Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 44 Cumpleaños

 

Punta Dorada, abril 2014

Alfredo Javier Rossi Lombardi, era el tercer y último hijo de Alfredo Rossi y Angélica Lombardi. Alfredo no había querido darle su nombre a ninguno de sus hijos, de modo que el mayor llevaba el nombre de su propio padre, aunque sus parientes se habían empeñado en que al menos el segundo nombre debía ser el suyo, y su segundo hijo llevaba el de su suegro. Cuando se enteró que su mujer esperaba a su tercer vástago, Alfredo estaba tan seguro de que sería una niña, que no pensó en un nombre hasta que el chico nació. Alfredo estaba tan conmocionado cuando le dijeron que era otro varón y no la esperada niña, que cuando le preguntaron por el nombre, no tenía ni idea de qué decir, así que fue Ignacio quien finalmente decidiría que su nieto se llamaría Alfredo como su padre.

Los Rossi y en su mayoría, tenían el cabello y los ojos en toda la variedad de café, desde el más claro hasta el más oscuro casi negro, y salvo algunas excepciones como las de los gemelos Del Piero que habían heredado el verde de su abuela paterna, y el de Bruno que igualmente había heredado el azul de la suya, el otro caso fuera de serie era el de Fredo, pues este chico parecía no haber tomado una decisión con respeto al color de sus ojos o simplemente y como solía decir su abuelo, no había tenido ocasión, ya que había nacido  antes de lo previsto; pero lo cierto era que el muchachito tenía los ojos de un color que estaba a medio camino entre el gris acero y el negro, así que para desesperación de Ángelo, Kelly decía que los ojos de Fredo parecían dos trozos de hematita.

Otra característica de Fredo que no compartía con sus hermanos ni demás parientes, era la de la intranquilidad. Es verdad que la mayoría de los niños eran inquietos, pero lo de Fredo rayaba en la hiperactividad enfermiza, pues ni dormido parecía poder estar tranquilo, y durante mucho tiempo sus padres pensaron que el bambino tenía algún serio problema. La última idea se afianzó en cuanto creció un poco, pues aparte de lo anterior, Fredo parecía imposibilitado para obedecer, lo que sumado a su manía por destruirlo todo, tuvo  a sus padres sumamente angustiados.

A pesar de todo esto, siendo como era el más chico, fue tremendamente consentido, y la memorable intervención de Ángelo cuando Alfredo intentaba castigarlo por otra de sus diabluras, no contribuyó en nada a mejorar su comportamiento.

Y la última característica que diferenciaba a Fredo de sus parientes era su estatura, algo en lo que se había esforzado mucho de cara a lo que había escogido hacer.

El entrenamiento había corregido algunas cosas en Fredo, pero lo básico de su carácter seguía allí, de modo que si bien su padre, tíos y hermanos estaban mortificados por la actitud que había asumido ante el hecho de su recién descubierta paternidad, Giulio y Luciano no, porque sabían que más tarde o más temprano, y por experiencia sabían que sería más bien tarde, él terminaría por entender y aceptar el hecho.

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El día del cumpleaños de Damila, Giulio la despertó con un dulce beso, después de lo cual se levantó con intenciones de ir por su regalo, pero fue detenido por ella.

  • ¿Dónde crees que vas, G?
  • A buscar tu regalo, bebé
  • ¿Y qué te hace pensar que quiero otra cosa que no seas tú? – le preguntó atrayéndolo de nuevo hacia la cama que estaba por dejar

Si bien no había nada en el mundo que hubiese podido hacer más feliz a Giulio, cuando las cosas comenzaron a salirse de control, él intentó detenerse, porque seguía teniendo problemas con el asunto de poder hacerle algún daño debido al embarazo. No obstante, nada pudo hacer salvo perder el poco control que podía ejercer sobre sí mismo cuando estaba en brazos de su mujer.

Mucho más tarde y mientras acariciaba los cabellos de Damila, escuchó de nuevo el sonido amortiguado de su móvil. Desde que había contraído matrimonio, Giulio había adquirido la costumbre de colocar el móvil en vibración, pues a Damila le molestaba mucho el condenado timbre como solía llamarlo, y aunque él le había peleado mucho aquella práctica pues cuando la llamaba, en muchas ocasiones ella no contestaba y decía que simplemente no había escuchado, terminaría por quitárselo al suyo o al menos lo hacía mientras estaba en casa. Sonrió al recordar todo eso y estiró el brazo para cogerlo.

  • Pronto
  • Vaya, veo que el matrimonio no te ha hecho más madrugador
  • Si no tenía motivos antes, ahora tengo muchos menos para abandonar mi cama
  • ¿Bambi está despierta?
  • Sí ¿por qué?
  • Tal vez quiera consultarle acerca de cómo fabricar un explosivo – le contestó Luciano en tono mordaz – Si serás necio bambino, es su cumpleaños y solo quiero felicitarla
  • ¿Y por qué me llamas a mí? – preguntó y seguidamente cortó la comunicación

Luciano pensó que aquel individuo en verdad tenía un serio problema con sus celos, pero decidió dejarlo por la paz.

Una vez que la pareja estuvo lista, abandonó la habitación dirigiéndose hacia el comedor, pero apenas asomaron las cabezas fueron recibidos por el escándalo de los niños. A pesar de ser el más pequeño, quien los alcanzó primero  fue Federico.

  • Ey, ey con calma amigo – le dijo Giulio evitando que el niño colisionara en forma violenta con Damila
  • Tantti auguri, Mila – le dijo el chiquito blandiendo una hoja
  • A ver – dijo Damila – ¡Wow! Está muy lindo, Fede
  • ¿Te gusta?
  • Claro




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