Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 32 No-puede-ser

 

Aunque Damila había insistido en seguir trabajando, finalmente iba a tener que desistir de ello, pues en verdad aquel embarazo estaba resultando muy difícil.

  • ¿Y qué se supone que haga? ¿Sentarme a tejer? Porque si alguien espera eso, anda muy equivocado en la vida, ya que tú sabes bien que ni siquiera tengo idea de cómo agarrar una aguja, Ma, ya no digamos…

Pero nadie se enteraría de nada más, porque en ese momento perdió el conocimiento. A pesar de que se suponía que ya Giulio debía estar habituado a aquello, no era así y cada vez que sucedía, él se sentía miserable.

Afortunadamente, y como los niños ya habían comenzado las clases, a pesar de saber que no las finalizarían allí, hubo menos drama del habitual, de modo que Ángelo se despidió de su mujer y se fue al consorcio, pues concluyó que esperar a Giulio sería una pérdida de tiempo.

Ángelo iba a su despacho del consorcio por lo menos dos o tres veces por semana, porque el discurso de Kelly de que no era necesario, él lo había ignorado, pues no pensaba sentarse a leer el diario cuando había tanto por hacer, especialmente ahora que debían ordenar sus cosas allí y ver quienes se harían cargo de lo importante cuando ellos se marchasen.

Sin embargo, ese día había comenzado mal, porque lo primero que le dijo Antonio cuando llegó, fue que Mazariello había tenido un accidente.

  • Accidente – dijo Ángelo
  • Sí, fue un accidente – repitió – se cayó por las escaleras de su casa y se fracturó un brazo. Ya lo atendieron, pero al menos por unos días no podrá hacerse cargo de sus ocupaciones habituales.
  • Bien – dijo Ángelo frotándose la frente – ese chico vive solo hasta donde sabemos, así que ocúpate de que alguien esté al pendiente por si necesita algo
  • Alfredo ya está en ello – le dijo
  • ¿Qué tenemos para hoy?
  • En realidad, no mucho, pero el señor Lorenzetti te está esperando
  • ¿Disculpa? ¿Y que hace ese niño aquí?
  • No se trata del niño, sino del padre del mismo

Aquello sorprendió aún más a Ángelo, porque asumía que Giordano estaría en las vacaciones que le había dicho se tomaría, pero hizo eso a un lado y le dijo a Antonio que lo hiciese pasar.

  • Duraron más bien poco tus vacaciones – le dijo
  • Aún no las hemos tomado, porque Gina tenía que hacerse algunas pruebas antes de que el médico la autorizase a subirse a un avión
  • ¿Cómo está ella?
  • Ángelo, olvida eso, lo que vengo a decirte es serio – le dijo y Ángelo juntó las cejas
  • Te escucho
  • Hace dos días, Lucio recibió una visita de lo más… peculiar, pero no sabiendo muy bien qué hacer, fue a plantearme la situación, así que ayer me entrevisté con esas personas
  • ¿Y esas personas son?
  • Analía y Pablo Fuentes

Ángelo hizo un rápido registro mental, pero aquellos nombres no estaban registrados en su memoria, y aunque había conocido a varias personas con aquel apellido, ninguna que revistiese alguna importancia, pero aun así preguntó.

  • ¿Debería conocerlos?
  • Estoy bastante seguro que no a ellos, pero sí a la madre, y en realidad lo importante es la historia que me contaron

La mente de Ángelo se disparó en todas direcciones, comenzando por la improbable existencia de alguna mujer a la que no recordase y que estuviese intentando endilgarle una paternidad imposible, algo por lo que Giordano no habría ido hasta allí, porque si bien en la época de América, el hombre no sabía que él no podía tener hijos, con posterioridad se enteraría, de manera que desechó esa idea, pero la siguiente no era mucho mejor, porque iba en dirección a sus sobrinos, pero… ¿cuál?

  • ¿Qué edad tienen esos chicos? – preguntó
  • No me estabas escuchando – dijo Giordano y así era, pues había estado muy ocupado en lo otro – El problema no son ellos, sino otro niño que aseguran es hijo de Luciano

La expresión de Ángelo debió ser épica, y se puso de pie con tanta violencia que derribó el sillón. Independientemente de cómo pareciese estar, su cerebro trabajaba a toda marcha planeando cómo destruir a aquella mentirosa, porque él sabía bien que Luciano no podía tener hijos, y era algo de lo que se había asegurado, porque después que Luciano se lo dijo, quiso saber hasta el último detalle del asunto, pero no se conformó con lo que Luciano le dijo, sino que le preguntó a Camilo si había alguna posibilidad de revertir aquello, y él le dijo que si bien la había, primero, no era seguro que recuperase la fertilidad, y segundo, el éxito de la misma dependería del tiempo que hubiese transcurrido desde la vasectomía, y como él conocía bien al muchachito aquel,  estaba segurísimo que si había tomado aquella decisión, no era para cambiar de parecer. De manera que, por todo lo anterior, estaba más allá de la simple ira, e iba a destruir a aquella mujer fuera quien fuese.

  • ¡Quiero saber ahora mismo, quién es esa estúpida mujer!
  • Ángelo, acabo…
  • ¡Esa es una sucia mentira y voy a hundirla!
  • Eso sería más bien difícil, porque Anabel Castillo está muerta




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