Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 24 Decisión

 

Punta Dorada, enero 2018

Una vez obtenida la autorización de Ángelo, Giulio se fue derecho a la habitación de Franco, y en cuanto éste lo vio se incorporó en la cama.

  • Sal de esa cama y deja de hacerles la vida miserable a tus padres, porque ya he cumplido con mi palabra – le dijo
  • ¿Quieres decir que…?
  • Ya está hecho
  • ¿Cuándo comienzo? – preguntó Franco levantándose  a toda prisa
  • Vamos hombre, una cosa a la vez
  • ¿Qué significa eso?
  • Ya tenemos la autorización de tío Ángelo, pero ahora tenemos que hablar con tus padres
  • Siendo que tenemos lo más importante, no veo que eso sea un problema
  • No dije que lo fuera, pero casi es navidad y supongo que al menos tendrás la consideración de dejar que tus padres pasen las fiestas en paz

Aunque Franco no parecía muy convencido, terminó por aceptar. De modo que Giulio se dispuso a  abandonar la habitación.

  • Espera – lo detuvo Franco y él se giró – Gracias ¿no?

Giulio se limitó a hacerle un gesto de asentimiento y abandonó la habitación. Esa noche y cuando María vio a su hijo entrar al comedor, sin mediar palabra corrió hacia Giulio y lo abrazó para enorme incomodidad de éste, especialmente cuando Damila lo miró elevando una ceja. Mientras esto sucedía, los chicos habían lanzado un grito alborozado.

  • ¡Franco!

La gemela que estaba en brazos de Nicola, comenzó a forcejear hasta que éste la colocó en el piso y la chiquita corrió hacia Franco.

  • ¡Quítate Gianni! – le gritó a éste y apenas alcanzó su objetivo elevó los bracitos y Franco la alzó – ¿Perchè dormi così tanto? [1]
  • Estaba cansado, Piera

Como el concepto de cansancio no figuraba en el diccionario de aquella criatura, lo miró con duda y Franco decidió que no valía la pena una explicación que ella no iba a entender.

  • Pero ahora tengo mucha hambre
  • Sempre – dijo ella  sonriendo

Las cosas volvieron a la normalidad, pero aunque el resto del clan intentó por todos los medios averiguar qué había sido todo aquello, Franco guardó obstinado silencio y así seguiría hasta un par de días después de año nuevo cuando en su opinión ya era momento de hablar con sus padres.

  • ¿Cuál es tu apuro? – le preguntó Fredo pues Giulio se estaba terminando de vestir
  • Mientras más pronto comience, más pronto estaré listo – dijo con simplicidad

Pautaron reunirse en la noche, pues Enrico había salido temprano con Domenico hacia el complejo, y aunque Franco abandonó la habitación despotricando de su padre y su padrino por haberse marchado justo ese día, no tendría más remedio que esperar.

Aunque Ángelo había dado su consentimiento, por algún motivo seguía preocupado, así que llamó a Luciano.

  • Heme aquí
  • ¿Hay algún modo de hacerlo desistir? – preguntó y aquello no necesitaba de mayores aclaraciones
  • No si eso es lo que realmente quiere
  • Pero podría ser que solo fuese algo… temporal
  • Podría
  • Y si es así, no tendrá que quedarse y quiero que te asegures de eso
  • AG, si es tu deseo puedo hacerle la vida tan miserable que desee volver a casa en máximo quince días, pero no creo que eso contribuya a tu tranquilidad futura, ya que dudo que sea el sueño de tu vida tener a una bomba de tiempo deambulando por la casa
  • No seas necio, Luciano, solo quiero que note las muchas diferencias entre la vida cómoda que tiene en casa y lo dura que será la suya si se queda allí
  • Y yo soy el necio – dijo él – De nuevo tengo que sugerirte hacer memoria, AG. ¿Recuerdas cuántas veces me quejé yo? ¿Alguna vez lo hicieron Biano o los gemelos?
  • ¡Ellos ya eran hombres!
  • Claro, pero yo era un niño y Fredo también – le dijo y Ángelo se preguntó si Luciano realmente alguna vez había sido un niño, pero no lo dijo – Además, ahí tienes también a Silvano, lo intentaste de todas las formas posibles y hasta lo chantajeaste con Bambi, pero nada dio resultado, porque lo conseguiste por un tiempo y al final terminó donde quería – hubo un corto silencio en el que lo miró con atención – ¿Por qué estás tan negado a esto? ¿Qué es lo que no me estás diciendo, AG?

Sin embargo, ni siquiera el mismo Ángelo parecía saberlo, pero como el cerebro de Luciano no podía estar inactivo, comenzó a hacer toda clase de conjeturas del tipo subjetivo, porque en el aspecto de lo comprobable, él estaba seguro que no había ningún impedimento; Francesco era sano, había probado mucho más allá de lo que lo habían hecho los demás chicos, que tenía mucha resistencia y siempre era el que se esforzaba más en los ejercicios. Después de un veloz análisis, lanzó su primera teoría.

  • Ya entiendo – dijo y Ángelo lo miró – esperabas que Franco estudiase leyes, porque hasta la fecha no ves un sucesor para Albano ¿no es así?
  • ¡Por supuesto que no! – exclamó – El Consiglieri  de esta familia siempre ha sido un Genovesse.
  • Claro. Dime entonces cuál es el siguiente
  • Aún es pronto para saberlo
  • Solo hay dos posibles Genovesse, y en mi opinión, ninguno de ellos califica, y a menos que estés considerando cambiar mucho las leyes, no veo otra opción más que la de Nina
  • ¿Has perdido el juicio?
  • Por eso digo – dijo con tranquilidad – Así que siguiendo en el camino de las suposiciones, si consciente o inconscientemente esperabas transferirle esa responsabilidad a Francesco, es mejor que vayas poniendo atención al resto de la población infantil o juvenil, porque Franco sabe lo que quiere aunque tú no lo creas o no quieras que sea así.
  • Tú ocúpate de hacer lo necesario
  • ¿En qué sentido? – preguntó de forma innecesaria y solo por fastidiarlo
  • ¿Acaso eres sordo?
  • Ambos sabemos que no




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