Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 14 Tormenta

 

Punta Dorada, septiembre 2017

Ángelo y aunque le había costado muchísimo dormirse, finalmente había logrado hacerlo, aunque lo que no había podido hacer era descansar, primero porque el sueño de Kelly estaba siendo muy inquieto y él estuvo seguro que no eran sueños agradables, así que la atrajo hacia su pecho y comenzó a acariciar sus cabellos hasta que quien se quedó dormido fue él, pero sus propios sueños tampoco fueron del tipo pacífico y despertaría tan cansado como si no hubiese dormido nada.

El día había amanecido bajo un cielo plomizo y no demoró prácticamente nada en comenzar a caer una fría lluvia que amenazaba con no parar, algo que fastidiaba mucho a los chicos de todas las edades que tenían diversos planes.

  • Esto es un auténtico fastidio – estaba diciendo Enrico
  • Me apuesto lo que no tengo a que ahora sí extrañas el cálido y casi perenne sol de El Valle ¿no? – le dijo Marcelino
  • Con este tiempo, Lía no podrá venir – se quejó Aurelia pues su prima estaba en el complejo

Damila que ya había terminado de desayunar, se levantó y caminó hasta la ventana.

  • ¿Succede bebé? – le preguntó Giulio pasando un brazo alrededor de su cintura, pero antes de que contestara, agregó – Este tiempo me recuerda nuestra primera visita a la ciénaga
  • Sí, y no me gusta – dijo ella para consternación de él que almacenaba en su memoria cada segundo pasado a su lado como si fuera un auténtico tesoro independientemente de si eran buenos o malos
  • ¿No te gusta? Fue nuestro primer paseo juntos y…
  • No me refiero a eso, G – lo interrumpió ella – y no fue nuestro primer paseo, porque ya habíamos paseado por Agua Dulce muchas veces
  • Sí, pero siempre con papá o con Kelly y…
  • G, lo que intento decir es que me preocupa este tiempo por mamá y por Piera

Recién en ese momento fue que Giulio entendió, pues su hija y como había dicho Luciano la noche anterior, se parecía mucho y en muchas cosas a su abuela, de manera que había heredado lo que parecía una auténtica fobia a las tormentas si éstas venían acompañadas de rayos y truenos.

  • Tal vez solo llueva y nada más, bebé – dijo él para tranquilizarla

Sin embargo, Damila había nacido y crecido en Punta Dorada, de manera que si había alguien que conocía los estados climáticos de la zona, era ella, así que no estaba nada tranquila.

Ángelo quien también sabía cómo afectaban a su mujer días como aquel, decidió quedarse en la cama con ella y de hecho accedió a algo que detestaba, es decir, que le llevasen el desayuno a la habitación.

  • No lo puedo creer – dijo Kelly cuando salió del baño – ¿Vas a comer en la cama?
  • Y espero que me acompañes – le dijo él
  • ¿Estás enfermo? – le preguntó colocando una mano en su frente

Sin embargo, Ángelo sujetó su muñeca y la atrajo hacia él procediendo a darle un largo beso.

  • Espero que no hayas hecho nada del tipo que te reporte ir a dormir a otra habitación, abogado – dijo ella mirándolo con sospecha
  • ¡Bambina! – exclamó con disgusto – ¿Es que acaso no puedo querer tener un día de paz y tranquilidad con mi mujer?
  • Puedes, pero no eres de la clase…

La frase de Kelly quedó suspendida al escuchar que llamaban a la puerta, así que dio su autorización para entrar.

  • Buongirono bambina – saludó Federico y mirando a Ángelo con curiosidad - ¿No vas a trabajar?
  • Es sábado, muchachito
  • Va bene – dijo él sin complicarse mucho y se tiró en la cama

A pesar de que ya estaba crecidito, Federico seguía conservando la costumbre de aterrizar en aquella cama todos los días, y aunque ya no era que durmiese allí, siempre pasaba un rato incordiando a Kelly.

  • ¿Se puede saber por qué no puedes quedarte en tu habitación o ir a otro lado si ya no vas a dormir, Albano Federico?
  • Perché devo essere sicuro che la bambina stia bene [1] – contestó el chico
  • Y como ya lo estás…
  • Se vuoi che me ne vada, dimmelo [2]
  • Pues…
  • Abogado

Ángelo se mordió la lengua y Federico no solo no se fue, sino que se quedó a desayunar con ellos, lo que no fueron buenas noticias para el quisquilloso abogado, pues aquel niño aunque ya no lo era tanto, seguía tirándolo todo como cuando era un bebé, así que aparte de la mermelada y el café, también derramó parte de la leche que se estaba tomando. No habían terminado con aquel desastre cuando otra rubia cabeza se asomó.

  • Buongiorno – saludó Gianni - ¿Todo bien por aquí?
  • Claro cielo – le dijo Kelly – Pasa – agregó y el chico entró con su habitual comitiva
  • ¿Y tú estás bien, papá?
  • ¿Por qué no habría de estarlo?
  • Porque no bajaste  desayunar con nosotros y nos preocupamos, tío – dijo Amelia haciendo que Kelly riese
  • Además de que no había quien pusiese orden, tío – agregó Aniella con suprema desvergüenza en opinión de Ángelo, porque aquella niña y al igual que Amelia parecía la creadora del caos
  • ¿Piensan ir a su casa alguna vez ustedes dos?
  • Claro, tío – dijo Tony – cuando dejes de amenazar a nuestro desventurado padre con quitarle la cabeza si no estamos aquí




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