Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 8 Retornando

 

Punta Dorada, agosto 2017

Una vez que Kelly estuvo más tranquila, que Darío llevó a Sofía a la unidad médica y que se aseguró que la furiosa señorita no hiciese polvo con sus propias y pequeñas manos a Federico, fue a ver al prisionero. Sin embargo, estaba en tan malas condiciones que se hacía necesario que lo atendiesen primero.

  • Lo necesito vivo, Javier
  • Podrías empezar por no intentar matarlos antes de obtener de ellos lo que necesitas – dijo el médico con su característica sequedad

Como Luciano sabía que aquello podía demorar un poco, decidió ir a ver a los niños.

Pierangelo que podía dormir en casi cualquier circunstancia y superaba por un amplio margen a su progenitor, ya lo hacía mientras que Giuliano estaba sentado junto a Damila y sostenía una mano de la gemela que estaba en brazos de su madre.

  • ¿Todo en orden, Bambi?
  • ¡Papá! – exclamó Pierangeli incorporándose con violencia
  • Aunque normalmente quiero hacerlo, ahora con más razón, Michelangeli – le dijo Damila y él sabía que se refería al habitual deseo de la chica de golpearlo, pero aun así él elevó una ceja – Casi estaba dormida

No obstante, Luciano dejó de prestarle atención para prestársela a la niña que ya había extendido los bracitos hacia él. Durante los próximos segundos estuvo muy ocupado escuchando la narración que estaba haciendo la gemela, misma que se componía de una serie de palabras a medias, unas en castellano, otras en italiano, y una que otra infiltrada en inglés. Aunque Damila no sabía exactamente cómo, Luciano pareció entender  sin ninguna dificultad aquel apresurado y extraño relato.

  • Bien, pero lo importante es que estás bien y que sabes que Dark no te iba a dejar caer – le dijo y ella asintió – Ahora señorita, duérmete o Bambi me golpeará
  • Bebé – dijo la gemela mirando a su madre cejijunta y a Damila se le incrementaron las ganas de golpear al necio aquel – Non pega papá – dicho esto lo miró a él de nuevo – Cuenta historia mi
  • Hoy no se puede, Piera – le dijo pasando el dedo por su mejilla – pero te prometo que mañana sí – agregó y la niña compuso expresión de tristeza – Ey, dije que mañana lo haría y nunca te miento ¿bueno? – Pierangeli volvió a asentir, pero eso no pareció satisfacer a Luciano – Eso no me sirve, quiero una sonrisa Del Piero, señorita – la gemela hizo un gesto de fastidio pero un segundo después estaba riendo – Así está mejor, pero ahora promete que no harás enojar a mamá – se acercó a su oído y bajó la voz – sabes que se pone odiosa cuando…
  • ¡Michelangeli!
  • ¿Lo ves?
  • Mila – dijo la gemela con disgusto
  • Promete entonces dormirte pronto ¿sí? – insistió él
  • Prometo
  • Así me gusta. Ahora…
  • Papá
  • Dime
  • Dar no va. Non lo lleva tú
  • Claro que no, linda
  • Piera
  • Por supuesto – dijo él ahogando la risa

Aquello era algo que se había suscitado a raíz de que Damila llamase Piero al gemelo por fastidiar al GA, aunque no lo había hecho en lo absoluto, pero el asunto era que en cuanto la niña pudo medio hacerse entender, a todo el mundo le quedó claro que quería que la llamasen de la misma forma que a su hermano. A quien menos había gustado aquello había sido a Ángelo, porque recordaba que en su juventud y mientras Pierina había sido su novia, él la había llamado precisamente Piera. Giulio estaba al tanto de esto, porque en algunas ocasiones Ángelo se refirió a su madre en aquellos términos, y aunque no hizo ningún escándalo como los que le eran habituales cuando algo no le gustaba, jamás llamaría a su hija de aquel modo sino Pieri, y era el único autorizado a llamarla así, porque si alguien más lo hacía, quien enfurecía era Pierangeli.

  • Como te decía, Dark no irá a ninguna parte y se quedará aquí contigo

La gemelita lo sujetó y le dio un sonoro beso, después de lo cual él volvió a dejarla en brazos de su madre, le dio un beso en la frente y miró a Giuliano.

  • Señor Rossi, deberías dormir tú también
  • Piera primo
  • Va bene, Piera primero – le dijo alborotándole el cabello – pero en cuanto esté dormida quiero que lo hagas tú o llamaré a Atila y…
  • Llama – dijo el chico con una sonrisa burlona
  • Bien, creo que no es buena idea, pero puedo llamar al bambino
  • Sciocco – dijo el chico con ira y Luciano rio encaminándose hacia la puerta
  • Lucky – lo detuvo Paulo – ¿Ya puedo…?
  • Lo único que puedes hacer es quedarte exactamente donde estas, y suponiendo que necesites cualquier cosa, pídela
  • Nadie puede ir al baño por mí ¿sabías?
  • Y hay uno aquí – le contestó él sin detenerse
  • Cretino
  • Te escuché
  • Y eso no lo hace menos cierto




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