Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 25 Sorpresa

 

Punta Dorada, diciembre 2013

El brusco frenazo hizo que Damila se alegrase de haber recordado colocarse el cinturón de seguridad.

  • ¿Qué sucede contigo, Fabiani? – preguntó con ira – ¿Acaso no te enseñaron a conducir?
  • ¿Qué dijiste? – preguntó él ignorando las bocinas y los posibles insultos de los conductores
  • Que si no te enseñaron…
  • Eso no – la interrumpió él
  • Pues a menos que estés sordo…
  • Cierra la boca, Speedy – dijo él
  • Eres muy entrometido señor Aligheri…
  • No sabe ella cuanto – escucharon a Aleksandra
  • … pero espero que al menos sepas tener la boca cerrada
  • No, no sabe – dijo Gianpaolo – y a menos que le des una orden directa…
  • ¡Pool! – exclamó Dante
  • Muy bien, Aligheri, no repetirás a nadie lo que acabas de escuchar y lo mismo va con todos los que lo hayan hecho ¿está claro?
  • Voy a romperte la cara, Pool – le dijo Dante, y al menos Fredo compartía el deseo
  • Dicen que les quedó claro y que se someterán al castigo que juzgues conveniente si alguno comete la falta de desobedecerte – dijo Gianpaolo con malignidad – Y ahora, explícame cómo está eso de que crees estar embarazada, porque aunque no sé mucho de eso, hay ciertas señales del asunto no susceptibles a ser ignoradas
  • No seas necio, Fabiani – dijo ella – ¿Crees que en verdad yo tengo cabeza para eso?
  • Pues siendo que…
  • Era Ma quien estaba pendiente de las fechas, así que si es por eso, olvídalo, no tengo ni la más mínima idea

Aleksandra pensó que aquella no era una conversación que debería estar siendo escuchada por aquella cuerda de salvajes, pero como no podía hacer nada al respecto, guardó prudente silencio.

Gianpaolo por su parte, pensó que al menos en su caso, él también habría podido establecerlo con precisión casi matemática, porque era quien tenía que sufrirla en ciertas fechas, pero decidió que era mejor no mencionarlo.

Un momento después llegaron a la clínica y Gianpaolo recibió la advertencia de Piero con relación a la presencia de Ángelo en la clínica, misma que le transmitió a Damila.

  • ¿Y qué está haciendo Pa aquí? – preguntó ella repentinamente preocupada
  • Están practicándole unos exámenes a Don Guido y entiendo que fue él quien lo trajo

Damila se tranquilizó y fueron en busca de Emilio que ya los estaba esperando.

  • ¿Qué sucede, signora DP? – le dijo nada más verla
  • Eso vas a decírmelo tú

A continuación pasó a explicarle cómo se había estado sintiendo y él hizo las preguntas lógicas, aunque no recibió las respuestas acordes.

  • Escucha, ahorremos tiempo – dijo Damila – entiendo que hay pruebas para estas cosas ¿no?
  • Cosas – escuchó Gianpaolo a Dante, aunque lo ignoró
  • Las hay – reconoció él – pero no puedo hacértelas yo
  • ¿Por qué?
  • Soy un médico de urgencias, y si estás embarazada necesitarás un obstetra, así que vamos – dijo poniéndose de pie

Por un momento tanto él como Gianpaolo pensaron que iba a negarse, pero el segundo determinó con rapidez que no era así y lo que sucedía era que repentinamente Damila parecía haber caído en cuenta de la situación.

  • ¿Quieres que llame a tu madre o a…?
  • No – dijo ella recomponiéndose – no voy a someterme a una cirugía, solo se trata de un examen y… bueno, tú estás aquí

Gianpaolo asintió y extendió su mano, ella se la sujetó y fueron con Emilio. Los que escuchaban pensaron que era una buena cosa que el príncipe no llevase un DTR o posiblemente habría sufrido un colapso y por distintos motivos. Mientras que Fredo pensaba que lo bueno era que Giulio estuviese ocupado con Mazariello y no se hubiese enterado de que Damila había salido  sin avisarle.

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Cuando Enzo llegó a la casa, se fue derecho a ver a su hijo y se encontró con que Camelia parecía muy preocupada, y como él no había cometido la enorme necedad de decirle lo que sabían de Rosella, se preguntó a qué obedecía su actitud, así que después de saludarla y asegurarse que el pequeño Mariano dormía pacíficamente en su cuna, intentó informarse.

  • ¿Sucede algo que deba saber, Cami?

Aunque ella preció dudarlo un momento, luego le contó lo que había pasado más temprano y que desde entonces no veía a Damila ni sabía dónde estaba. Enzo en primera instancia se había sentido muy contento, pero que su mujer no supiese dónde estaba Damila y saber que de hecho no estaba en la casa, sí lo preocupó y se fue a buscar a su hermano.

  • Yo en su lugar no me acercaría mucho – le advirtió Piero
  • ¿Por qué?
  • No está del mejor humor y suele ser…
  • No digas estupideces, Piero – lo interrumpió él – es mi hermano y lo conozco mejor que tú




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