Destino de Sangre (libro 14. Familia)

Cap. 35 Operación

 

Módena, septiembre 2018

El último equipo que participaría en la misión, tomó tierra en Bolonia y de allí partieron rumbo a Módena.

  • Agradable clima – dijo Daiki
  • Vamos Sushi, no difiere mucho del que tenemos en Punta Dorada – argumentó Albano que era quien estaba en la puerta cuando ellos llegaron

Después de algunas otras bromas, llegaron al salón que habían habilitado como base operacional.

  • Novedades – dijo Luciano
  • Ninguna – le contestó Astor
  • Nos vendría bien que utilizaras tus influencias y mejoraras en algo el clima, Thor – le dijo Dante

Astor lo miró mal, pero como de costumbre decidió ignorarlo. Luciano estaba mirando el plano que estaba desplegado sobre la mesa de trabajo y después de un rato decidió que todo estaba en orden.

  • La operación inicia en dos horas, señores
  • Genial, así tengo tiempo de comer algo – dijo Dante
  • Acabas de comer – dijo Carmelo de lo más inútilmente, pues todos sabían que Dante se pasaba la vida comiendo
  • Hanna, quiero un reporte detallado del tránsito en la zona de trabajo – pidió Luciano que se había retirado hacia el extremo más alejado de la estancia  

Unos segundos después, estaba escuchando el mencionado reporte incluidas salidas alternativas y tiempo estimado de llegada hasta el punto de reunión, de acuerdo a los distintos medios de transporte que pudiesen utilizar.

Una hora después, estaban todos listos y armados a la espera de la orden de Luciano para salir, y en cuanto éste la dio, partieron.

  • AL a LF1 y 2, confirmen posiciones
  • LF1 en posición – respondió Fabiano
  • LF2 en posición – confirmó Damiano

Un poco más temprano y en la habitación de un hotel, Erik se quejaba amargamente de lo que llevaba puesto.

  • Este es el peor disfraz del mundo – decía
  • Lo que sucede es que tienes un pésimo gusto en ropa, Prizrak – le dijo Michel
  • Claro, porque tú no utilizas la mezclilla día y noche ¿no?
  • Lo hago, pero a diferencia de ti, no desprecio la buena tela
  • Atención – dijo Damiano
  • ¡Diablos! – exclamó Erik – Tú sí que pareces salido de una revista, Szellem
  • ¿Acaso las señoritas han olvidado de dónde procede nuestra “estrella”? – escucharon la voz burlona de Fabiano
  • Chiudi la boca, Geist – ordenó Damiano con ira
  • El protocolo, Szellem, no lo olvides – sentenció Fabiano riendo
  • ¿En verdad te dedicabas a…? – estaba diciendo Erik, pero aunque la mirada tormentosa de Damiano, a otro hombre más precavido lo habría hecho pensar que era mejor guardar silencio, era mucho esperar de aquel loco titulado – ¿…a complacer los gustos de las mujeres que podían pagarte? Ese sí que es un trabajo envidiable – completó
  • Piensa un poco, Prizrak – le dijo Michel – si tenían que pagar, con seguridad era un trabajo desagradable
  • No necesariamente – escucharon la voz de Misael – les recuerdo que las hay con gustos algo… peculiares ¿no es así, Szellem? –preguntó con malignidad

Damiano se había pasado muchos años intentando olvidar aquella etapa de su vida y por la que estaba seguro tenía el infierno asegurado, pero sus inmisericordes compañeros no se lo hacían fácil. Sin embargo, al menos ese día no tendrían ocasión de  seguir fastidiando, pues debían dar inicio a la operación.

Milos no era un agente de campo y su trabajo consistía en aportar información, mientras que Fernando, y aunque el suyo era el espionaje, por fuerza tenía que involucrarse con frecuencia con el blanco, y aquella era una de esas oportunidades, así que cuando  Damiano llegó a la recepción, lo localizó con rapidez aunque fingió no prestarle atención.

  • Freni aún no se presenta – murmuró Damiano después de dar una vuelta por el enorme salón
  • Y te recuerdo que solo lo hará por pocos minutos, así que dile a tus hombres que abran bien los ojos – escuchó que decía Fernando

Lucca Freni era un  conocido proveedor de armamento, y según la información que habían recabado, los Madonia habían pautado adquirir un gran lote. Según la misma información, Lucca parecía confiar poco en las comunicaciones y no autorizaba la entrega hasta que veía con sus propios ojos la realización de la transacción, misma que debía realizarse sí o sí en su presencia. Esa noche se suponía que un representante de los Madonia, estaría allí para efectuarla, pues el paranoico de Freni tampoco acudía a ninguna reunión privada y todas sus negociaciones se efectuaban en lugares públicos y muy concurridos. Igualmente, y según la información recabada por Fernando, el individuo se ocupaba personalmente de las entregas, no sabían si por una desconfianza suprema en todo y en todos, o si era la simple manía de una mente psicótica. De manera que tendrían que moverse con cautela y velocidad para poder detenerlos.




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