Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 26 No tan niños

 

Punta Dorada, enero-julio 2018

Después de la partida de Franco, los miembros de su grupo estaban tan tranquilos que Ángelo comenzó a pensar que estaban enfermos, pero cuando finalmente entendió que lo solo estaban tristes, enfureció. Sin embargo, ya no había marcha atrás y tuvo que ajustarse no solo a los hechos, sino a que ese año sería terrible, ya que las criaturas en verdad parecían decididas a mortificarlo, pues comenzaron los líos de faldas.

No se trataba de que aquello fuese nuevo para Ángelo, pero precisamente al recordar de quién era hijo Gianni, por ejemplo, y aunque no lo supiesen con precisión, lo hizo temer por su cordura. En el segundo trimestre del año recibió una citación de la escuela y fue la primera vez, desde que se había hecho cargo de Gianni, que quiso ahorcarlo.

  • ¡Esto tiene que ser una broma! – exclamó cuando vio el mail con el citatorio
  • ¿Disculpa? – le preguntó Antonio
  • ¡Otra vez me llaman de la escuela! – le gritó como si él fuese el responsable 

Antonio compuso expresión de consternación, porque independientemente de lo que se tratase, estaba bastante seguro que sus angelitos estarían involucrados, de manera que hasta tenía miedo de preguntar.

  • Ángelo…
  • ¿Es que acaso creen que no tengo nada qué hacer? – vociferó poniéndose de pie – ¡Juro que voy a…!
  • Abogado – escuchó y miró hacia la puerta – intento trabajar y tus gritos… – pero se detuvo al ver que él avanzaba hacia ella

Sin embargo, en realidad no se dirigía a ella, sino hacia la puerta, y al parecer no tenía intenciones ni de decirle nada.

  • Óyeme – lo llamó al verlo pasar – ¿Vas a algún lugar?
  • A la escuela – dijo sin detenerse
  • Espera – dijo corriendo para sujetarlo – ¿Los niños están bien?
  • Estoy bastante seguro de eso, así como de que no lo estarán por mucho tiempo
  • Ángelo

El tono, y el hecho de ser llamado por su nombre, finalmente lo detuvieron, así que hizo su habitual cuenta en reversa y se giró.

  • Me acaba de llegar otra citación de la escuela
  • Bien, pero no tienes que salir corriendo
  • Sí, sí tengo, porque me piden ir de inmediato

Kelly compuso expresión de preocupación, porque lo normal era que los citaran, pero no de manera inmediata, así que ella pensó, y como era lógico, que alguno de los niños había sufrido algún accidente.

  • Espérame – le dijo y corrió hacia las escaleras
  • Bambina, no es…

Sin embargo, ella no lo escuchó y unos minutos después bajó y partieron; pero mientras Ángelo iba de un humor asesino, ella iba tan preocupada que Bianco tecleó a toda prisa un mensaje para Dinka que era el jefe del grupo de seguridad de los niños, ya que Gianni era el Del Piero mayor, y aunque si hubiese sucedido algo grave él lo sabría, quiso asegurarse.

  • ¿Hunter, alguno de los niños sufrió alguna clase de accidente?
  • No – contestó Dinka – pero Giancarlo está metido en un enorme lío

Bianco se preguntó cómo era eso posible, y no porque las criaturas en general no viviesen metidos en líos, sino porque Dinka lo calificase de enorme y que él no hubiese podido evitarlo, lo que por el camino corto lo pondría en vías a un calabozo en cuanto Luciano se enterase. Pero dejó eso de lado y miró a Kelly.

  • No te preocupes, los niños están bien y ninguno ha sufrido ningún accidente – le dijo

Ella se lo agradeció, pero como la expresión de Ángelo seguía siendo tormentosa, decidió no decir nada y esperar. En cuanto llegaron a la escuela los condujeron al despacho del director, algo que tampoco era usual, pues por lo general quien los citaba era el profesor o profesora que ostentase la jefatura de la etapa que cursaba el agresor.

  • Señora Montiel – dijo la secretaria
  • Del-Piero – siseó Ángelo – si no le molesta, y si le molesta es su problema y no el mío – agregó y Kelly le apretó el brazo
  • Buen día, Gabriela – la saludó ella – El señor Valdivieso nos citó
  • Sí claro. Tomen asiento un momento, por favor – dijo la apenada mujer

Kelly casi empujó a su marido, pues estaba segura que iba a decir alguna otra barbaridad.

  • ¿Quieres calmarte? – le susurró – Y no, no digas nada – agregó colocando un dedo en su boca
  • Pueden pasar – dijo la mujer procurando ver a cualquier parte menos a Ángelo
  • Gracias – dijo Kelly sonriéndole y entraron – Buenos días
  • Señora… Del Piero – dijo él recordando que ya había pasado por la experiencia de su desdichada secretaria con anterioridad – Tomen asiento y esperen un momento por favor – dijo tapando la bocina del teléfono
  • Escuche, si usted puede perder su tiempo, ciertamente no es mi caso, y si me hizo venir hasta acá colocando además que era urgente, lo menos que puede hacer es atenderme como es debido




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