Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Hace mucho tiempo atrás...

 

Trieste, agosto 1598

Pietro Di Castello había dejado Mesina con el corazón roto, pues había visto morir a su hija en una hoguera acusada de bruja, de modo que sin siquiera despedirse de Giuseppe Del Piero quien había sido su empleador toda la vida, tomó a su familia y sus pocas pertenencias, y se marchó lo más lejos posible para cumplir de ese modo con la última voluntad de Bianca, que según Paulo Del Piero, había pedido que su recién nacido hijo fuese apartado del padre que no lo quiso y de la familia de este en previsión de lo que pudiesen hacerle al bebé, y de ese modo los Di Castello llegaron a Trieste.

Para ese entonces Triste era parte del imperio austrohúngaro, de modo que Pietro pensó que por mucho que los Del Piero quisiesen hallarlos, no lo conseguirían. No obstante, Paulo lo hizo y no porque hubiese tenido que esforzarse, sino porque Pietro era un hombre agradecido y aquel fue el único Del Piero al que le informó de sus planes, de manera que cuando el chico se presentó en Trieste unas pocas semanas después que ellos, los Di Castello lo recibieron en su casa y allí se quedaría por el resto de su vida.

Pietro no había tenido grandes dificultades para conseguir trabajo, puesto que había trabajado toda su vida, el único problema era que él lo había hecho en las grandes plantaciones de los Del Piero y sin duda sabía cómo se manejaba una gran hacienda, pero Triste era un puerto y los conocimientos de Pietro en aquella materia eran escasos. Aun así su voluntad y disposición para el trabajo cubrieron esa falla y pronto tuvo un empleo agotador, pero que le permitía mantener a su mujer y a su nieto.

Paulo la tuvo un poco más difícil, pues no estaba preparado para el trabajo debido a que siempre había querido ser sacerdote y se había dedicado exclusivamente a sus libros, de modo que no tenía idea de qué hacer para mantenerse. Sin embargo, fue María, la esposa de Pietro quien aportase la solución diciéndole que dado que él sabía leer, escribir y hacer cuentas, quizá le diesen trabajo los señores de la región haciendo justamente eso, llevando sus cuentas. Pietro apoyó la idea y habló con su empleador que aceptó entrevistarse con el joven.

  • Solo hay un problema, niño – le dijo Pietro
  • ¿Cuál?
  • Tuve que decir que era usted un sobrino mío, así que no podrá dar su nombre real
  • Descuida Pietro, si no es ofensivo para ti que utilice tu apellido, entonces yo lo llevaré gustoso

De esa forma el chico dejó atrás su apellido y se convirtió en Paulo Di Castello, convirtiéndose también en el padre de su pequeño sobrino a quien llamaron Bianco en memoria de su desaparecida madre. De esa inusual manera Paulo y Bianco Di Castello, darían origen a toda la dinastía Di Castello sin serlo, y sus descendientes jamás sabrían que en realidad eran Del Piero.




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