Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 21 Anunciado

 

Punta Dorada, octubre 2017

Una noche de octubre y mientras la familia se preparaba para pasar al comedor, Kelly miraba con reprobación a Ángelo.

  • ¿Crees que no lo noté?
  • ¿El qué? – preguntó él
  • Que le diste algo a Pierangelo
  • Bambina…
  • Nonno – escucharon la voz airada de Pierangeli – ¿Y mío?

Ángelo quería que se lo tragara la tierra mientras que su mujer se había parado frente a él con una ceja elevada.

  • Nonno – volvió a exclamar la niña que ya había llegado hasta ellos y estaba tirando de la chaqueta de Ángelo

Él no tuvo más remedio que alzarla y asegurarle que el suyo, fuera lo que esto fuere, se lo daría luego. Después de eso intentó por todos los medios evitar la mirada de Kelly y siguió a toda prisa hacia el comedor. Hacía muy poco, y más específicamente, desde que cumplieron su tercer año de vida, las sillas altas de los gemelos y Giuliano, habían sido incorporadas al comedor, de modo que Ángelo dejó a la gemela en la suya y caminó con desamino hacia la propia. Sin embargo, antes de que Kelly pudiese decir nada, hicieron su entrada Silvano y Fabiano con su habitual escándalo, mismo que se hizo insoportable cuando los niños corrieron hacia ellos tirando varias sillas en el proceso, mientras que Pierangeli y Giuliano estaban gritando para llamar la atención de los recién llegados. Silvano se las arregló para deshacerse de los demás y correr hacia su ahijada, pero en el transcurso de los próximos segundos fue besado, golpeado y la cinta elástica con la que habitualmente sostenía su cabello, le fue arrancada con poca delicadeza.

  • ¿Qué trajiste, mí? – preguntó la gemela
  • ¡Piera! – dijo Damila de lo más inútilmente, porque ni todas las amenazas del mundo habían persuadido a Silvano para que dejase de hacerle regalos a la niña
  • A ver… creo que me olvidé, nena – dijo él con una estudiada expresión de pena

Siendo que Pierangeli estaba pequeña, aún no había notado que aquel payaso casi siempre decía lo mismo, así que comenzó a golpearlo.

  • Espera, espera – le dijo Silvano – creo que…por aquí – dijo registrando sus bolsillos – ¡Ah sí! – exclamó – Aquí hay algo – dijo finalmente sacando una pequeña figura de bronce
  • Non è rosso – dijo la chiquita después de mirarlo con atención

Pierangeli tal vez estaba muy pequeña, pero ya era perfectamente capaz de identificar un Ferrari, pues por empezar, para ella parecía no existir ningún otro coche en el mundo más que éstos y había heredado de las tres generaciones anteriores, la pasión por el rojo Ferrari. Silvano reclamó el lugar al lado de la silla de la gemela y Franco tuvo que pasarse a otra no sin mucho protestar, después de lo cual Silvano inició una extensa explicación de por qué la figurita no era roja.

Entre tanto, Fabiano le había hecho un gesto de asentimiento a Ángelo y éste a su vez llamó a Enzo.

  • Dile a Cabarella que se comunique con los GA de los que no están aquí y que se presenten en máximo dos horas, y eso incluye a Luciano

Después de eso y una vez que los chicos volvieron a sus lugares, pudieron iniciar la comida que sería por demás escandalosa debido tanto a la presencia de los payasos como por la de los gemelos Genovesse que llegaron cuando iban  a mitad de la comida.

Damila miraba con preocupación a Fabiano que había desarrollado la molesta costumbre, en opinión de Damila, de intentar instruir a Pierangelo en cómo debía comportarse, pues el incordio aquel parecía pensar que su sobrino no tenía ni la más lejana idea de ello; la razón para que Fabiano pensase aquello, era que el gemelo y en comparación con su hermana, era considerablemente más tranquilo y formal.

  • G – dijo la chica frotándose la frente – tienes que hablar con Biano
  • ¿Perchè? – preguntó Giulio
  • Está metiendo ideas… peligrosas, en la cabeza a Piero – dijo ella y él miró hacia donde su hermano hablaba con el niño

Giulio conocía bien a Fabiano y sabía que ya podía él pasarse un año entero hablando con él y eso no haría que su hermano cambiase su comportamiento, pero aun así le dijo a Damila que lo haría, más para que se tranquilizara que porque tuviese alguna esperanza de éxito.

Silvano se peleaba con su ahijada por un trozo de pastel cuando llegó Luciano.

  • Buonasera – saludó en forma general
  • ¡Lucky! – exclamaron los niños dando inicio nuevamente el escándalo

Después que los había saludado a todos y había conducido a la señorita Rossi a su lugar, se acercó a Pierangelo alborotándole el cabello al igual que a Giuliano y luego se fue hacia la niña.

  • Buonanotte signorina
  • Ciao papa. Toma – le dijo acercándole un muy maltrecho trozo de pastel
  • ¡Óyeme! – exclamó Silvano
  • Non grita, Carlo – dijo la niña que lo llamaba así cundo se molestaba y él suavizó el tono
  • Pero es que no es justo. No me diste a mí pero sí le das a él
  • Papá non gusta quel – dijo mientras intentaba que Luciano abriera la boca




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