Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 55 Los gemelos

 

Punta Dorada, agosto - diciembre 2014

Los primeros cuatro meses de los gemelitos estuvieron sembraos de toda clase de sucesos, desde los más absurdos o irrelevantes hasta algunos más serios.

Al día siguiente de su llegada a casa, cuando Ángelo y Kelly fueron  verlos, se encontraron con que los padres de las criaturas tenían aspecto enfermizo.

  • ¿Qué les pasa? – preguntó Kelly, porque Ángelo se había ido derecho hacia las cunas, pero se detuvo al escucharla y miró a la pareja
  • ¿Los gemelos están bien? – preguntó
  • Sí, pero tenemos un problema – dijo Damila
  • ¿Y es? – preguntó Kelly mientras Ángelo estiraba los brazos para levantar a uno de los bebés
  • ¡No! – exclamó Giulio y Ángelo lo miró alarmado, así que él agregó – No la despiertes por favor
  • A ver – dijo Kelly – Explíquenme qué está sucediendo
  • Aparte de que nos estamos cayendo de sueño, no mucho más –le contestó Damila y luego pasó a aclarar – El pediatra dijo que al principio dormirían mucho, pero o él se equivocó o su concepto de mucho, es extraño
  • Bueno, no todos los niños observan los mismos hábitos de sueño, pero en general sí pasan casi todo el día dormidos y solo despiertan para comer – dijo Kelly
  • Pues no es el caso de éstos, porque al menos Pierangeli no durmió casi nada
  • ¿No lo hizo o Giulio no la dejó? – preguntó Ángelo
  • Tío – dijo el chico
  • Según lo que pude ver ayer, parecías dispuesto a muchas cosas menos a soltarla
  • De lo que dijiste, deduzco que Pierangelo durmió más ¿no? – le preguntó Kelly a su hija
  • Sí, pero tanto en su caso como en el de la niña, en los pocos ratos que durmió, solo nos preocupaba quedarnos dormidos y no escucharlos llorar cuando tuviesen hambre

En este punto Kelly sonrió, pero antes de que pudiese decir nada, Ángelo con su practicidad característica ya les estaba dando a solución a su tragedia.

  • ¿Y no era más fácil colocar una alarma?
  • Vamos Pa, me pasé toda la vida no escuchando las alarmas que Ma colocaba
  • Y en mi caso, tú mejor que nadie debería saber que ya podía caerme la casa encima y eso no me sacaba del sueño – agregó Giulio
  • Mila, créeme que para esto no necesitaras alarma ni pasarte la noche en vela, porque incluso antes de que los bebés despierten, lo harás tú
  • Tienes demasiada fe en mí, Ma
  • Y certamente io no tengo ninguna en mí – dijo Giulio con expresión de abatimiento – Moriría si mis hijos despiertan con hambre y yo no los escucho

Kelly concluyó que por ese camino no llegarían a ninguna parte, pues Damila era terca y Giulio estaba decidido a sentirse miserable, de modo que les dijo que ella se ocuparía de los niños mientras ellos descansaban un rato, aunque primero Damila tuvo que alimentar a los bebés que ya habían despertado.

Aunque inicialmente Kelly había pensado que su hija y Giulio exageraban, ese día tuvo oportunidad de notar que en verdad la gemelita parecía tener poca necesidad de sueño, mientras que el niño sí dormía como habría cabido esperar.

Después de la tercera noche de insomnio, la pareja decidió escuchar razones y la idea de Ángelo fue puesta en práctica, pero al menos Damila comprobó una vez más que debía escuchar a su madre, pues efectivamente despertó todas las veces antes de que la alarma sonase, caso contrario al de Giulio que encontraría en su incapacidad para despertar, un serio fallo y otro motivo para sentirse miserable, de manera que se negó a que Damila desechase la alarma, pero finalmente Giulio terminaría por no necesitarla tampoco.

Otro asunto que tuvieron que enfrentar fue el hecho de que la familia en verdad parecía decidida a malcriar a los gemelos, pues no había un solo día en el que Silvano, Luciano, los gemelos o cualquier otro, incluidos todos los Rossi, no se presentaran con algún extravagante regalo. Pero quien se llevó el oro fue Nicola, porque cuando los niños llevaban alrededor de quince días en la casa, él se presentó a la hora de la cena y se fue derecho hacia donde se sentaba Damila.

  • ¿Qué? – preguntó ella mirándolo con aprensión
  • Un buenas noches sería más apropiado, Mila – la riñó su madre y tanto Giulio como Ángelo la miraron mal, aunque ni Damila ni Nicola les prestaron atención
  • ¿Qué es eso? – preguntó Damila cuando él le extendió un sobre
  • Son las escrituras de unas propiedades en Francia
  • ¿Me estas regalando… una casa?
  • No a ti – dijo él
  • Ya decía yo, pero…
  • Y son dos, una para Pierangelo y otra para…
  • ¿Has perdido el juicio?
  • ¡Damila! – exclamó Kelly del todo inútilmente
  • No – dijo Nicola – Sé que no las necesitarán ahora, pero sí cuando sean mayores




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