Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 27 De regreso

 

Después de la estresante experiencia, Piero organizó el regreso de todos. Aunque Ángelo y Giulio querían hablar con Silvano para saber qué había sucedido y cómo estaba Luciano, Piero les dijo que el primero se comunicaría con ellos en cuanto fuese posible. De modo que no les quedó más alternativa que regresar a casa, pero ambos tuvieron un éxito nulo para disimular su angustia, la diferencia entre el mayor y el menor, era que Giulio no había terminado de entrar a su habitación cuando ya le estaba contando a Damila lo sucedido.

  • Pero él está bien ¿no? – preguntó después de escuchar todo el relato
  • Quiero pensar que así es, bebé – dijo él con abatimiento – pero Silvano todavía no se ha comunicado.
  • G, la única cosa que recuerdo de mi abuelo Santiago, es lo que decía con relación a las noticias, y era que si no había noticias, eran buenas noticias
  • Eso es una tontería, bebé
  • ¿Me estás llamando tonta?

Sin embargo, como Giulio no se horrorizó ni se apresuró a decirle que no era así, ella entendió que en verdad estaba muy preocupado. Damila sabía lo que eran Luciano y Fredo para Giulio, y ella lo entendía, pues tenía unos hermanos a los que amaba con locura, y por otra parte, también a ella le preocupaba la salud de Luciano, así que se acercó a Giulio y acarició sus cabellos.

  • Sé que es estúpido decirte que no te preocupes, G – le dijo – pero tengamos confianza. Carlo está medio loco, pero sabemos que es un gran médico y la pena es que no se dedique a ello, así que sabemos qué hará todo lo que pueda y más por Lucky.

Aunque Giulio siempre se había sentido celoso de aquella confianza ciega de su mujer en Silvano, en aquel momento le sonrió y la abrazó.

Mientras esto sucedía con la joven pareja, Ángelo como de costumbre estaba teniendo más problemas, porque a pesar de haber aceptado muchas cosas y cambiado otras, las prácticas y costumbres de toda una vida salían a flote en momentos de tensión como aquel, así que se había encerrado en el despacho después de una cena que prácticamente no había tocado.

Kelly había aprendido algunas cosas en el tiempo que llevaba en aquella familia, así que después que Damila se llevó a Pierangeli, ella se acercó a Nicola que parecía muy frustrado, pues no había logrado sacarle ni una sonrisa a su nieta.

  • Nicola

El individuo casi saltó en su asiento, pero como no tenía hacia donde apartarse, solo la miró casi con horror. En opinión de todos, Nicola era una enorme incógnita de la naturaleza, porque si bien con Damila sus relaciones habían mejorado mucho y eran incluso mejores de lo que habían sido nunca con su hijo, lo que nadie sabía era si Nicola en verdad le había tomado afecto, o si simplemente demostraba no ser tan estúpido, pues todo el mundo sabía que si Damila decía que algo la incomodaba, y esto podía ir desde el clima hasta una cosa, una persona, o una nación, Giulio se apresuraría a encontrar la forma de cambiar lo primero y suprimiría de un plumazo todo lo demás; pero con Kelly no sucedía lo mismo.

  • ¿Por qué me estás hablando?

Desde aquel célebre día en el que él había intentado evitar que se cayese, y siendo que eso casi le había costado la vida, Nicola había tomado la que consideraba la mejor decisión de su vida y se mantenía lo más alejado posible de ella, y no pasaba del cortés saludo y nada más.

  • Solo quería decirte que no te preocupes por Pierangeli, porque lo que sucede nada tiene que ver contigo.
  • Bien, pero ahora aléjate de mí – le dijo

Kelly había hecho todo cuanto le había sido posible por llevarse aunque fuese medianamente bien con aquel individuo, pero ni él colaboraba, ni Ángelo o Luciano se lo hacían fácil con la actitud que exhibían hacia él, pues siempre parecían pensar que Nicola estaba a punto de sacar un hacha y esgrimirla contra ella.

  • ¿Qué sucede, Nicola? ¿Hay algún problema en el Consorcio?

Ni ella misma sabía por qué demonios había preguntado aquello y precisamente a Nicola, así que apenas lo había hecho, ya se estaba arrepintiendo, y tal vez, solo tal vez, si aquel no hubiese sido un día tan caótico en el que todos los hombres de aquella familia habían estado sometidos a una enorme tensión, Nicola no habría reaccionado tan mal y se habría limitado a mirarla mal y a alejarse, pero no fue así, porque se puso de pie y casi la empujó.

  • ¿Qué te pasa, niña? ¿Acaso estás loca?

De más está decir que aquella fue una pésima reacción, porque en primera instancia le estaba gritando a una de las personas más equivocadas del mundo, y segundo, la casi totalidad de los presentes quiso apalearlo.

  • ¡Abuelo! – exclamó Gianni que dejó la taza y se encaminó hacia ellos
  • ¡Tío! – había sido la exclamación de Doménico que estando más cerca, se ocupó de apartar a Kelly
  • ¿Qué sucede contigo, Nicola? – fue la airada pregunta de Enrico

Como todos habían hablado al mismo tiempo, tal vez no se habían escuchado entre sí, pero todos escucharon con claridad a Gianni.

  • ¡Te he advertido muchas veces que…!
  • Gianni – lo interrumpió Don Guido
  • Nonno… – comenzó, pero Guido levantó una mano
  • Silenzio – le dijo y el chico obedeció
  • No puedes mandarlo a callar – dijo Nicola para empeorar su muy mala situación
  • Puedo, porque es tan nieto mío como tuyo y está obligado a obedecerme, pero lo importante aquí no es eso, sino tu necedad – le dijo – ¿Qué está sucediendo contigo, Nicola Giuseppe?
  • Nada, y en cualquier caso no sería asunto tuyo ni de nadie
  • Lo es si decides comportarte como un patán con una donna
  • No es mi culpa que sea una entrometida que no tiene idea de cuál es su lugar y…




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