Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 35 San Valentín

 

Punta Dorada, febrero 2014

El embarazo de Damila marchaba bien según el estricto control prenatal al que estaba sometida. Tanto Kelly como Angélica, se ocupaban de que se alimentara como era debido y lo único que no habían conseguido ni ellas ni nadie, era que dejase de asistir a las prácticas de ballet. En teoría ella había culminado ya sus estudios, pero en su opinión, no había un motivo válido para dejar de practicar y ciertamente no consideraba su estado como uno. Como a Ángelo lo preocupaba mucho aquello, decidió hablar con su sobrino.

  • ¿Qué sucede, tío? Sono molto occupato e…
  • Siéntate – lo interrumpió él

Aunque Giulio era de los que menos dolores de cabeza había dado, pues nunca exhibió la conducta alocada de sus hermanos o primos, no por eso desconocía el tono y la mirada, así que no solo hizo inmediato silencio, sino que se sentó igualmente rápido.

  • Quiero pensar que tienes clara la responsabilidad que asumiste al contraer matrimonio, Giulio Marcelo

Aquel inicio hizo que Giulio abriese mucho sus verdes ojos y comenzase un veloz registro de sus actos en fecha reciente y que pudiese hacer dudar a su tío de algo que él tenía clarísimo, pero como en realidad el pobre chico no había hecho nada, no podía estar más perdido.

  • ¡Giulio, te estoy hablando! – le gritó al no obtener una respuesta inmediata
  • Sí tío, por supuesto
  • ¿Sí qué? – insistió, y aunque Giulio no tenía ni idea de a qué podía estarse refiriendo, contestó lo que le preció más apropiado
  • Entiendo que soy responsable por la seguridad, la felicidad y la salud de Mila
  • ¿De veras? Porque si es así, entonces estás haciendo un pésimo trabajo

Aunque Giulio respetaba y amaba a Ángelo como al padre que había sido para él, aquel joven individuo también era un Del Piero, y uno que no solía llevar muy bien que se cuestionase ninguno de sus actos, poseía tan escasa paciencia como su interlocutor y era diez veces más malcriado de lo que había sido Gianni; y a todo lo anterior había que sumarle el catastrófico humor del que había estado, de modo que todo esto lo hizo reaccionar en consecuencia.

  • ¿Se puede saber de qué demonios me estás acusando?

El despacho de Ángelo era uno de los lugres que poseía una vigilancia de 24x24 estuviese él allí o no, de modo que cuando los informáticos escucharon al príncipe dirigirse a su tío en aquel tono, hasta Favio levantó la cabeza y Yuri giró una perentoria orden.

  • A3 y LA4, atentos

Fredo quien bromeaba con Alessandro, suspendió la risa y miró a Piero con la misma expresión de incomprensión que tenía el último, pues no se imaginaban ningún posible motivo por el que su intervención pudiese ser requerida en aquel lugar y en ese momento.

  • Esa pregunta demuestra que no tienes ni idea de lo que haces – siguió Ángelo para mayor ira de Giulio, aunque eso no lo detuvo – ¿Cómo es posible que a estas alturas, Damila continúe con las clases de ballet? ¿Acaso no te das cuenta que lo que está en riesgo es la vida de tu hijo?

Si aquella conversación hubiese sido sostenida un par de días antes, posiblemente Giulio habría salido de allí o bien derecho a suicidarse, o a buscar a Damila para encerrarla en casa hasta el nacimiento de su hijo, lo que por el camino corto lo habría conducido igualmente a la muerte, pues su dulce esposa lo habría lanzado por algún balcón. Sin embargo, Giulio podía estar del peor humor, pero había aprendido de sus errores, y en realidad él conocía bien a Damila, de manera que después de haber sido envido a paseo por sugerir que tal vez no era bueno que ella continuase en su actividad, en el último control prenatal y siendo que él no había faltado a ninguno, planteó el asunto a la obstetra y ella lo tranquilizó al respecto asegurándole que mientras Damila no ejecutase saltos que pudiesen ocasionarle una caída, no había inconveniente en que siguiese practicando, y que de hecho, aquello ayudaría mucho a la hora del parto. Por todo lo anterior y al entender qué era lo que tenía a Ángelo tan preocupado, Giulio se tranquilizó, procedió a explicarle y las cosas continuaron de manera normal.

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Luciano había cumplido maravillosamente con el encargo que le hiciese Giulio en la oportunidad que el primer mandatario quiso fastidiarlos, pues la muerte del susodicho nunca fue suficientemente aclarada y lo único que se informó a la ciudadanía fue que había muerto a consecuencia de un cáncer que lo atacó en forma violenta, pero en realidad ninguno de los médicos tratantes supo en verdad qué había sucedido, algo cuyo mérito compartían Dinka y Luciano, el primero por haber creado lo que fuese que había matado al desgraciado, y el segundo por haberlo colocado en el lugar correspondiente. Sin embargo, de lo que no habían podido ocuparse por lo muy ocupados que habían estado con posterioridad, fue de asegurarse quién lo sucedería, y cabe destacar que el mencionado sucesor era otra  joya igual o peor que el anterior, de manera que las cosas se le habían ido complicando a la nación en general y a ellos como empresa privada, y aunque la suya era una posición muy sólida, les fastidiaba mucho tener que lidiar con los enredos administrativos, tributarios y de cualquier otro orden que ocasionaban aquellos infelices.




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