Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 38 Persecución

 

Como Luciano no había dado ninguna orden con relación a los Fuentes, Ángelo decidió que se quedarían en la base hasta que Luciano dispusiese otra cosa.

  • No puedes retenerlos aquí, Ángelo – opinó Alessandro
  • Solo míranos – dijo Giulio dándole la espalda y yendo tras su tío
  • Sandro – lo detuvo Enzo – Tú has pasado casi toda la vida a su lado y lo conoces bien, así que debes saber que en este momento está alterado y no va a escuchar a nadie
  • Pero esos chicos no han hecho nada y… – pero la expresión de Enzo cambió
  • Y ese es justamente su pecado, el no haber hecho nunca realmente nada por el bambino
  • Enzo, eso es injusto, porque entre otras cosas, lo trajeron hasta aquí ¿no?
  • Y es eso lo que va a salvarlos, pero justo ahora, Ángelo solo ve en ellos a quienes no se ocuparon del bambino como era debido, créeme, no va importarle si no le parece así a alguien más. Y en el caso de Giulio, es quizá peor y también lo sabes, porque ese niño es el hijo de su hermano, así que, hasta mirarlo mal, él lo considerará un crimen.

Alessandro sabía lo mismo que Enzo, pero seguía pareciéndole injusto mantener a los hermanos allí como si fuesen criminales. Después que tío y sobrino se calmaron lo suficiente, fueron por Italo.

  • ¡Nonno! ¡Tío! – exclamó al verlos y corriendo hacia ellos, pero frenó su carrera al ver que Luciano no venía con ellos – ¿Dónde está papá?
  • Tuvo que ocuparse de algo urgente – le contestó Ángelo
  • ¿Pero está bien como para trabajar?
  • ¿Aunque no lo estuviese, crees que esa terquedad tuya es un capricho de la naturaleza? – le preguntó Ángelo, pero como seguía cejijunto, Giulio, y aunque no le gustaba mentirle, intervino
  • Además, no va a realizar ningún esfuerzo
  • Quizá me faltan años, tío, pero no soy estúpido. Papá es quien dirige este ejército, así que cualquier cosa de la que haya tenido que ocuparse, es peligrosa

Tanto Ángelo como Giulio miraron a Valentino con auténticos deseos de asesinarlo, pero no en vano aquel era uno de los niños de Lucky, así que, si no lo intimidaban las amenazas o los castigos, las miradas estaban mucho más lejos de hacerlo. Lo que ellos no sabían, era que Valentino había recibido un mensaje de Luciano, aunque nadie lo había visto teclearlo, y donde le decía que podía contestar a todo lo que preguntase Italo sin incurrir en revelar información clasificada. De modo que, con ese permiso, Valentino estaba en libertad de mostrarle, hablar y aclarar cualquier cosa relacionada con las instalaciones, con la estructura organizativa o la finalidad del GA.

  • Genarelli, venga conmigo – le ordenó Giulio que, a diferencia de su tío, si sabía el nombre del AA
  • Te llamo más tarde – le dijo Valentino a Italo guiñándole un ojo para que no se preocupase

Después de eso, Italo marchó con Ángelo quien aparte de la preocupación por Luciano a la que había venido a sumarse la ira con el AA, llevaba un ceño que Italo no pudo dejar de notar, así que esto le confirmó que su padre en verdad andaba en algo peligroso, y por primera vez en su corta vida, se sintió angustiado.

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A pesar de que Luciano tenía mucha prisa, tuvo que esperar a que la nave con suficiente autonomía de vuelo como para atravesar el atlántico, estuviese lista, pues no tenía planificado ningún vuelo como aquel, así que tanto los ingenieros de vuelo como los mecánicos tuvieron que darse tanta prisa como pudieron.

Los chicos del Alfa 8 recibieron la orden de prepararse para salir, pero ahora, y siendo que el sistema HAI era muy preciso, se les informó del tiempo del que disponían antes del despegue, así como del hecho de que era una misión encubierta y debían vestir de civiles, de manera que finalizaron su comida y corrieron a cambiarse.

Quienes también fueron alertados fueron los miembros del AF, pero ellos estaban verdaderamente ocupados con las operaciones de exterminio final de los Madonia; aun así, como Erik estaba en Ravena y eso estaba cerca de Milán, hizo un rápido viaje con el objeto de preparar las cosas para la llegada del equipo y para apoyarlos en caso de necesidad. Fabiano estaba mucho más lejos, en algún lugar cerca de la frontera con Rusia, fastidiándoles las cosas a los Madonia con su principal proveedor de armas, y no podía moverse de donde estaba, pero se puso en contacto con quien sí podía hacerlo.

  • Milán – dijo sin saludar
  • Capital de la región de Lombardía, uno de los centros comerciales y financieros del mundo, cuna del Alfa Romeo y hogar de la bolsa; capital mundial de la moda, o al menos una de ellas…
  • Eso lo sabe todo el mundo, Fernando – lo interrumpió Biano de malos modos
  • ¿Y qué es lo que quieres saber tú?
  • ¿Has escuchado hablar de los Dallacosta?
  • Seguro, son miembros de la Camorra [1]
  • ¿Son napolitanos? – preguntó en tono de extrañeza
  • Si me das unas horas, puedo averiguar su lugar de origen, pero con independencia de cuál sea éste, te aseguro que pertenecen a esa desorganización – puntualizó




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