Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 15. Explicaciones

 

Una vez que Luciano había dejado a Giulio con Piera, había decidido ir a asegurarse de que Javier entendiese su mensaje.

  • Sería más útil si me dijeras qué estás buscando
  • Cualquier cosa que haya por encontrar
  • Bien, ya se le extrajo una muestra de sangre y se envió al laboratorio. La evaluación física solo muestra un descenso de la presión, pero nada más. ¿Autorizas que sea reanimada?

Luciano se acercó y después de observarla y comprobar que en verdad estaba muy pálida, miró a Gianpaolo.

  • ¿Has notado algo que pudiese considerarse anormal?
  • Fuera de que ha estado comiendo menos de lo usual, no
  • ¿Sabes si tiene algún problema en el trabajo?
  • No tiene ninguno
  • ¿Estás seguro?
  • Absolutamente, Montiel no se caracteriza por guardar silencio si está molesta o preocupada por algo, y aunque no sea mi culpa, y nunca lo es – aclaró – siempre me hace responsable por ello
  • Javier – estaba diciendo Luciano, pero en ese momento entró Silvano
  • ¿Qué le sucede a CC? – preguntó
  • Si estabas escuchando, y estoy seguro que así es, sabes que, aunque le sucediese algo, aún no lo sabemos

Silvano se había acercado a la cama y la estaba examinando él mismo. Luciano estaba bastante seguro que Silvano había superado a Damila, pero por algún motivo, cuando Damila presentaba aunque solo fuese un simple resfriado, él se comportaba como si la chica hubiese sido sometida a alguna cirugía de alta complejidad, y mejor ni hablar de los gemelos o Giuliano, porque cuando se trataba de ellos, Silvano podía competir con ventaja con Giulio. De modo que habían terminado por habituarse, así que una vez que él terminó su evaluación, Luciano le hizo una seña a Javier y él se acercó colocando un algodón bajo la nariz de Damila. Unos segundos después, ella comenzó a moverse.

  • ¡Fabiani! – exclamó
  • Aquí – dijo él y sujetó su hombro – Con calma, sufriste un inconveniente desmayo

Damila se tomó un momento para ordenar sus recuerdos, y por su expresión, ellos notaron que lo había hecho, pero que no iba a ponerse a gritar.

  • ¿Dónde está G?
  • Con Piera
  • Ayúdame – le dijo extendiendo su mano para incorporarse
  • Bambi – dijo Luciano y ella ladeó la cabeza notando la presencia de él y de Silvano – ¿Está todo bien?
  • Dímelo tú
  • Los niños están bien y no me refiero a eso, sino a ti
  • No fastidies, Michelangeli – le dijo en su tono habitual – Y si no te importa y aunque así sea, ahora quiero ver a mi hija

Luciano sonrió y se sintió más tranquilo, pues aquella era su Bambi de siempre. Sin embargo, una vez que ella abandonó la unidad, tanto él como Silvano miraron a Javier.

  • Debo reunirme con AG y con los demás, avísame si hay algo importante – le dijo Luciano
  • A mí me avisas en cuanto tengas los resultados, porque tanto si hay algo como si no, quiero verlos lo mismo

Dicho esto abandonaron la unidad rumbo a la sala de control, pues ya debían estar esperándolos.

Todos habían sido más o menos informados de lo sucedido por los mismos niños, pero cuando entraron a la sala de control, ya Ángelo iba en pie de guerra. No obstante, como Luciano no podía darse el lujo de perder el tiempo, pues tenía una operación en marcha y tendría que partir en breve, no podría hacerlo si no resolvía lo que acababa de suceder.

  • Los insultos para después, AG – le dijo incluso antes de que él abriese la boca
  • ¡Di Castello, era mi nieta…!
  • Sí a él, a quien tengo la obligación y motivos para escucharlo, no voy a permitirle hablar ¿qué motivos podría tener para permitírtelo a ti, tío?

De un tiempo a esta parte, y cuando Nicola lo molestaba más allá de lo razonable y por cualquier motivo, Luciano lo llamaba de aquel modo, y la primera vez que había sucedido, lo había enviado derecho a la clínica con una violenta subida de tensión, pero en las dos o tres oportunidades posteriores, si bien no había terminado en la clínica, Nicola seguiría pareciendo muy enfermo cuando lo escuchaba, así que aquello había resultado más efectivo que un puñetazo.

  • Bite – dijo Luciano y comenzaron a reproducirse las imágenes mientras él explicaba

Aunque las explicaciones lucían innecesarias, él lo que quería señalar era que, aunque la intención había sido igualmente mala, era muy improbable que aquello hubiese sido llevado a cabo por encargo de los Madonia.

Sin embargo, era posible que solo unos pocos estuviesen prestando verdadera atención a eso, pues no solo los Rossi, sino todos los demás, estaban boquiabiertos y en muchos casos aterrados, como los de Doménico y Enrico, viendo a Franco, pues si bien habían escuchado el relato de los niños, una cosa era escucharlo y otra muy distinta verlo con sus propios ojos, pues las imágenes superaban en mucho lo que habían escuchado.

  • ¡Dio nel cielo! – exclamó Albano al final y cuando vieron a Franco patear a aquel infeliz




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