijo.




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