Luciano pocas veces en su vida, salvo cuando estaba niño quizá, se había sentido tan en el aire como desde hacía ya varias horas, y aunque no era dado a la imaginación exacerbada, siendo que ya había pensado en todo lo posible, comenzó a pensar en aquello que no lo era, el asunto era que no encontraba nada así y que se correspondiese con la actitud de todos. Aquello solo hizo que la incertidumbre se tradujese en mal humor, pero igual tuvo que esperar a llegar a la base.
Dante se había dado la mayor de las prisas en organizar a los BA disponibles para que cubriesen a los GA, pues los había citado a todos de manera urgente en la sala de juntas de la base, algo que había sucedido apenas Luciano se había bajado del avión, así que para cuando estuviese de vuelta, ya todos estarían allí y eso incluía a los instructores.
Dante se había apartado y estaba hablando con Danila, pero este no se veía muy feliz.
En otro rincón, y esto era muy extraño, estaban los llamados hijos de Luciano, es decir, Pavel, Dinka, Valentino y Darío, pero los dos últimos tenían aspecto de estar a punto de descomponerse.
Pero Pavel se interrumpió al ser consciente del repentino silencio, y cuando se giraron vieron que la razón acababa de entrar.
La intención de Luciano había sido la de hablar con Ángelo en su oficina, pero Piero le dijo que los estaban esperando en la sala de juntas, así que decidió encaminarse hacia allá con la insólita sensación de haber perdido el control de todo, con un humor cada vez más negro, y lo primero que vio no contribuyó de ninguna manera a mejorar nada de lo anterior.
Un recuerdo se activó en la memoria de Luciano, pues la única otra ocasión en la que Dante había lucido tan incapacitado para rendir un informe, se había encontrado con un no deseado hermano, así que clavó sus azules ojos en él.
Todos sabían que cuando Luciano los llamaba por sus nombres o apellidos y no por sus alias, significaba que el nivel de su ira ya rebasaba los límites no solo de lo razonable, sino de lo seguro, pero, aunque existiese la posibilidad de que no lo supiesen, escuchar su tono habría despejado las posibles dudas. De manera que Danila se había movido con rapidez, pero con sigilo, con una hipodérmica en la mano, pues Dante pensó en evitar un posible suceso como el acaecido años antes cuando se vieron en la necesidad de atacarlo y donde algunos salieron bastante lastimados, así que decidió que era mejor estar preparados y que Danila tuviese listo un fuerte tranquilizante en caso necesario, pero furioso o no, Luciano seguía siendo Luciano.
Sin embargo, la paciencia de Luciano ya se había agotado y corrió a todo lo que daba hacia el área donde solían colocar a la familia cuando se suscitaba alguna emergencia, pues Hanna ya le había informado que no tenían a ningún recluso, pero que había tres personas, cuyos nombres no estaban registrados, y que se encontraban en aquella zona. No obstante, las cosas iban a ponerse muy mal y de hecho Dante se cuestionaría su capacidad para ser el segundo comandante del GA, pues apenas Luciano abrió aquella puerta…