Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 36 Detalles

 

A pesar de que Ángelo se había acostado tarde, se despertó muy temprano y se levantó con cuidado de no despertar a Kelly. Una vez que estuvo listo, le dio un beso en el hombro y salió.

  • ¿Hombre, te caíste o te tiraron de la cama? – preguntó Enzo

A él sí se le había hecho tarde, razón por la cual corrió menos ese día, pero, aun así, apenas iba saliendo de su habitación.

  • Con esos comentarios, ya te pareces a Sandro
  • Dios me libre. Además, yo tengo un anillo en el dedo ¿recuerdas?

Bajaron y mientras Ángelo esperaba que Enzo fuese por el café, le marcó a Favio.

  • ¿Bernardi, cómo pasó la noche Luciano?
  • Ícaro dijo que había estado muy inquieto hacia el final de la madrugada y…
  • ¿Y qué?
  • Bueno, estuvo llamando a su madre

Aquello extrañó a Ángelo, porque él sabía que Luciano sostenía que Luciana había sido la única que valiese la pena en su familia y la amaba, pero nunca hablaba de ella.

  • ¿Ya despertó?
  • Aun no, señor
  • Avíseme si sucede antes de que yo llegue
  • Sí señor

Después de eso se fue al despacho y un momento después entró Enzo con el café, lo sirvió y se sentó.

  • ¿Me lo dirás o son problemas maritales que no me incumben?
  • Aunque lo fueran, me fastidiarías lo mismo – le dijo y Enzo rio – Se trata de Luciano
  • ¿Qué hizo ahora?
  • No precisamente ahora – puntualizó – pero… tiene un hijo

Enzo escupió el café en todas direcciones y de hecho casi se lo tira encima, pues la taza chocó violentamente contra el plato. Si Enzo no sabía nada de aquello, e incluso no sabía lo que le había sucedido a Ángelo, era porque había decidido celebrar el cumpleaños de su mujer en forma privada, para lo que le había participado a Ángelo que estaría ausente un par de días.

  • ¿Dijiste… lo que creí escuchar?
  • Estoy seguro que escuchaste perfectamente, y sí, dije que Luciano tiene un hijo
  • Dios de los cielos – murmuró – ¿Pero… cómo es posible? Me dijiste que…
  • Y es cierto
  • ¿Y entonces? ¿Algo salió mal con la operación?
  • No, pero este niño fue concebido antes de eso – dijo y Enzo abrió mucho los ojos
  • ¿De qué edad estamos hablando?
  • Quince
  • ¡Wow! – dijo y después de un momento agregó – Bueno, salvo por Gianni, al menos los hijos te llegan ya crecidos
  • No es mío, necio
  • Ninguno lo es en el sentido estricto de la palabra, pero te harás cargo lo mismo ¿no?

Después de eso, Ángelo procedió a contarle lo sucedido y Enzo recordó el día que Luciano había llevado a aquella mujer a la casa; Fredo no estaba, pues para ese entonces se suponía que estudiaba fuera del país, y él apenas si le había echado un vistazo a la susodicha, ya que iba saliendo cuando ellos llegaron, así que no se enteró de mucho hasta ahora que Ángelo se lo estaba refiriendo.

  • Todavía no sé qué piensa hacer Luciano, pues no sabe nada en realidad, porque colapsó apenas lo vio, así que voy pedirte que mientras esté aquí…
  • Por favor, Ángelo – lo interrumpió él, pero luego juntó las cejas – Quien me preocupa es Gianni
  • ¿Por qué?
  • ¿Por qué? Debes ser el único en el planeta que no sabe cómo se pone cuando piensa que no le dedico toda mi atención, así que debe estar de pésimo humor debido a mi larga ausencia, y esto no va a ponerlo más contento
  • Pero no lo haces, es decir…
  • Ángelo, desde su ropa hasta el café, es responsabilidad mía, y solo no protesta cuando sabe que he salido contigo
  • Pero…
  • Ah, ya olvídalo y vamos a ver a la nueva criatura

Ángelo no discutió más, pero se propuso prestar más atención a Gianni, porque no se suponía que le hiciese la vida miserable a Enzo. Cuando entraron a la habitación, pues no habían recibido respuesta al llamar, el chico aún estaba en la cama, así que Ángelo encendió la luz.

  • ¡Santa madre de Dios! – exclamó Enzo al verlo y el niño saltó como un gato
  • ¿Qué? ¿Qué?
  • Calma bambino – lo tranquilizó Ángelo

El chico pareció tomarse un minuto para ubicarse y Ángelo así lo entendió. Lo vio apartarse el cabello de la cara, respirar y luego sonreír.

  • Así que no estaba soñando – dijo – Buongiorno nonno – saludó y Enzo elevó las cejas
  • Buongiorno bambino ¿Dormiste bien?
  • Eso creo, porque hacía mucho que no despertaba tan perdido
  • Bien, quiero que conozcas a Enzo – le dijo señalándolo – Enzo, el bambino es Ítalo, el hijo de Luciano – aclaración innecesaria en cualquier circunstancia, pensó Enzo
  • Gusto en conocerte, Ítalo
  • Hola… – estaba diciendo, pero compuso expresión de concentración
  • ¿Bambino?
  • Espera nonno, es que estoy pensando que... ¡Ya sé! – exclamó – Te pareces a Fredo – dijo y Enzo sonrió
  • Es mi hermano
  • Ya decía yo que te me hacías familiar – dijo haciendo a un lado las mantas y caminando hacia él con la mano extendida – Hola Enzo




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