Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 43 Mentira

 

Punta Dorada, abril 2014

Si bien los chicos seguían tristes por la muerte de Melisa, ya no se respiraba la pesada tristeza del primer día, de modo que Ángelo comenzó a tranquilizarse. No obstante, estaba visto que la tranquilidad no había sido hecha para aquel individuo, porque después de la cena y cuando estaban tomándose el café en el salón, llegó Luciano. Los chicos armaron el alboroto habitual pues no lo veían desde hacía dos noches, pero después que se desembarazó de los niños, miró a Ángelo con el claro mensaje de que necesitaban hablar.

  • ¿Qué sucede, Alex? – le preguntó Kelly
  • Nada, solo necesito hablar con AG
  • Alex
  • Créeme Ika, aunque no puedo decírtelo justo ahora, pronto vas a enterarte

Le dio un beso en la frente y abandonó el salón rumbo al despacho. Un momento después entraron Ángelo y Giulio.

  • ¿Ya tenemos los resultados? – preguntó Giulio

Ángelo clavó sus ojos en Luciano, pero éste no contestó de forma inmediata, y tanto tío como sobrino entenderían la razón un momento después al escuchar que llamaban a la puerta.

  • Permesso Ángelo – dijo Tonino asomando la cabeza
  • Avanti – contestó él

Ángelo había entendido la posible razón no solo para su presencia, sino para la de los demás, pues con él venían sus hermanos Alfredo y Marino, así como sus sobrinos Ignacio y Enzo, pero también y como cabía esperar, Don Guido que era el jefe de la familia Rossi.

  • Bien, ahora que están todos, podemos comenzar – dijo Luciano

A partir de allí y si bien los Rossi no habían tenido idea de por qué habían sido llamados, escucharon el relato de Luciano, aunque seguían sin tenerla hasta que Luciano les dio la sorprendente noticia.

  • ¿Quella ragazza era pazza?[1] – exclamó más que preguntó Ignacio – Mio fratello…
  • Ignacio – dijo Ángelo, pero él pareció no escucharlo
  • non è…
  • ¡Ignacio Alfredo! – vociferó Alfredo
  • Scusa Ángelo – dijo Tonino mirando mal a su sobrino – ¿Luciano? – dijo luego dirigiéndose a éste
  • También a nosotros nos sorprendió la noticia, pero enseguida ordené realizar las pruebas pertinentes y aquí están los resultados – dijo pasándole el sobre a Ángelo

Aunque Ángelo tenía pocas dudas de lo que iba a leer, porque si Luciano se había molestado en hacer que los Rossi estuviesen presentes solo podía ser por un motivo, igual abrió el sobre y buscó lo importante y allí estaba.

  • No hay duda, ese niño es hijo de Fredo – les dijo
  • ¡Madre di Dio! – exclamó Tonino
  • Non è possibile – fue la exclamación de Alfredo
  • ¿Perché no? – fue la pregunta de Marino – Es un hombre ¿no?
  • Y creo que debería estar aquí – puntualizó Enzo
  • Luciano – dijo Don Guido – ¿Il bambino è bene?

Con aquella pregunta quedaba claro que el hombre parecía ser el único que había prestado la suficiente atención a todo lo dicho por Luciano.

  • ¡Oh por Dios! ¿Lo está? – preguntó Enzo con expresión de terror
  • Los médicos aún no aseguran nada, pero él sigue luchando – le contestó
  • Por supuesto, es un Rossi – dijo Don Guido
  • Luciano, si esas personas están tan… molestas – dijo Marino – ¿Qué posibilidades hay de que nos permitan ver al niño?
  • En condiciones normales, ninguna, pero sucede que quienes no quieren verlo son ellos
  • ¿Disculpa? – dijo Tonino

A partir de ahí Luciano les contó cómo habían estado las cosas, lo que causó la indignación de todos, pero como de costumbre, el más volátil era Ignacio.

  • ¡Yo voy a acomodarle las ideas a ese desgraciado!
  • Cálmate Ignacio, ya Luciano se encargó de todo – dijo Giulio
  • ¿Qué va a suceder ahora? – preguntó Marino – Porque supongo que no van a mostrarse muy inclinados a reconocer los derechos de Fredo sobre ese niño
  • El asunto es que no podrán impedirlo – dijo Luciano y pasó a explicar que no solo no querían al bebé, sino que pensaban darlo en adopción

Si ya los Rossi estaban indignados por la postura de aquella gente, ahora la ira hizo violenta explosión en todos, incluido el por lo general pacífico Enzo.

  • Dove il bambino è?[2] – preguntó
  • Enzo
  • ¡Es mi sobrino, Ángelo! – vociferó él
  • Lo sabemos y…
  • !E non finirà in nessun orfanatrofio![3] – agregó Ignacio
  • Cálmense todos, porque ciertamente eso no va a suceder – intervino de nuevo Luciano – Ahora es momento de informar al padre – dijo acentuando lo último de un modo que a Ángelo le pareció burlón – Bite – dijo y los Rossi se preguntaron qué significaba eso último




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