Destino de Sangre (libro 13. Última Generación)

Cap. 57 Otro fin de año

 

Punta Dorada, diciembre 2014

Hacía ya algún tiempo que Ángelo parecía haber perdido la costumbre de levantarse groseramente temprano como decía Kelly, y aunque durante el tiempo que estuvieron separados, lo que casi no hacía era dormir, en cuanto se restableció el orden en sus vidas, la costumbre de no madrugar tanto, para no despertarla, había vuelto trayendo consigo que el señor abogado descansase unas horas más.

A pesar de lo anterior, la mañana de navidad el pobre individuo tuvo un muy brusco despertar. No era que los amaneceres diarios y con tantos niños en la casa, fuesen especialmente silenciosos, pero siendo que todos habían recibido sus regalos a medianoche, y aunque no consideraron prudente irse a dormir hasta casi el amanecer, igual habían despertado muy temprano y no tuvieron una mejor idea que ir e intentar causarle un paro cardíaco a Ángelo.

Federico que era el que había irrumpido primero en la habitación, no lo había hecho como lo hacía a diario, es decir, no estaba medio dormido ni traía tirando por una oreja y arrastrando tras él al enorme conejo que era su compañero nocturno, sino que lo había hecho evidentemente huyendo de alguien. Ya todos habían notado que el pequeño Genovesse había heredado el genio maligno de sus tíos, pero si bien era muy bueno para molestar al prójimo como lo hacía Arezio, no tenía el talento de Albano para no ser descubierto, de modo que se pasaba la mitad del día huyendo de alguno de sus primos. Esa mañana cuando entró cual tornado, casi atropella a Kelly que iba saliendo del baño. Ella no entendió todo lo que estaba diciendo por la costumbre del niño de hablar en dos idiomas al mismo tiempo, pero entre lo poco que entendió, estaba el hecho de que debía haberle hecho algo a Renzo y que este quería matarlo. Por supuesto el presunto asesino no demoró nada en hacer acto de presencia seguido de Tony, el hijo de Antonio, y de Emiliano, pero siendo que Federico se escudaba tras Kelly, vieron frustradas sus intenciones fueran éstas las que fueren. Los demás no tardaron en llegar y comenzaron una batalla que sería la que finalmente terminaría de despertar a Ángelo, pero cuando intentó enviarlos al demonio, algo pegajoso le dio de lleno en la cara.

  • Tío, te pareces a…
  • ¡Emiliano! – exclamó él
  • Tío AG è arrabiato e…
  • ¡Cierra la boca, Albano Federico!

Aunque Kelly intentó hacer salir a los niños, tuvo escaso éxito y en realidad a Ángelo se le complicaron mucho las cosas, porque Gianni encontró inmejorable tirar de las frazadas y como a pesar de que se habían retirado muy tarde, Ángelo y Kelly habían tenido una mañana de navidad muy intensa y prácticamente acababan de dormirse, él no llevaba nada encima. Giovanna se había tapado los ojos mientras que Amelia se partía de risa.

  • ¡Papá! – exclamo Gianni – Creo que en lugar de una camisa, mi próximo regalo será un pijama
  • ¡Fuera de aquí, Giancarlo Del Piero! – le gritó intentando taparse

A pesar de que él particularmente procuraba no llamarlo por su nombre completo para evitarle recuerdos a Kelly, ya que ella siempre había llamado así al otro Gianni, en ese momento Ángelo lo único que quería era apalear a aquel pequeño delincuente.

Finalmente Kelly logró hacerlos salir, pero en cuanto se quedaron solos miró a Ángelo en una forma que él conocía bien.

  • Si dices una sola palabra…
  • ¿Qué? – preguntó ella, pero como evidentemente él no iba a hacerle nada, agregó – Y solo iba a decir que el color azul te sienta bien y es una agradable variante

Aquel comentario obedecía a que los niños con lo que habían estado jugando era con unas armas que disparaban pintura. Ángelo odiaba con vehemencia aquello que no consideraba de ninguna manera un juguete, y sin duda ahora iba a odiarlas aún más y en verdad tenía auténticos deseos de apalear a Fabiano que era quien había provisto a los niños de unas nuevas que en su desquiciada opinión eran mucho mejores que las que tenían.

  • Abogado estaba pensando… – dijo ella y él gimió internamente – Tal vez ahora comiences a considerar oportuno dejar que los padres de los angelitos se los lleven a sus casas

Dicho esto, huyó a toda prisa hacia el baño dejando tras de sí el eco de su risa y a Ángelo preguntándose cómo demonios podía amar a un criatura tan maligna.

Mucho más tarde y a la hora que debían estar almorzando, la mayoría lo que estaba era tomando la primera comida del día, aunque con el mismo alboroto que ya era usual. Nicola, y aunque oficialmente vivía en Los Nevados, desde que los gemelos habían nacido, pasaba muchas noches en su habitación de Aravera, de manera que estaba comiendo cuando de pronto miró con atención a una personita muy alborotada que se sentaba a su lado.

  • ¿Y tú quién eres? – le preguntó, aunque no esperó una respuesta – No interesa, pero te agradecería que te estuvieras quieta o…
  • Eh, eh abuelo – dijo Gianni y él lo miró – en primer lugar, su nombre es Aniella y es la hija de Antonio Sabatini – aclaró – y en segundo, es mi amiga y deberías esforzarte por tratar bien a mis amigos si esperas que yo te trate bien a ti

Nicola tuvo un fugaz dejá vù al escucharlo, pues poco más o menos lo mismo le había dicho Fabiano en una ocasión con relación a Luciano. El asunto no pasó a mayores, y aunque Nicola en lo que se esforzó fue en ignorar a la odiosa muchachita que ni se callaba ni se estaba tranquila, no hubo más inconvenientes.




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