Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 40 La Familia

 

La inesperada aparición de Italo no era susceptible a ser ocultada, y como en este caso no había necesidad de esperar por una confirmación científica, en cuanto Ángelo se puso en marcha, llamó a Antonio para que éste a su vez citase a todos los miembros de la familia diciéndoles que debían estar en Aravera esa noche sin falta. Aunque ya varios habían visto a Italo, ninguno lo habría comentado con nadie hasta que Ángelo no diese su autorización, así que Nicola, Doménico, Luigi y los Rossi que lo sabían, habían guardado prudente silencio, así como Kelly y Damila.

Como ya hacía mucho que había pasado la hora de la comida, Ángelo y Giulio decidieron comer algo allí, pero se encontraron con el mismo problema anterior, es decir, que el niño aquel parecía en verdad muy poco propenso a comer como era debido y apenas jugueteó con la comida.

  • ¿No vamos a esperar a papá? – preguntó Italo al ver que se dirigían al aparcamiento
  • No, porque es muy probable que demore un poco – le dijo Giulio

El chico no dijo nada y aquello era insólito, pues hasta el momento casi no había parado de hablar en ningún momento, pero también notaron que su expresión parecía haberse ensombrecido.

  • Italo – dijo Giulio cuando ya iban en el coche
  • ¿En verdad está trabajando o es que no quiere…?
  • ¡No! – exclamaron Ángelo, Giulio y Fredo
  • Escucha bambino, Luciano en verdad es un sujeto muy ocupado – le dijo Ángelo
  • Entiendo eso, pero no parecía muy contento y…
  • Italo – lo interrumpió Giulio – he conocido a Luciano casi toda mi vida y…
  • ¿Casi? – preguntó con extrañeza y todos recordaron que el chico en realidad no sabía nada de nada y era una historia demasiado larga

Ángelo lo pensó un momento, y aunque seguía pensando que aquello le correspondía a Luciano, en vista de que no estaba, él, y como de costumbre, tendría que hacerse cargo, de modo que cambió la orden de ir a Aravera por la de dirigirse al Consorcio, pues allí podrían tener aquella larga conversación con Italo.

  • ¿Dónde estamos? – preguntó el chico cuando se bajaron del coche, pues como Giulio había intentado distraerlo, no se había enterado de a dónde iban y fue quien se encargó de contestarle
  • Este es el edificio del Consorcio Del Piero, es decir, aquí se concentran las oficinas principales de varias…
  • Sé lo que es un Consorcio – lo interrumpió él

Subieron directo al piso donde se encontraban las oficinas principales y ahora fue Antonio quien estuvo a punto de sufrir un colapso al ver al chico.

  • Antonio, aunque es casi innecesario, este es Italo, el hijo de Luciano – lo presentó Ángelo
  • Santa madre de Dios – dijo el hombre
  • No quiero que nadie nos interrumpa y cuando digo nadie, es nadie – advirtió, pero como Antonio seguía mirando el chico – ¡Antonio!
  • ¿Qué? – preguntó él sobresaltado y Ángelo repitió su orden, después de lo cual entraron
  • ¿Por qué todos parecen tan… sorprendidos cuando me ven? – preguntó Italo – Y no me digan que es porque me parezco a papá, porque ustedes también se parecen mucho
  • Claro, pero están más acostumbrados, y teniendo en cuenta que no sabíamos nada de ti, es lógica la sorpresa ¿no crees? – le dijo Giulio

Después de eso, Ángelo dio inicio al extenso relato, y si bien Italo no sabía absolutamente nada de su familia, tampoco se esperaba todo lo que estaba escuchando. Enzo o Fredo, habían salido varias veces por café, y aunque todos ellos eran afectos al mismo, sin duda Italo lo era en exceso.

  • Por todo lo que te hemos contado, espero que entiendas que Luciano no ha tenido una vida fácil, pero es una gran persona, aunque poco dado a las expresiones de afecto como ya te había dicho, pero eso no significa que no ame a su familia y tú eres su hijo – le dijo Giulio
  • Uno al que no quería
  • El hecho de que haya tomado esa decisión, no significa que no vaya a quererte – aseguró Ángelo
  • ¿Y por qué no quería tener hijos?

Aquello ya estaba más difícil de contestar, pensó Ángelo, porque Luciano nunca lo había dicho, pero Italo sacó sus propias conclusiones.

  • Fue por lo que le hizo Anabel ¿verdad? – dijo y ellos se miraron
  • No vamos a mentirte, estamos bastante seguros que eso le dolió mucho, pero en realidad no sabemos por qué lo hizo y no necesariamente debió ser por eso – aventuró Giulio
  • Aunque no lo sepan, ustedes lo creen ¿no? – pero no los dejó contestar y miró a Ángelo – Tuviste buenas razones para no quererla, porque ella no lo quiso a él y ciertamente no me quería a mí
  • Bambino, era tu madre y…
  • Y no me quería – lo interrumpió él – yo solo fui un dolor de cabeza para ella

Si había alguien en aquel despacho que entendiese cómo podía haber sido la vida de aquel chico, era Giulio, pues él también había tenido una madre que no lo había sido más que porque lo había llevado en su vientre, pero nada más. De modo que no se empeñó como lo estaban haciendo Ángelo y Enzo en convencerlo de algo que solo Italo, que era quien lo había vivido, podía saber. No obstante, Italo pasó a otro asunto dejando a Ángelo y a Enzo con la amarga sensación de no haberlo convencido de nada.

  • Aunque entendí lo que me dijeron, aún no me queda claro si soy un Di Castello o un Del Piero.
  • Eres un Del Piero, porque los Di Castello siempre fueron Del Piero, aunque no lo sabían ni ellos ni nosotros – le dijo Giulio
  • Mmmm… y si tú no tienes hijos, entonces yo no soy tu nieto y tampoco soy tu sobrino – dijo mirándolos a ambos
  • Escúchame bien, muchachito – le dijo Giulio – es verdad que Luciano y yo no tenemos los mismos padres, pero eso no hace menos cierto que ha sido, es, y siempre será mi hermano, así que te guste o no, soy tu tío y tendrás muchos problemas si me llamas de otra forma ¿estamos?
  • ¿Otra forma como G, por ejemplo? – dijo en forma maligna, lo que a juicio de los Rossi demostraba la autenticidad de su sangre
  • ¡Italo! – exclamó él y el chico rio después de mucho rato que no lo había hecho




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