Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 18 ¿Parientes?

 

El Valle, catorce años atrás…

Si bien Luciano nunca tuvo motivos para amar a su familia paterna, lo que sí tenía era una obsesiva necesidad de estar informado, de manera que con relación a esto, se comportaba como un coleccionista y no le importaba cuánto tenía que pagar o lo que tuviese que hacer para conseguirlo. Por lo anterior, lo primero que quiso conocer fueron sus orígenes maternos, pues a su madre sí la había amado, pero después de su viaje a Isola, decidió que también sería útil saber acerca de su familia paterna y fue así como inició su investigación. La primera parte de la misma podía realizarla sobre el terreno y disponía de muchísimo material en El Valle, pero llegó el momento de viajar a Trieste y eso hizo. Todo esto lo había hecho antes de recibir su grado universitario, así que era muy joven entonces, pero a diferencia de Natalio, que a quienes les había seguido la pista había sido a los Del Piero, él había iniciado su investigación en el exterior y por los Di Castello. Otra diferencia entre él y Natalio, era que poseía una capacidad de investigación y unos recursos ilimitados para averiguar casi cualquier cosa, y los puso todos al servicio de su causa.

Luciano había llegado a Triste como un turista más, de manera que después del tour por la ciudad, comenzó con lo que verdaderamente le interesaba y decidió hacer una visita al cementerio. Esto no le reportó ninguna información útil, porque al menos al primero que fue no encontró a nadie con el apellido que estaba buscando. Después de eso, pensó que aquella investigación iba a ser un poco más problemática, porque Trieste era una antiquísima ciudad con siglos de historia, así que comenzó en sentido inverso para ver hasta dónde llegaba su línea familiar paterna, porque estaba bastante seguro, por lo que había leído en El Valle, que sus ancestros más antiguos no eran originarios de aquel lugar, pues llevaban un apellido muy italiano y aquellas tierras y al menos en la antigüedad, pertenecían al imperio austro-húngaro, y por tanto, una gran cantidad de sus habitantes llevaban apellidos más bien eslavos. Sin embargo, comenzó su investigación, y aunque la misma le tomaría algún tiempo, al igual que Natalio terminó llegando hasta el siglo XVI y a la historia de Pietro Di Castello.

La investigación de Luciano y como cabía esperar, había sido mucho más extensa y detallada, porque se las arregló para encontrar todo lo susceptible a ser hallado y había mucho, porque los Di Castello y al menos los primeros, fueron apreciados y admirados. De Pietro se decía que había sido un hombre taciturno, pero trabajador y siempre dispuesto a ayudar al prójimo, al igual que se hablaba de un sobrino, que aparte de compartir las características anteriores con el tío, parecía un fino caballero de hablar pausado, muy piadoso y con talento musical. El siguiente en la línea y según las crónicas que se conservaban, era Bianco, teóricamente hijo del anterior, aunque no se hablaba por ninguna parte de una madre ni de hermanos. Bianco se casó y tuvo tres hijos, dos hembras y un varón. De las hijas encontró poquísima información, algo que le extrañó poco, mientras que de Emilio había mucha, porque aquel personaje parecía muy activo e inteligente, pues siendo Trieste un puerto, se dedicó con éxito a la navegación y a vender los productos que podía llevar de otras tierras a la suya, pero también adquirió tierras y remodeló la vieja casa familiar. Pero aquel sujeto parecía haber heredado de sus antepasados la conmiseración por el prójimo y se convirtió en una especie de filántropo. Fue Emilio quien instauró el veto familiar en cuanto al respeto y la responsabilidad por las paternidades, pues en oportunidad de que su hijo mayor embarazase a una chica que en realidad no le interesaba, fue duramente castigado por su padre y Luciano halló una carta que le había escrito Emilio al para entonces ya muy anciano Paulo, diciéndole que ningún hombre de aquella familia podía, ni podría jamás, desconocer a un hijo.

Después de aquello, Luciano viajó a Sicilia y pensó en ese entonces, que si Ángelo se enteraba iba a apalearlo, pero hizo eso a un lado, porque en cualquier caso no pensaba decírselo y se dedicó a lo que había ido. Sabiendo como sabía, la fecha aproximada en que sus parientes habían emigrado a Trieste, se fue derecho a buscar las crónicas de esa época y encontró no solo todo lo que Natalio había encontrado, sino mucho más, porque Luciano poseía técnica de investigación y las herramientas necesarias, así que escudriñó hasta el último rincón de Mesina y prácticamente saqueó las propiedades de los Del Piero. También hizo uso y abuso de su encanto fingiéndose un católico recalcitrante que estudiaba los procesos inquisitoriales llevados a cabo por la iglesia, para granjearse la buena voluntad del párroco y así tuvo acceso ilimitado a muchos archivos relacionados con esto, y encontró el del proceso de Bianca, pero más allá de eso, también encontró muchas cartas de Ángela Del Piero dirigidas al sacerdote, y su ira alcanzó niveles peligrosos, porque estuvo tan seguro como si hubiese estado allí, que Ángela había sido quien instigase la persecución de todas aquellas desdichadas, pero estuvo más seguro aún del motivo. Su hijo Domenico. Pero siendo que aquella arpía estaba muerta desde hacía siglos, nada podía hacer y tuvo que controlarse.

Como ya le había dicho a Ángelo, la historia de los Del Piero estaba bien datada y fue así como se enteró qué había sido de todos los miembros de la familia con excepción de Paulo, que había desaparecido poco después de la tragedia. Domenico Del Piero se había casado y había tenido cuatro hijos varones, pero ninguna hembra, y fue abandonado por su esposa. Agostino no se casó nunca, pero estando bastante mayor, había engendrado a unos gemelos, aunque no llegó a conocerlos, así como tampoco contrajo matrimonio con la madre de éstos, y sería su sobrino mayor quien se hiciese cargo de los niños como si fuesen suyos. Y Chiara había muerto joven, aunque no encontró nada que le indicase de qué. Después de eso volvió a Trieste, y aunque ya había revisado la casa familiar de arriba abajo, lo hizo de nuevo y en un viejo baúl encontró lo que le parecieron diarios, pues eran unos cuadernos forrados de piel, pero la escritura, y aunque limpia, los efectos del tiempo habían hecho estragos en las mismas y se podía ver más bien poco, pero entendió que eran las memorias de Paulo, y lo más destacable de las mismas, fue que databan la llegada de éste a Trieste en diciembre de 1598, y que en el primero de esos cuadernos, las iniciales que figuraban eran PDP.




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