Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 42 Adiós

 

Punta Dorada, abril 2014

Una vez que entraron al despacho, y aunque Giulio aun venía peleándose con Luciano, hizo inmediato silencio en cuanto su tío se lo ordenó.

  • Aunque tengo la seguridad de que no va a gustarme lo que vas a decir, lo dirás lo mismo. De modo que adelante – le dijo a Luciano con cansancio
  • Cuando Favio me dio aviso de la llamada, enseguida envié a un equipo para realizar las investigaciones pertinentes, ya sabes, quería descartar la posibilidad, aunque lejana, de que esto  tuviese que ver con la familia, y como ya dije, no es así. Sin embargo, cuando me informaron de los motivos que tenían los parientes de la chica para pensar como lo hacen, lógicamente ordené la obtención de lo necesario para las pruebas del caso. De modo que ahora solo resta esperar por los resultados
  • ¿Y cuánto va a demorar eso? – preguntó Ángelo recordándole lo mucho que habían demorado las suyas
  • En tu caso se hicieron dos juegos con repetición para que el necio de Nicola se diese por satisfecho – le recordó él a su vez – De manera que en este, solo tendremos que esperar entre cuatro y cinco días
  • ¡¿Cinco días?!
  • Es posible que…
  • Espera – lo detuvo Ángelo – cuando… – hizo un pausa, pues no le gustaba mencionar aquel asunto en presencia de Giulio, pero concluyó que podía soportarlo – Cuando el desgraciado asunto de Faustino, fue mucho más rápido
  • Claro, porque estábamos bastante seguros de que mentía y no fue necesario repetir nada, aparte de que de entrada ni siquiera coincidían los tipos de sangre. Y antes de que comiences a plantearte la necia posibilidad de que las cosas no se hayan hecho como debían, olvídalo, porque no fue así
  • Bien, pero igual es mucho tiempo
  • No me dejaste terminar – le dijo él – Iba a decir que es posible que obtengamos esos resultados mucho antes, ya que contamos con lo único necesario para acelerar casi cualquier proceso
  • ¿Disculpa?
  • Dinero, AG

Ángelo asintió, pero tanto él como Giulio conocían lo suficiente a Luciano como para saber que aún no había dicho todo lo que quería o debía decir, pero fue el segundo quién lo puso en palabras.

  • ¿Qué nos falta por saber?
  • Es algo con respecto al niño
  • ¿Qué? – insistió
  • ¿Acaso crees que no va a lograrlo? – preguntó Ángelo pensando que a eso más que todo, podía obedecer el que Luciano quisiese mantener a Fredo al margen
  • Con relación a eso, es pronto para decirlo, ya aclaré que el chico está mal, pero me aseguré de que reciba la mejor atención posible
  • ¿Pero…? – preguntó Ángelo, y como Luciano no respondió de inmediato, Giulio intervino de nuevo
  • Suponiendo, y solo suponiendo – puntualizó – que en realidad sea hijo de Fredo ¿Vamos a tener muchos problemas para quedárnoslo?

Aquella pregunta ponía de manifiesto dos cosas. La primera, que Giulio pensaba y siempre pensaría en una sola dirección, los intereses de su familia, y  desde luego Fredo lo era y por extensión el aún hipotético hijo. Y la segunda, que conocía bien a Luciano y casi podía leer aquellos fríos ojos.

  • Bambino, esa mujer es su abuela y no nos asiste el derecho a privarla…
  • ¡Pero Fredo podría ser su padre! – exclamó con ira interrumpiendo a Ángelo
  • Sí, pero…
  • Cálmense los dos – interrumpió Luciano y miró a Giulio – No, no tendremos problemas, bambino, y no los tendremos porque ellos no lo quieren
  • ¿Qué? – preguntó Ángelo con incredulidad
  • AG, asumo que me escuchaste cuando dije que culpan a Ika y a Bambi de lo sucedido, de modo que sería iluso esperar que quisiesen a ese chico
  • ¿Qué le sucede a esa mujer? Ese niño es su nieto independientemente de quién sea el padre
  • Pues ese detalle parece ser de suma importancia para ellos

Ángelo se llevó una mano a la cabeza, pero luego de pensarlo un momento, llegó a la conclusión que le pareció más obvia.

  • Tal vez solo es una reacción momentánea, y una vez que hayan asumido la muerte de Melisa, se muestren menos necios
  • A ver tío, eso sería muy inconveniente, pero suponiendo que fuese así, para entonces será muy tarde ¿no? – concluyó mirando a Luciano
  • Está hecho, bambino – contestó él haciendo que Ángelo los mirase con atención
  • Giulio…
  • Escucha tío, una vez me dijiste que uno de los peores errores que podía cometer el ser humano era desaprovechar las oportunidades cuando estas se presentaban ¿Así que, por qué habríamos de desaprovechar esta?
  • No es una oportunidad, Giulio – le dijo – es solo una… circunstancia. Si lo piensas un poco, esa mujer está pasando por un momento terrible con la muerte de su hija, pero cuando las cosas se calmen…
  • Será muy tarde – lo interrumpió él
  • Bambino…
  • ¿Qué te hace pensar que Fredo se avendría a dejar a su hijo en manos de un individuo que se gana la vida delante de una cámara fotográfica? Porque no me dirás que ignoras que ese sujeto es un modelo de revista, y estas mucho más lejos de ser honesto si me dices que tú mismo estarías muy contento con el asunto
  • No, pero ni siquiera sabemos aún si es hijo de Fredo y ellos son su abuela y su tío maternos
  • Esta es una discusión inútil, AG – dijo Luciano – y te aseguro que  te estás preocupando por algo que no vale la pena, esas personas no quieren ni querrán a ese chico, porque es posible que tú pienses que se les va a pasar la crisis y quizá así sea, pero como dijo el bambino será muy tarde, porque afortunadamente nos enteramos de esto a tiempo y tomé las medidas necesarias, pues de lo contrario y suponiendo que sobreviva, ese chico habría terminado en un orfanato
  • ¿Pero… qué dices?
  • Julián firmó los  papeles para entregarlo en adopción, y hasta donde sé, y te aseguro que sé bastante, ni siquiera lo han ido a ver




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