Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 9 Familia

 

Una vez que la algarabía de la partida de todos había pasado, Luciano siguió a Ángelo y a Giulio al despacho.

  • Supongo que esperar algo parecido a una explicación…
  • Me daría por satisfecho con un gracias
  • ¡¿Gracias?! – preguntó con incredulidad
  • Y no tienes que gritarlo
  • ¡No tengo motivos para sentirme agradecido!
  • Seguro que sí, porque evité que tus nietos y algunos de tus sobrinos – dijo mirando a Giulio – te masacraran
  • Escucha infeliz…
  • Tío – intervino Giulio y miró a Luciano – si entendimos bien, Franco va a sustituir a Graziani
  • Así es, al menos temporalmente y mientras se recupera de la operación
  • Nunca has tenido mucho juicio, pero acabas de demostrar la total carencia del mismo
  • Lo dijiste para tranquilizar a Pieri y no porque en verdad sea así ¿no? – dijo Giulio
  • Por favor – dijo con fastidio – Ustedes saben que Franco no estaba en unas agradables vacaciones
  • ¡Es un niño! – exclamó Ángelo
  • Creo que la edad está afectando tu visión AG, porque si algo no es ese individuo, es un niño, pero en cualquier caso, está preparado y en realidad sobre calificado para llevar a cabo la tarea
  • Suponiendo, y solo suponiendo que fuera así – dijo Giulio – tengo entendido que ningún agente entra en servicio antes de cumplir la edad reglamentaria
  • Y la tiene, porque de acuerdo a la normativa interna del GA, el estatuto de emergencia establece que, todo agente mayor de 15 años y que haya aprobado los niveles de supervivencia, combate y tenga un puntaje superior al 80% en manejo de armas, estará obligado a acatar las órdenes de sus superiores si éstos juzgan pertinente ponerlos en activo  en casos de emergencia – expuso – De modo que siendo ésta una situación de emergencia – puntualizó – no estamos infringiendo ninguna norma. Eso no significa que vaya a pasar al servicio activo en forma inmediata y permanente.

Desde que Luciano había comenzado a hablar, Ángelo había iniciado a su vez su habitual cuenta regresiva, pero en esta ocasión estaba sirviéndole de poco, mientras que Giulio que no solo confiaba en Luciano, sino que personalmente coincidía con él en el asunto de que Franco no parecía un niño y en realidad tampoco era que lo hubiese parecido nunca, o al menos no uno normal, no discutió más y se marchó, pues ya se le había hecho tarde, mientras que Ángelo se pasaría casi toda la mañana gritándole y haciéndole perder miserablemente el tiempo a Luciano, y aunque todos sabían lo que opinaba éste con relación a eso, eventualmente le regalaba el suyo a Ángelo permitiéndole desahogarse, aunque eso no cambió en nada la situación como no lo hacía nunca.

Esa noche, llegaron Doménico y Enrico, pues naturalmente María había dado aviso a su marido, pero los dos hombres casi sufrieron un infarto al ver a Franco.

  • ¿Dónde está el bambino? – le preguntó Doménico a María, pero como no respondía y solo lloraba, Enrico la sujetó por los hombros.
  • ¡María!
  • No le grites a mi madre, padre – escuchó

Ninguno de los dos hombres reconoció aquella voz grave y fría, y las palabras demoraron un poco en abrirse paso, pero cuando se giraron, lo que vieron no se correspondía con lo que esperaban ver.

  • ¿Franco? – dijeron ambos al mismo tiempo
  • Buonasera padrino – saludó él y miró a Enrico – Ciao papá

Los presentes en verdad pensaron que Doménico estaba teniendo un infarto, pues había palidecido y se había llevado una mano al pecho, mientras que Enrico, y aunque demoró unos segundos, corrió a abrazar a su hijo.

  • ¡Bambino!

Aunque todos pensaron que ya no lo era, especialmente las chicas, aunque no lo pareciese, era el de Enrico y en ese momento lo tenía fuertemente abrazado.

Kelly se había acercado a Doménico sumamente preocupada e intentaba empujarlo hacia un sillón.

  • Tía bambina… – dijo mirándola con los ojos desorbitados – creo que estoy perdiendo la razón

Individuos como Luciano por ejemplo, pensaron que eso era ridículo, pues nunca había tenido, pero nada dijo y solo se mantuvo alerta.

  • Claro que no Nico, es Franco – le dijo ella
  • Non é possibile

Sin embargo, después que Enrico abrazó y miró a su hijo aun sin poder creer que aquel joven individuo que ya era más alto que él, fuese su bambino, lo dejó ir a saludar a Doménico quien lo creía menos que Enrico.

  • Me alegra no haberte podido enviar tu regalo de cumpleaños – le dijo y Franco lo miró con extrañeza
  • ¿Por qué?
  • Porque creo que ya no querrás más coches a control remoto
  • ¿De qué hablas padrino? ¡Claro que lo quiero! Hay un par de cretinos a los que pienso destruir con él, porque estoy seguro que me compraste el mejor que pudiste encontrar




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