Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 34 Cambio temporal

 

Punta Dorada, agosto 2018

El día del cumpleaños de los gemelos, Giulio había hecho instalar un carrousel como parte de los juegos y diversiones que había planeado, y lo había hecho por dos motivos diferentes. El primero, porque sabiendo lo mucho que a Damila le seguían gustando aquellos, en una oportunidad le había regalado una caja de música en forma de pequeño carrousel multicolor, pero si bien Damila se emocionó mucho, a Pierangelo pareció emocionarlo el doble y nadie entendía muy bien por qué, aunque finalmente terminaron por asumirlo como otra de las cosas que el gemelito había heredado de su madre así como la pasión por el chocolate, la manía de defender a Ángelo contra viento y marea, o el pasarse horas frente un libro aunque todavía no sabía leer.

El día del cumpleaños en cuestión, cuando Pierangelo vio el carrousel, corrió hacia él con sus verdes ojitos brillando de emoción y se pasó casi todo el tiempo subido al mismo sin prestar casi ninguna atención a lo demás, mientras que Pierangeli y después de la primera vuelta tenía expresión de fastidio.

  • ¿Questo è tutto? – le preguntó a Giulio
  • Bueno…
  • No mueve – dijo ella con disgusto y Fredo rio
  • Nada que hacer hermano, si algo no produce mareos y la sensación de que vas a morir en cualquier momento, no le parece lo bastante interesante a tu hija

Giulio pensó que por una parte Fredo tenía razón, y por la otra, que Damila se preocupaba por el gemelo equivocado cuando pensaba que Fabiano estaba metiendo ideas peligrosas en la cabeza de Pierangelo, porque quien parecía tenerlas era la niña, aunque no estaba muy seguro si venían en su código genético o eran un obsequio de su tío y su no menos desquiciado padrino.

El asunto fue que Giulio decidió quedarse con el carrousel para que su hijo pudiese disfrutar del mismo cuando quisiera, y por primera vez Damila no protestó de forma ruidosa por uno de los extravagantes regalos que les hacía Giulio a sus hijos. Don Guido también aportó una información que Giulio desconocía, y era el hecho de que su bisabuelo Giuseppe, había amado a los caballos y había poseído varios, de modo que esto explicaría el por qué Pierangelo se sentía tan emocionado ante aquellos aunque no fuesen reales.

Pero si bien el regalo de Giulio pasó sin problemas, cuando sí los hubo fue en el momento en el que Fabiano se dirigió a su sobrina y la alzó.

  • ¿Me acompaña, signorina?
  • Sciocco – le dijo ella acomodándole un golpe en la cabeza

Pierangeli se peleaba con todo el mundo cuando la llamaban de cualquier otra forma que no fuese Piera, pero esto no aplicaba a tres personas, a saber, Giulio que la llamaba Pieri por lo que ya se explicó, a Ángelo que generalmente la llamaba principessa o de cualquier otra forma cariñosa, y a Fabiano, aunque en su caso y si bien no se peleaba con él, solía golpearlo y llamarlo estúpido, lo que causaba siempre y de forma invariable, la escandalosa risa del irresponsable tío.

  • ¿Dove stiamo andando? [1] – preguntó la niña
  • Vedrai [2]

Tanto Kelly como Angélica, y la mayor parte del tiempo Damila también, aunque en ese momento ayudaba a Ana con Bárbara que se había echado encima lo que estaba bebiendo, se sentían muy preocupadas cuando veían a Fabiano con alguno de los bebés, así que las dos primeras habían corrido para alcanzarlos.

  • Bambina – detuvo Ángelo a su mujer – ¿Succede?
  • Fabiano acaba de llevarse a Pierangeli y…
  • ¡Oh por Dios! – exclamó él corriendo en la misma dirección que había llevado su mujer

Kelly lamentó haberle dicho aquello, porque no era que ella pensase que el gemelo iba a hacerle algo malo a la niña de forma intencional, pero siendo como era, siempre temían por algún accidente, así que se apresuró a darle alcance a su marido.

  • Ángelo…
  • No te preocupes, bambina – le dijo él – detendré a ese…
  • Solo vamos a asegurarnos de que…
  • ¡Es un irresponsable y de lo único que voy a asegurarme es de que…!

Sin embargo, no alcanzó a concluir la idea, porque cuando llegaron hasta la terraza que daba al jardín, vieron a Fabiano de pie allí y señalando hacia el cielo. Ellos se acercaron y vieron el punto oscuro que identificaron como una de las naves del GA. Siguieron la trayectoria hasta que la nave estaba casi encima de sus cabezas y fue cuando notaron que algo pendía de la misma. Para ese momento casi todos los niños y los más jóvenes que habían notado la carrera de Ángelo, se habían congregado en el lugar y Damila, que había llegado casi de última, recordó con claridad una situación similar, pero que se sucedió la noche de un cumpleaños de Giulio. La caja había comenzado a descender y un poco por encima de esta, venía alguien que tardaron poco en identificar como Silvano.

Fabiano se movió y comenzó a bajar por el corto tramo de escaleras con una Pierangeli aplaudiendo como si estuviese viendo el número de un espectáculo. Cuando la caja se posó en el piso, Silvano soltó el gancho y saltó al piso mientras la niña corría hacia él. Giulio había sujetado la mano de Damila y habían bajado también, porque aunque él no temía ningún daño, igual quería saber de qué iba todo aquello.

  • Tu regalo, Piera – dijo Silvano




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