Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 35 Lo que no sabían

 

Ya pasaban de las diez de la noche y mientras Ítalo y Silvano se peleaban por cualquier improbabilidad, Giulio se apartó con Ángelo.

  • ¿Qué vamos a hacer con él, tío?
  • No podemos presentarnos en la casa con él sin haber advertido a la mía bambina y a Mila. Además, aún no he podido hablar con los hermanos y no sé qué pretenden
  • Pues vamos a salir de eso
  • Luciano tiene derecho a estar presente en esa conversación, Giulio
  • ¿Y entonces?
  • Tal vez el mismo Ítalo pueda aclararnos algunas cosas – le dijo encaminándose hacia el chico
  • En verdad eres muy irritante, muchachito – estaba diciendo Silvano mientras Ítalo reía
  • ¿El sartén señalando el hollín de la cacerola? – preguntó Bianco con malignidad
  • Cierra la boca, Raider
  • ¿Tienes amigos imaginarios o escaso juicio? – le preguntó Ítalo
  • Lo segundo sin duda – escuchó ahora a Gianpaolo
  • Ítalo – le dijo Ángelo y el chico se acercó – Nos gustaría preguntarte algunas cosas
  • Dispara – le dijo él y Ángelo juntó las cejas, pues no le parecía de ningún modo adecuado el término
  • Entiendo que tu madre falleció hace poco – comenzó y a Ítalo le cambió la expresión
  • Cuando dices que falleció, suena como algo natural y no fue así, porque la mató un hijo de perra al que me encargué de enviar al otro barrio

Giulio, Fredo, Aurelio, Alessandro y Silvano que no sabían aquello, elevaron las cejas no solo por el hecho, sino por la frialdad con la que aquel crío acababa de reconocer que había matado a un hombre, mientras que Ángelo, que ya lo sabía, no mostró sorpresa ni nada en realidad.

  • Entiendo ¿Hace cuánto tiempo sucedió esto?
  • Hace alrededor de unos seis meses
  • ¿Cómo manejaron el asunto? Es decir, ¿Esgrimieron defensa propia durante las investigaciones?
  • Eso vas a tener que preguntárselo a mis hermanos, porque…
  • ¿Por…?
  • No sé cómo explicarlo, porque recuerdo lo sucedido, recuerdo que llegué a casa y el animal ese estaba apaleando a Anabel – aquello sorprendió a los presentes, porque a pesar de que los gemelos no llamaban mamá a la suya, por algún motivo les sonó diferente en Ítalo, pero siguieron prestando atención – así que cogí lo primero que encontré, aunque no recuerdo qué fue, y lo golpeé en la cabeza, pero no le hice mucho daño con eso y él continuó en lo que hacía. Sé que los deportes me han hecho fuerte y más alto de lo que por mi edad debería ser – hizo una pausa mirándolos y agregó – aunque tal vez sea genética, algo que no había pensado – aclaró y continuó –  pero de ningún modo podía con esa bestia, así que corrí a la cocina, cogí un cuchillo y lo apuñalé un montón de veces, pero eso no sirvió de nada, porque Anabel igual murió en el hospital. La cuestión es que después de atacarlo a él, solo recuerdo haberme visto en el espejo todo manchado de sangre, pero luego hay un gran vacío en mi memoria. Pablo me dijo que tuvieron que llevarme primero al hospital, porque el desgraciado aquel no era que fuese a dejarse matar tan tranquilamente y yo resulté herido – dijo levantándose la remera y dejando al descubierto una cicatriz de aspecto reciente en el lado izquierdo del torso – Según lo que me dijeron mis hermanos, me dejaron libre, aunque no sé si es por lo que dijiste, porque yo no recuerdo nada de eso. Es raro, porque recuerdo lo sucedido, pero no lo posterior hasta que un buen día desperté y mis hermanos me dijeron que vendríamos aquí a buscar a mi padre. Primero pensé que como Pablo quiere irse al seminario, y Analía pensaba cometer la enorme estupidez de casarse, yo les estorbaba, pero después me enteré que los hermanos del tipo al que maté me querían muerto a mí, así que ellos decidieron traerme aquí.
  • ¿Quiénes son estas personas? ¿Lo sabes?
  • Claro, su apellido es Dallacosta
  • ¿A qué se dedicaba el marido de tu madre?
  • Rocco tenía un local nocturno, ya sabes, un club con chicas colgadas en tubos. Una vez fui a ver si me dejaba tocar allí, pero me pareció que era un mal lugar y me devolví.
  • Pero aquí hay algo extraño, aunque es posible que no lo tengas claro, porque si estos sujetos eran criminales, algo bastante posible por lo que has dicho, y si te querían cobrar la cuenta, ¿Cómo es que no lo hicieron si hace ya más de seis meses de los hechos? – preguntó Silvano
  • Aciertas con lo primero, porque no tengo ni la más mínima idea, lo único que puedo decirte es que ya no estábamos en Milán cuando mis recuerdos se reacomodaron, sino en Suiza y de ahí vinimos aquí, pero a mis hermanos les llevó algún tiempo lograr que nos recibieran
  • Define algún tiempo – dijo Giulio
  • Pues si la memoria no me falla en esto, ya tenemos casi dos meses aquí

Los hombres se miraron y pensaron que si en verdad la memoria no le fallaba como había dicho, los tiempos no se ajustaban a los hechos, así que por fuerza tendrían que hablar con los hermanos Fuentes para aclarar todo aquello. Sin embargo, Silvano dijo que iba por café, pero en realidad estaba dando apresuradas órdenes a su equipo del AF para que les siguiese la pista a aquellos sujetos en Milán, algo que ya Misael estaba haciendo en conjunto con Mauro, Favio, Yuri y Casiel, así que tendrían un reporte completo antes del amanecer.




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