Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 8 Recibimiento

 

Aunque el programa HAI funcionaba perfectamente y cubría casi todo lo imaginable, los agentes seguían portando un comunicador, pero mucho más eficaz que los primeros que fueron utilizados por el GA, y más que todo ante la posibilidad de que se viesen impedidos de verbalizar alguna orden o demanda, de modo que en cuanto Luciano lo llamó, y mientras subía las escaleras, Franco sintió vibrar su comunicador y lo sacó.

  • ¿Estás bien? HANNA está reportando alteración orgánica
  • Estoy bien – escribió en respuesta a la pregunta de Casiel y mientras maldecía el condenado programa, pero agradeciendo la discreción de Casiel – No te preocupes, es solo que acabo de subir las escaleras corriendo. Y gracias, Net

Aquello obedecía a que efectivamente estaba perfectamente, pero su ritmo cardíaco se había disparado y no precisamente por la carrera, pues cuando Casiel registró aquello, Franco apenas acababa de recibir la llamada de Luciano y no estaba corriendo, pero aun así, Casiel decidió no agregar nada más y esperar, pero seguiría muy pendiente y más después de lo que acababa de suceder con Paulo y que habría podido evitarse si hubiese portado un HAI.

  • Bienvenido a casa, señor Rossi – lo saludó Dinka que estaba al inicio del pasillo
  • A un lado Hunter – le dijo él pasando como una exhalación
  • Wow, creo que Speedy está a punto de perder  su puesto – escucharon a Daiki

Franco frenó su carrera frente a la puerta y se obligó a recuperar el ritmo normal de su respiración antes de entrar.

  • Señor – dijo en tono pausado

Aunque Fredo quería decir muchas cosas, pues hacía alrededor de diez meses que no veía al chico debido a que él iba poco a la base, posiblemente el asombro más que la amenaza de Luciano, fue lo que le impidió hacerlo.

Un momento después entró a Angélica en compañía de una doncella para comenzar a despertar a los niños, y como ya estaba acostumbrada a la presencia de los GA, les prestó tan poca atención que ni siquiera notó  quiénes eran.

Como de costumbre, Piero fue el primero en despertar seguido de un muy reticente Giuliano que parecía tener los mismos problemas de su progenitor para abandonar la cama, lo que hizo sonreír a Fredo al recordar la guerra que le dio a su madre con aquel trámite diario. Sin embargo, si bien a él no le había gustado abandonar la cama, se contentaba con darse vuelta apenas su madre se descuidaba y luego intentaba acomodarle un puñetazo a Enzo que era quien asistía a Angélica en el asunto, pero Giuliano había copiado a Giulio en aquel sentido.

  • Dov’é il fuoco? – preguntó y Fredo volvió a sonreír

Después de despertar a los varones, Angélica caminó hacia el otro extremo de la habitación.

Aunque los niños ya iban a cumplir cinco años, y tanto Kelly como Ángelo habían estado diciendo desde que estaban por cumplir cuatro, que ya era hora de que la niña tuviese su propia habitación, Piero y Giuliano se habían puesto muy difíciles por no hablar de la misma señorita Del Piero. Aunque Giulio había hecho trabajar a Luigi a marchas forzadas, pues quería tener aquella habitación lista para el día del cuarto cumpleaños de su hija, el día del mencionado cumpleaños Piera montó en cólera y terminó por amenazar a su progenitor con decirle a Paulo que lo golpease si la obligaba a cambiarse a aquel horrible lugar. Por supuesto aquello le reportaría a la gemelita un largo castigo con el que Kelly estaba de acuerdo, Ángelo a medias, y Giulio en total y abierto desacuerdo, pues en su opinión, su hija no se merecía aquel cruel castigo y sería la primera vez que se pelease en serio con Damila, pero ella no cedió. Intentó entonces recabar la ayuda de Ángelo, pero éste opinaba que si bien en efecto la niña merecía ser castigada, y aunque  Damila se hubiese excedido,  como él se esforzaba en respetar el derecho de los padres a imponer disciplina, guardó prudente silencio; algo que Giulio vio como una traición. Pero al final, tendría que deponer su actitud, pues ni siquiera Silvano o Luciano estuvieron de su parte, y para empeorar la situación, su dulce esposa se fue a dormir a la problemática habitación de la niña, de modo que Giulio tuvo que tragarse su rabia y por ese mismo camino su orgullo, le pidió perdón a Damila y se pasó una semana llorando todas las noches con su hija. Al final de todo aquel drama, y que no podía haber sido distinto estando involucrados padre e hija, si bien nominalmente Piera tenía su habitación, seguiría durmiendo en la de sus hermanos, pues Damila terminó por cansarse de esperar a que se durmiese en la suya y terminase amaneciendo en la otra, algo de lo que se encargaban diligentemente todos los chicos de seguridad independientemente de quien estuviese de guardia.

Luciano se había acercado más a las camas cuando vio que los chicos se levantaban, mientras que Fredo y Franco se habían quedado donde estaban.

  • Buongiorno papa – lo saludó Piero frotándose los ojos
  • Ciao tío – lo hizo Giuliano al mismo tiempo

Ninguno de los dos vio a las dos figuras que seguían cerca de la puerta, algo normal, pues aquellas habitaciones eran inmensas y los niños aún estaban medio dormidos, pero a Franco se le dibujó una sonrisa al verlos de pie y notar lo mucho que habían crecido desde navidad y su pulso se aceleró de nuevo cuando escuchó a Piera.

  • No voy a ir a ninguna parte, nonna – estaba diciendo la gemelita
  • Cara…
  • No – porfió ella – no voy a salir sin Dar




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