Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 5 Del Piero sí o sí

 

Punta Dorada, agosto 2017

Otra cosa de la que tuvieron que ocuparse una vez que todo volvió a la calma, fue de lo concerniente a la posición de Giulio con respecto a la organización, porque no sabiendo hasta dónde se había filtrado la información que los agentes de los Madonia habían logrado obtener, y aunque Giulio no iba a asumir la jefatura de manera inmediata, era mejor que los miembros de la organización estuviesen al tanto por ellos, que el bambino Del Piero estaba vivo. En opinión de Ángelo y en un principio, estuvo en total desacuerdo, pero finalmente entendió que no hacerlo y en el supuesto de que él faltase, se les complicarían mucho las cosas y Giulio no podría asumir la jefatura sin tener que enfrascarse primero en una batalla que iba a ocasionar muchas pérdidas humanas innecesarias. 

Después de mucho discutir Ángelo aceptó y Luciano pudo dedicarse a preparar la reunión y no sin cierta prisa, pues también la tenía por volar a Europa donde tenía asuntos de máxima importancia andando. Los miembros de la organización mostraron su sorpresa cuando recibieron la muy inusual orden de presentarse a la reunión en compañía del mayor de cada familia a la que representaban fuese una o varias, como era el caso de los Del Piero que representaban a la propia y a las de los Genovesse y los Rossi, pero la mencionada sorpresa no sería tanta como la que les esperaba. Lo normal era que los representantes de las familias que dirigían la organización fuesen acompañados del Consiglieri, pues en el transcurso de las mismas y en la mayoría de los casos, se discutían asuntos legales relativos a los negocios que hacían entre ellos o a problemas que tuviesen y en los que los representantes legales de unas u otras podían prestar su colaboración, pero una vez finiquitado aquello y suponiendo que tuviesen que tratar asuntos de orden ilegal, los anteriores abandonaban la sala. No obstante, y como no les estaba permitido negarse a una orden del Capi di tutti capi, se dispusieron a acatarla, aunque como cabía esperar, Filipo intentó por todos los medios primero hablar con Ángelo, algo que no iba a suceder por ningún motivo, y segundo averiguar por otras fuentes a qué se debía la variante, pero después de una nada grata visita de Dante, pareció perder el interés aunque evidentemente no había sido así.

El GA se puso en movimiento y alrededor de quince días antes de la fecha pautada, El Valle fue objeto de una limpieza que aligeraba el trabajo de los cuerpos policiales de la localidad, pero que no podían explicar de ninguna manera en los informes oficiales. Sin embargo, la fecha fue cancelada sin explicaciones y sin un aviso claro de para cuando sería trasladada, pero aunque nunca recibieron el mencionado aviso, lo que si recibieron fue la visita de los miembros del GA una noche cualquiera y éstos los trasladaron al lugar de la reunión.

  • ¿Qué demonios sucede con ustedes? – protestó Filipo que fue retirado con escasa ceremonia de la cama donde estaba y que por cierto no era la suya
  • Supongo que la signora Falcone se mostraría más agradecida que tú, aunque tal vez no le importe mucho dónde estés siempre que no sea a su lado – dijo Dante con su malignidad habitual

En cuanto todos estuvieron reunidos, Dante le dio aviso a Luciano y éste se presentó en el salón, miró a los reunidos y se apartó para dejar pasar a Ángelo y a sus acompañantes. Inútil es decir que las expresiones de los presentes fueron épicas, y no solo al ver a Giulio, sino al otro Giulio que los acompañaba, pero si ya los sorprendía el verdadero, la visión del otro aparte de la mencionada sorpresa causó el desagrado de todos, aunque eso, demorarían un poco más en determinarlo.

  • Buonsera signori – saludó Ángelo
  • ¡Lo sabía! – exclamo Filipo sin dejar de mirar a Giulio
  • Lo que nos ahorrará la tediosa tarea de convencer a tu necio cerebro de que tus ojos no te engañan – dijo Ángelo
  • Y por el mismo camino, estará al tanto de los muchos problemas en los que está – agregó Giulio

Los que pudieron hacer la sorpresa a un lado y pensar, como eran los casos de Giampaoli y Scianna, recordaron lo que había dicho Filipo a Giulio el día de su boda y estuvieron seguros que los mencionados problemas eran un hecho indiscutible, pues aquel necio le había hablado a un Del Piero especialmente peligroso, de un modo que a éste le resultaría del todo imposible aceptar, y el hecho de que no supiese que lo era, estaban bastante seguros que no sería considerado un atenuante.

Cuando los presentes aceptaron, aunque fuese en forma precaria, que no estaban siendo víctimas de una alucinación colectiva, le dieron paso tanto a la curiosidad como al disgusto al fijarse bien en Silvano, pero en esta oportunidad y para variar, quien no pudo mantener la boca convenientemente cerrada fue Mateo.

  • ¿Quién es… esa cosa? – preguntó mirando casi con asco a Silvano

Ni Ángelo ni nadie en realidad, esperaba que la presencia de Silvano causase otra cosa que no fuese disgusto, y más que por la presencia en sí, por el aspecto. Aquello había ocasionado una discusión que aparte de inútil, lo que hizo fue aumentar su deseo, ya muy habitual, de apalear a aquellos dos. Porque en principio habría sido absurdo esperar que Silvano se aviniese a vestir ni siquiera medianamente formal, y Ángelo no lo esperaba, pero una cosa era eso, y otra ver lo que estaba viendo. Por empezar, desde que Silvano formaba parte del GA, se habían habituado a verlo con su largo cabello recogido en una apretada cola y generalmente con el uniforme, pero en esta oportunidad el muchachito iba trajeado cual indigente, al menos en opinión de Ángelo, Albano, Domenico y Giulio, porque a Nino lo traía sin cuidado aquello. La ropa en general, y que se componía escasamente de un pantalón y una indecente remera sin mangas, pues la chaqueta parecía ser un pésimo adorno atado a la cintura, daba la impresión que las llevaba encima desde hacía por lo menos una semana, porque aparte de varios agujeros, tenía muchas manchas de origen muy sospechoso. Adicional a lo anterior, iba cargado de cadenas como dijo Ángelo; en su brazo izquierdo podía verse un tatuaje horroroso en opinión del mismo individuo, y las botas parecían a punto de deshacerse. Como si todo lo anterior no fuese bastante, el cabello aparte de suelto, parecía que no hubiese sido lavado en años, y Ángelo tuvo que hacer un supremo esfuerzo para no acomodarle un puñetazo al acercarse y percibir el olor a alcohol.




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