Módena, septiembre 2018
El último equipo que participaría en la misión, tomó tierra en Bolonia y de allí partieron rumbo a Módena.
Después de algunas otras bromas, llegaron al salón que habían habilitado como base operacional.
Astor lo miró mal, pero como de costumbre decidió ignorarlo. Luciano estaba mirando el plano que estaba desplegado sobre la mesa de trabajo y después de un rato decidió que todo estaba en orden.
Unos segundos después, estaba escuchando el mencionado reporte incluidas salidas alternativas y tiempo estimado de llegada hasta el punto de reunión, de acuerdo a los distintos medios de transporte que pudiesen utilizar.
Una hora después, estaban todos listos y armados a la espera de la orden de Luciano para salir, y en cuanto éste la dio, partieron.
Un poco más temprano y en la habitación de un hotel, Erik se quejaba amargamente de lo que llevaba puesto.
Damiano se había pasado muchos años intentando olvidar aquella etapa de su vida y por la que estaba seguro tenía el infierno asegurado, pero sus inmisericordes compañeros no se lo hacían fácil. Sin embargo, al menos ese día no tendrían ocasión de seguir fastidiando, pues debían dar inicio a la operación.
Milos no era un agente de campo y su trabajo consistía en aportar información, mientras que Fernando, y aunque el suyo era el espionaje, por fuerza tenía que involucrarse con frecuencia con el blanco, y aquella era una de esas oportunidades, así que cuando Damiano llegó a la recepción, lo localizó con rapidez aunque fingió no prestarle atención.
Lucca Freni era un conocido proveedor de armamento, y según la información que habían recabado, los Madonia habían pautado adquirir un gran lote. Según la misma información, Lucca parecía confiar poco en las comunicaciones y no autorizaba la entrega hasta que veía con sus propios ojos la realización de la transacción, misma que debía realizarse sí o sí en su presencia. Esa noche se suponía que un representante de los Madonia, estaría allí para efectuarla, pues el paranoico de Freni tampoco acudía a ninguna reunión privada y todas sus negociaciones se efectuaban en lugares públicos y muy concurridos. Igualmente, y según la información recabada por Fernando, el individuo se ocupaba personalmente de las entregas, no sabían si por una desconfianza suprema en todo y en todos, o si era la simple manía de una mente psicótica. De manera que tendrían que moverse con cautela y velocidad para poder detenerlos.
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Editado: 28.07.2022