Como Luciano no había dado ninguna orden con relación a los Fuentes, Ángelo decidió que se quedarían en la base hasta que Luciano dispusiese otra cosa.
Alessandro sabía lo mismo que Enzo, pero seguía pareciéndole injusto mantener a los hermanos allí como si fuesen criminales. Después que tío y sobrino se calmaron lo suficiente, fueron por Italo.
Tanto Ángelo como Giulio miraron a Valentino con auténticos deseos de asesinarlo, pero no en vano aquel era uno de los niños de Lucky, así que, si no lo intimidaban las amenazas o los castigos, las miradas estaban mucho más lejos de hacerlo. Lo que ellos no sabían, era que Valentino había recibido un mensaje de Luciano, aunque nadie lo había visto teclearlo, y donde le decía que podía contestar a todo lo que preguntase Italo sin incurrir en revelar información clasificada. De modo que, con ese permiso, Valentino estaba en libertad de mostrarle, hablar y aclarar cualquier cosa relacionada con las instalaciones, con la estructura organizativa o la finalidad del GA.
Después de eso, Italo marchó con Ángelo quien aparte de la preocupación por Luciano a la que había venido a sumarse la ira con el AA, llevaba un ceño que Italo no pudo dejar de notar, así que esto le confirmó que su padre en verdad andaba en algo peligroso, y por primera vez en su corta vida, se sintió angustiado.
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A pesar de que Luciano tenía mucha prisa, tuvo que esperar a que la nave con suficiente autonomía de vuelo como para atravesar el atlántico, estuviese lista, pues no tenía planificado ningún vuelo como aquel, así que tanto los ingenieros de vuelo como los mecánicos tuvieron que darse tanta prisa como pudieron.
Los chicos del Alfa 8 recibieron la orden de prepararse para salir, pero ahora, y siendo que el sistema HAI era muy preciso, se les informó del tiempo del que disponían antes del despegue, así como del hecho de que era una misión encubierta y debían vestir de civiles, de manera que finalizaron su comida y corrieron a cambiarse.
Quienes también fueron alertados fueron los miembros del AF, pero ellos estaban verdaderamente ocupados con las operaciones de exterminio final de los Madonia; aun así, como Erik estaba en Ravena y eso estaba cerca de Milán, hizo un rápido viaje con el objeto de preparar las cosas para la llegada del equipo y para apoyarlos en caso de necesidad. Fabiano estaba mucho más lejos, en algún lugar cerca de la frontera con Rusia, fastidiándoles las cosas a los Madonia con su principal proveedor de armas, y no podía moverse de donde estaba, pero se puso en contacto con quien sí podía hacerlo.