Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 39 Cuenta saldada

 

Giovanni Dallacosta era un individuo de unos 60 años que parecía quererse mucho a sí mismo, porque no solo se conservaba en buena forma, sino que se había practicado algunas cirugías para corregir o mejorar algunos aspectos de su anatomía. Su hermano Lázaro, el tercero, pues Rocco había sido el segundo de los Dallacosta, era un hombre mal encarado con aspecto de matón de barrio, y aunque debía ser unos tres o cuatro años menor que Giovanni, se veía mucho mayor. Amadeo, el que seguía, era un hombre con sobrepeso y con aspecto de contador, pero en realidad era un sucio proxeneta y lógicamente quien estaba a cargo de la red de prostitución de la familia. Mauirizio tenía un aspecto aterrador, o al menos sin duda lo era para alguien que no se moviese en su círculo, pues aparte de no poseer unas facciones especialmente agradables, tenía una fea cicatriz en el rostro que posiblemente se había agenciado en el entorno en el que se desenvolvía, pero a diferencia de su hermano mayor, nunca le interesó verse bien o mal. Y Alesio, el menor que a la fecha tenía alrededor de 45 años, se parecía mucho al mayor, pero a diferencia de Giovanni, Alesio aparte de homosexual, era un pervertido de la peor especie, pues sus víctimas eran niños que no superaban los 12 o 14 años.

  • ¿No les parece que huele muy mal aquí? – estaba preguntando David después que los dos que estaban inconscientes habían sido traídos de vuelta con un baño de agua helada

Los prisioneros se miraron entre sí posiblemente haciéndose una misma pregunta, pero en ese momento Piero entró y ellos pensaron que podía ser el jefe de aquellos desquiciados, tanto por su aspecto decididamente militar, como por la seriedad que se alejaba mucho del carácter burlón y payaso de los presentes que habían estado atormentándolos desde que estaban allí.

  • Así que las señoritas ya están despiertas
  • ¿Por qué estamos aquí? – preguntó Giovanni
  • Me extraña que lo preguntes especialmente tú, pues a ti se te informó el motivo
  • ¿Giovanni? – dijeron Amadeo y Maurizio
  • ¿A quién fastidiaste ahora, Giovanni? – preguntó Lázaro
  • No tengo idea – dijo él y a Lázaro le entraron ganas de golpearlo

Aunque Giovanni era el mayor, Lázaro y Rocco se habían pasado la vida evitando que aquellos a los que su hermano fastidiaba intentasen cobrárselo, o apaleando a quienes lo fastidiaban a él.

  • Lo que no pareces tener es cerebro y por tanto careces de una conveniente memoria – dijo Silvano que iba entrando

Si bien Giovanni había escuchado a Luciano, eso no hacía que tuviese más idea de qué iba todo aquello, pues él nunca había visto a Italo, ya que, si lo hubiese hecho, sin duda sabría con exactitud por qué estaba en aquella situación.

  • Yo te conozco – dijo Alesio mirando a Silvano

Aunque aquello había sido dicho más para él mismo que para nadie más, Silvano clavó sus verdes ojos en él. Gino y Pavel pensaron que más le habría valido al tipo aquel quedarse callado, porque Silvano avanzó hacia él, y aunque su expresión no varió, ellos identificaron el brillo de la ira en los ojos de Silvano al fijarlos en el individuo, pero aparte de lo anterior, no solo ellos, sino todos sus compañeros identificaron con claridad la mirada de Alesio, pues era una que le habían visto a infinidad de chicas cuando veían por ejemplo a André o a Luciano, y si ellos la habían identificado, con seguridad Silvano también.

En el centro de control, Favio y Mauro se habían mirado por una fracción de segundo, pero ese infinitesimal tiempo lo había empleado Yuri en comenzar a teclear como un poseso, pues le urgía, al igual que a los otros dos que ya estaban en lo mismo, saber de dónde demonios conocía aquella basura a Silvano.

Lo que ninguno de ellos sabía, ni los que estaban con Silvano ni los informáticos, aunque ya los últimos estaban en ello, era que mucho tiempo atrás, y cuando Silvano tenía alrededor de 15 años, el infeliz de Alesio se había presentado en el local donde él estaba tocando con su banda, y que primero había intentado invitarlo a su mesa, pero como Silvano se había negado pensando que podía tratarse de otro caza talentos, Alesio intentó sorprenderlo a la salida, algo del todo equivocado teniendo en cuenta la graduación en defensa que tenía aquel chico, y que había puesto fuera de combate a los dos guardaespaldas antes de que los fulanos lo notasen, y le dio una paliza memorable a Alesio.

Por todo lo anterior, y teniendo la memoria que tenía, le llevó solo unos pocos segundos recordar lo que a Alesio tal vez le habría llevado más tiempo.

  • Y si me recuerdas, recordarás también la paliza que te di siendo poco más que un niño, así que imagino que no estarás muy feliz de verme – le dijo en tono helado
  • ¿Esto es culpa tuya, Alesio?

La pregunta de Lázaro era muy estúpida en opinión de los chicos, porque Silvano había dicho con claridad que el problema que hubiesen tenido, fuera cual fuere y que seguramente ellos ignoraban, había sido cuando Silvano era un niño.

  • Si me preguntan, son ustedes culpables de muchas cosas, pero la más importante, al menos para nosotros, será también su última culpa

Dicho esto, abandonó la sala dejándolos en la misma situación de incomprensión, y aunque intentarían obtener alguna información de Giovanni y Alesio, no adelantaron nada.




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